Se acaba de estrenar la quinta entrega de la saga Indiana Jones. Para los que vivimos la década de los 80, Indiana Jones se convirtió ... en un mito, en el protagonista de las aventuras que todos queríamos vivir, en el héroe por excelencia, sin miedo a nada. En realidad, Indy sí que tiene un miedo, solo uno, que ayuda a humanizar al personaje y supone su único punto débil: las serpientes.
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Muchas culturas antiguas (egipcia, sumeria, hindú, budismo...) veneraban a Diosas (sí, mujeres) que representaban con forma de serpiente. Sin embargo, las religiones monoteístas masculinizaron al único Dios y relegaron a la serpiente y a la mujer a los papeles de diablo y pecadora, respectivamente.
Puesto que dos de las películas de Indy se inspiran en la tradición cristiana, ¿será su miedo a las serpientes una representación de un odio oculto a las mujeres?
Cuesta imaginar esto de un héroe tan guapo y atractivo que enamoró con locura a millones de mujeres (y hombres) de todo el mundo. Sin embargo, analicemos los hechos.
En las películas de Indiana Jones, los personajes femeninos se reducen a roles secundarios y estereotipados, objetos de deseo o damiselas en apuros, perpetuando dinámicas sexistas y reforzando la idea de que las mujeres son accesorios o premios para el protagonista masculino.
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Otra representación recurrente es la de femme fatal, mujeres seductoras y manipuladoras, peligrosas y capaces de engañar, traicionar o matar al héroe, reforzando estereotipos negativos sobre las mujeres y su sexualidad. ¿Comparables a las serpientes?
Sí, es cierto, hasta aquí podríamos pensar que era una representación habitual en el cine de la época. Pero analicemos una escena de En busca del arca perdida a la que muchos no dimos importancia en su día, incluso hoy puede que nos pase desapercibida. Me refiero a cuando Indy se encuentra por primera vez con Marion, hija del que fue su mentor en arqueología, y con la que, diez años antes, mantuvo una relación ilícita siendo ella menor de edad. Nada más verse, Marion le da una bofetada a Jones: «En los últimos diez años he aprendido a odiarte». «Nunca quise hacerte daño», se justifica él. «Yo era una niña, estaba enamorada. ¡Estuvo mal y tú lo sabías!». «Tú también sabías lo que hacías», responde él con cinismo, sin aceptar que se aprovechó de una niña de 14 años cuando él tenía 27.
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Después, en la cuarta entrega, Indy se casa con Marion. ¿Fue un intento desesperado de los guionistas de reparar la moral y la imagen del personaje?
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