Mujeres, trabajo y libertad

Son 'rara avis' aquellas que han podido compaginar una familia u otras opciones privadas con los retos de llegar lo más lejos posible profesionalmente

Miércoles, 22 de marzo 2023, 00:16

No quiero dejar de felicitar a tantas mujeres que han llegado, han roto el techo de cristal, han alcanzado sus metas o los puestos más ... destacados en sus trabajos, e incluso en el pasado día 8 han sido objeto de premios y distinciones con diferentes matices. Pero, y siempre hay un pero, me genera una cierta tristeza e inquietud observar que un buen número de las que se han visibilizado en los medios de comunicación son mujeres que no tienen pareja o no tienen hijos, y esto me lleva a pensar que la disyuntiva sigue existiendo, y que son 'rara avis' aquellas que han podido compaginar una familia u otras opciones privadas con los retos de llegar lo más lejos posible profesionalmente. En algún momento del camino las encrucijadas son duras de afrontar.

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Por esto digo que, desde mi punto de vista, cambiaría muchos de los actos y del marketing del día 8 por:

–Una facilitación real de las carreras profesionales. Por ejemplo, en mi ámbito, las nuevas políticas universitarias y sobre la ciencia, y casi todas las convocatorias de progreso existentes, exigen como requisito estancias de trabajo en el extranjero superiores a uno o dos años, ¿cómo se compatibiliza esto con otras opciones personales? Y, sobre todo, ¿por qué vale más haber estado dos años en un centro extranjero mediocre que en un buen centro nacional de excelencia? o ¿por qué estancias vacías de contenido valen más que relaciones estables y consolidadas con investigadores y centros internacionales? ¿Por qué cercenamos las carreras de los investigadores, principalmente mujeres, poniendo requisitos (que no méritos) a veces insalvables o solo salvables por 'singles' con mucha solvencia económica?

–Bajas laborales amplias, como en otros países europeos, de al menos un año, que permitan criar convenientemente a un bebé en sus primeros momentos sin sentimientos de desatención por parte de la madre, ni carreras por llegar a todo, ni ansiedades. Bastante complicado es un parto, del que hay que recuperarse completamente, física y psicológicamente, y bastante exigente la lactancia y la atención de los primeros meses de un niño.

–Que no falten guarderías de empresa, con horarios adaptados a los turnos y a las necesidades específicas de las trabajadoras y/o los trabajadores.

–El reconocimiento del tiempo dedicado a la maternidad, sin penalizaciones temporales ni económicas, con los incentivos y las ayudas necesarias para que las empresas no vean una desventaja en contar con trabajadoras en edad de tener hijos o con ellos.

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–No establecer requisitos de acceso a las carreras laborales que sean de difícil cumplimiento o supongan una elección no compatible con el ámbito de la mujer o familiar, como el mencionado en la carrera investigadora.

–Reconocer también el papel de cuidador, que en un porcentaje altísimo desempeñan las mujeres, y la urgencia de atender sus necesidades y su armonización convenientemente.

–Y empezar por abajo, como se debe hacer casi todo. Por los grupos más desfavorecidos, más vulnerables, con un mayor déficit en educación y, por tanto, con muchas menos herramientas para acceder a un estatus de libertad personal imprescindible. Me van a perdonar, pero cuando veo que nos miden por cuantas mujeres catedráticas o ejecutivas hay y su porcentaje con respecto a los hombres, siempre pienso que estas mujeres no son tan frágiles, que muchas se han quedado en el camino por voluntad propia o por su propio deseo de no competir en un mundo demasiado agresivo. Sin embargo, el verdadero reto está donde no hay opciones, donde las posibilidades de progresar son ninguna o también.

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Por eso quiero educación, pero no machista/sexista/feminista sino educación con todas las letras. Aquella que genera la posibilidad de ser libre, de escoger, de ser crítico con lo que nos rodea, de pelear con las armas necesarias, de tener una participación completa en la sociedad y, no menos importante, de educar a su vez en el seno de nuestras familias y colectivos con una perspectiva de responsabilidad y respeto que, seguro, irá haciendo de este mundo de odiosas trincheras un lugar un poquito mejor.

Me dejo para otro momento cuestiones como la adopción, la atención a la tercera edad, el rol amplio de la paternidad o los cuidadores. Hoy tocaba hablar de nosotras.

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