Cuestión de principios
ASÍ ME PARECE ·
Como era de esperar, las declaraciones de Núñez Feijóo sobre la ley del aborto han causado un gran revuelo, dentro y fuera del partidoEl presidente nacional del PP, Alberto Núñez Feijóo, ha dicho que le merece todo el respeto una ley de plazos, como la vigente en España ... desde el 2010, que establece la posibilidad de abortar, sin cumplir ningún requisito, durante las primeras catorce semanas del embarazo. De este modo, ha venido a refrendar la ponencia del magistrado conservador Enrique Arnaldo, que ha considerado constitucional el modelo de plazos. Feijóo ha tratado de explicar su opinión. Ha dicho: «En nuestro país la última ley lleva en vigor trece años. Si desde 2010 han gobernado en España el PSOE y el PP, y esa ley, en lo que se refiere a los plazos, no se ha cambiado, y el Tribunal Constitucional parece indicar que la va a declarar constitucional, entiendo que eso forma parte del consenso». Ciertamente la explicación no tiene mucha fuerza de convicción. Es como decir: estos son mis principios; pero, si no hay consenso, tengo otros.
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Como era de esperar, estas declaraciones han causado un gran revuelo, dentro y fuera del partido. Desde dentro, algunos han recordado que la defensa de la vida del nasciturus constituye uno de los principios cimentales de la ideología que siempre ha defendido el PP. Jaime Mayor Oreja, entre otros, le ha pedido al presidente del PP que rectifique. Pero Feijóo se ha resistido, y, lejos de rectificar, se ha ratificado en su opinión.
Desde fuera del partido, las reacciones han sido aún más duras. Algunos miembros de la Iglesia católica han vuelto a recordar que el aborto es un crimen. El obispo de Orihuela-Alicante, don José Ignacio Munilla, ha llegado a decir que Feijóo «está sobrando» en el PP, y que, si no rectifica en este asunto, «nadie con recta conciencia» debería votar a los populares. Por su parte, Vox ha captado que estas opiniones de Feijóo significan una ruptura del PP con un amplio sector social de convicciones católicas. Ha presentado en el Congreso de los Diputados una proposición no de ley pidiendo que se derogue la ley de plazos. La proposición no saldrá adelante. Pero el objetivo es que el PP tenga que explicar públicamente sus ambigüedades y contradicciones en esta materia.
Mucha gente estará de acuerdo con este pragmatismo del líder del Partido Popular, pero otros no
Algunos dirigentes del PP se preguntan por qué ocurre todo esto, por qué se ha producido una reacción tan violenta y radical. La portavoz del Grupo Popular en el Congreso, Cuca Gamarra, lo explica diciendo que en el PP hay varias sensibilidades: unos que parten de una concepción cristiana de la vida, y que, en cuanto a este asunto de defensa de la vida, se atienen a lo que dice la Iglesia católica; y otros, a los que la doctrina de la Iglesia les trae absolutamente sin cuidado. En mi opinión, esta explicación es correcta, pero insuficiente, y quizás algo superficial. Los jóvenes dirigentes actuales del partido deberían profundizar sobre la realidad de las ideas y creencias de gran parte de su electorado; y también deberían recordar que Alianza Popular, que luego sería el PP, nació fundamentalmente como un partido de principios.
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Al comienzo de la democracia había un partido hegemónico en el centro derecha, que era la UCD de Adolfo Suárez. UCD era un partido pragmático, en el que convivían distintas 'sensibilidades', desde la democracia cristiana a la socialdemocracia, pasando por los liberales y los llamados 'azules'. La convivencia de estas diferentes sensibilidades no fue nada fácil. Durante algún tiempo se mantuvo en un equilibrio inestable. Pero, al final, las contradicciones ideológicas, unido a la falta de liderazgo, acabaron con este partido. Por el contrario, AP era un partido pequeño. Apenas tenía cargos públicos. No tenía dinero, ni casi estructura. Pero tenía ideas, convicciones, principios. Y la fuerza de estas ideas y de estos principios constituían un fuerte atractivo para los que aspiraban a que, en la España del futuro, se respetasen sus propias convicciones. Entre estos principios, uno de los más importantes era el del respeto a la vida, lo que implicaba la necesidad de defender la vida del nasciturus. Durante muchos años, Alianza Popular, y luego el PP, estuvo plenamente involucrada en todos los movimientos en defensa de la vida. Los militantes de aquella época recordarán las duras jornadas de algunos domingos en los que, en el mismo día, se iba y se volvía de Madrid, en autobús, para asistir a una manifestación en contra del aborto.
Después vino el pragmatismo de Aznar. Se consiguió el poder, pero se relegaron o se olvidaron algunos principios. Aznar no derogó la ley del aborto de Felipe González. Y tampoco Rajoy derogó la ley de plazos de 2010, a pesar de contar con mayoría absoluta, y a pesar de haberla recurrido ante el Tribunal Constitucional.
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Mucha gente estará de acuerdo con este pragmatismo de Feijóo, que seguramente le llevará al poder. Pero otros no. Algunos, aunque sean pocos, recordarán los principios originarios que dieron sentido y coherencia al partido. Y, por eso, serán inevitables las tensiones internas. No será una lucha por el poder, sino una cuestión de principios.
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