Sonambulismo sexual

Viernes, 15 de septiembre 2023, 00:25

En el cosmos de los trastornos del sueño, tres agujeros negros absorben la energía de millones de personas arrebatándoles el merecido descanso. Según las estadísticas, ... las tres alteraciones principales del sueño son la apnea, el insomnio y el síndrome de las piernas inquietas. Sin embargo, este universo de trastornos está plagado de infinidad de elementos con menor incidencia o simplemente que se diagnostican en menos ocasiones.

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En las profundidades del mundo onírico, las parasomnias (trastornos de conductas anormales durante el sueño) se despliegan en un amplio y misterioso abanico, ocultas entre las sombras del inconsciente. En muchos casos, no se diagnostican porque ni siquiera llegan a consulta. Alguien que vive solo, ¿cómo podría detectar que padece somniloquia, ese curioso fenómeno de hablar en sueños?

Pero hay otras conductas muy llamativas relacionadas con el sonambulismo. Algunas personas se despiertan de un sueño placentero, con el sol acariciando el horizonte y, de pronto, son increpados por su pareja sin saber por qué. Imágenes veladas y confusas emergen en el rincón más íntimo de la memoria, y sin embargo, no hay recuerdos claros de los sucesos que les echan en cara. Detrás de este enigma nocturno se esconde la sexomnia, un tipo de parasomnia conocida también como el sonambulismo sexual. Se trata de un misterioso trastorno que despierta conductas lascivas durante la fase más profunda del reposo. Al alba, un velo de amnesia cubre cada escena íntima que se inició en las profundidades de la noche.

La sexomnia despierta un deseo ardiente en aquellos afectados, quienes se entregan a conductas sexuales mientras yacen completamente sumidos en el sueño profundo. Sus actos son completamente inconscientes hasta que una voz cercana, a menudo la de su amante, les desvela su aventura onírica. Los expertos sugieren que esta extraña conducta se manifiesta en la fase del sueño profundo no-REM, cuando los músculos permanecen libres de parálisis, pero el cerebro duerme en un abismo insondable. Así, al alba, el sexomne se despierta sin recuerdos de sus íntimas andanzas nocturnas.

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Aunque parece un trastorno inofensivo, puede engendrar discusiones con la pareja y arrojar al sexomne a un laberinto de culpabilidad y frustración.

Si vives solo y te despiertas con signos de haber tenido un sueño erótico, quizás necesites improvisar un testigo de tus aventuras oníricas. Una cámara puede ser un buen confidente, grabando la actividad durante el transitar de tus sueños, en busca de suspiros nocturnos. ¿Qué secretos te revelará la película de tus horas de descanso, cuando la vigilia se esfuma en la quietud de la madrugada?

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