Después de 18 meses en la atención directa a la Covid y llorado previamente, quiero transmitirles la sensación de desasosiego y angustia que muchos profesionales ... de la Atención Primaria (AP) estamos sufriendo. No entraré en la planificación previa de vacaciones que deben hacer nuestros responsables en la gestión de personal del SMS, en la disminución a porcentajes peligrosos de la plantilla para cubrir a los compañeros que se van de vacaciones y que necesariamente tienen que descansar después de estos meses de angustia y estrés crónico.
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La aparición de la quinta ola ha supuesto el aumento de contactos y enfermos Covid, también una evidente disminución, como se tenía planificado, en rehacer los controles que habitualmente se hacen en el CdS (diabéticos, hipertensos, obesidad, osteoporosis...). Confiamos que en años venideros esta planificación se haga de forma más organizada, y dé respuesta a usuarios y profesionales, contando además con los fondos europeos, que es el nuevo maná que nos llega. Esto tiene que ver con mis necesarias vacaciones en la antigua mejor playa del mundo, Los Alcázares. He llegado pletórico de ilusión, he visto asfaltada parte de sus avenidas, el Sol es suave pero intenso y la playa desde fuera tiene un magnífico color, es decir, llego del infierno a casi tocar el cielo. Me he atrevido a bañarme, y efectivamente me he visto los pies, llegándome el agua a la región mamaria. El color verde amarronado de años anteriores ha disminuido claramente, pero no he podido evitar el contacto de mis delicados pies con el suelo arenoso, fangoso y terroso.
Este eufemismo se concreta claramente en lo que el pueblo soberano denomina «en la playa hay fango», y la entrada al mar es bastante desagradable. No sé si eso se puede limpiar (el fango), si los ecologistas estarían a favor de esa limpieza, acompañada del montón de gente que vela por la optimización de nuestro agónico Mar Menor.
Habrá que ir al origen de este desastre y ahí encontraremos la solución, lo demás son brindis al Sol
Me da la impresión de que los problemas de fondo que llevaron a situaciones como las vividas en años anteriores, a excepción de la DANA, siguen persistiendo. Por eso animo a los que tienen que dar soluciones –y ya no sé con el lío que hay si tienen que ser de Madrid, del Gobierno regional o el alcalde de Los Alcázares–, pero por favor no dejemos que el deterioro funda el mar y, de paso, a los ciudadanos que durante cientos de años hemos disfrutado de esta joya. Habrá que ir al origen de este desastre y ahí encontraremos la solución, lo demás son brindis al Sol.
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Pienso acudir, como todos los años, a restaurantes, chiringuitos y baretos, para mejorar mi decaído estado de ánimo y, de alguna forma, saludar a viejos amigos y optimizar la restauración del pueblo. Dejaré, creo que rápidamente, de pensar solo en la Covid y cómo organizar a mi equipo ante las distintas y diversas protocolizaciones que casi diariamente nos son remitidas. Estoy hablando de una organización que se puede asemejar a una mediana empresa, donde conviven 46 trabajadores, 17 de ellos de alto nivel; eso multiplíquenlo por más de 80 CdS que hay en la Región.
Quiero recordar que hace un año, a esas personas que son el alma de los centros de salud se les aplaudía desde ventanas y casas, para que posteriormente, con la llamada a la presencialidad y casi vuelta a la normalidad, fueran igualmente vituperadas y descalificados, en algunos casos muy cerca de las agresiones físicas, que no de las verbales. Todo esto se debe a lo que se denomina demoras para citarse con el médico, lo que yo vengo a denominar demora estructural y que se justifica por la disminución del número de efectivos médicos para atender pacientes y las sustituciones de vacaciones sin cubrir, junto a los días oficiales de permiso y, además, lo que supone la atención a la quinta ola de la pandemia como anteriormente explicaba.
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Después de casi 6 años de repetición de estas tristes circunstancias, quiero transmitir a las autoridades sanitarias que deben resolver estos problemas, para mejorar la atención de nuestros pacientes y la salud mental de los trabajadores de los CdS. Se acerca el tiempo de reivindicaciones y posibles rupturas.
Por este motivo, los trabajadores de los EAP, bien vía sindical, bien en contactos personalizados, estamos dispuestos a ofrecer, como hemos hecho siempre, diálogo y ganas de ayudar a nuestra empresa. La experiencia previa ciertamente nos tiene algo desanimados, pero continuaremos en esta línea de diálogo. Todo tiene un comienzo y un final.
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No olviden nunca que los profesionales de la AP fueron requeridos para ser la 'primera línea' en la prevención de la Covid. Lo hicimos, y lo hicimos bien, y cuantas veces seamos requeridos estaremos dando respuesta a estos problemas porque es nuestra obligación como servicio público, pero también se debe entender nuestra fatiga física y psíquica, existiendo el riesgo evidente de rompernos. Así que cervecita, restaurante, bici estática, paseíto con los nietos, esposa, hijas y yernos, y baños con chanclas para evitar el contacto con el fondo, gafas de buzo; también algunos amigos con los que me quedo entre dos y tres horas dándole a la sin hueso y hablando de la vida, de la muerte, de quiénes somos y de dónde venimos..., comida de verano, siesta corta pero intensa, lectura de los clásicos, incluida la Biblia, y saborear las plácidas caminatas por el paseo marítimo de Los Alcázares.
Solo desear al pueblo de Murcia las mejores vacaciones, se encuentre donde se encuentre, en espera de una reacción social que ponga coto a esta Covid, para entre todos intentar ser más felices y abandonar este maldito caos.
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Finalmente, desear unas vacaciones extraordinarias a los profesionales que han dado lo mejor de sí mismos para intentar minimizar, en lo posible, esta desafortunada crisis que se alarga ya 18 meses, y a todos un entrañable y fraternal abrazo.
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