Hacia una ciudad de los ciudadanos
Si se aplican los indicadores de sostenibilidad, que además del clima, incluyen aspectos culturales, sociales y económicos, Murcia no es sostenible
El cambio de gobierno municipal invita a reflexionar sobre la necesidad de revisar el modelo que ha guiado la política urbana de Murcia. El viejo ... plan elaborado en los años setenta por Rivas Piera (1977) fue un instrumento legal muy útil para modernizar la ciudad. Creó un marco normativo que racionalizó e introdujo disciplina en la gestión urbana, y arbitró un crecimiento de calidad con numerosos aciertos. Pero hoy, la ciencia sobre gobierno urbano y la realidad demográfica reconocen que aquel planeamiento, cuya filosofía era la expansión, no puede seguir siendo el eje de las políticas. Es preciso afrontar los retos del clima y reconocer la evolución social, recuperar las funciones y liderazgo del centro histórico y resolver los desequilibrios.
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El desarrollo del plan intensificó la expansión hacia el norte y urbanizó los espacios intermedios. Tendencia que se mantuvo en modificaciones posteriores, condicionadas por grupos de interés, seguido de inversiones en infraestructuras y servicios que afianzaron esa zona. Sin embargo, al crecer, se abandonaron algunos de sus compromisos esenciales: se olvidó la visión integradora y se ignoraron las carencias de los barrios tradicionales, así como la defensa del paisaje urbano y natural. Inhibiciones de lo público han provocado grandes desequilibrios.
Se creció sin mirar atrás, despreciando la historia y la economía urbana, las voces de comerciantes y vecinos. No se pensó en los impactos negativos sobre la ciudad existente, ni se adoptaron medidas compensatorias para atenuar la deslocalización de negocios y el vaciamiento del centro. Por todo ello, se puede afirmar, en contra de la propaganda institucional, que Murcia ya no es una ciudad sostenible ni equilibrada.
Si se aplican los indicadores universales de sostenibilidad, que además del clima, incluyen aspectos culturales, sociales y económicos, Murcia no es sostenible: la expansión masiva ha sellado el suelo y ha destruido gran parte del medio natural. La concentración de zonas comerciales y el traslado de muchos servicios al norte han roto la continuidad urbana y funcional, obligando al uso cotidiano del transporte público o privado.
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Se ha incentivado la despoblación del centro y barrios históricos que han perdido atractivo por la falta de aparcamientos, los rincones sucios, pintadas y cables. Solares vacíos sin destino inmediato y viviendas deterioradas, ansiosas de tener un dueño que las repare y habite. Así como el abandono de los mercados de abastos, espacios de atracción y encuentro, núcleos de vitalidad económica que siempre fueron mimados por las instituciones.
No se han tomado medidas fiscales o apoyos institucionales para frenar el impacto de la crisis en el comercio y la caída del empleo. Es más, se han cerrado los ojos ante la creación de 'ghettos', la concentración en estos barrios de minorías vulnerables y el incremento de 'zonas sociales de pobreza y mendicidad' en el entorno de la catedral.
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Nadie duda de las buenas intenciones como la transformación de la Plaza de Belluga realizada entre 1996 y 1999 o la reciente reforma de Alfonso X. Pero la confusión intelectual sobre la conservación del patrimonio cultural y su valor añadido, se ha traducido en cientos de licencias para destruir viviendas y palacios. Se presume de economía circular, pero las casas antiguas, recursos no renovables de alto valor añadido, se demuelen por dentro y los residuos de la construcción van a vertederos desde hace tiempo prohibidos en Europa. ¿Hablamos de sostenibilidad?
El nuevo paradigma recogido en la Agenda Urbana Europea 2030 y en la Agenda Española es bien claro: reducir la expansión urbana y evitar el sellado del suelo. Apostar por la ciudad compacta y recuperar el paisaje construido y natural. Conservar el patrimonio histórico y la morfología urbana, rehabilitar las viviendas de los centros urbanos y atraer población que consuma en su barrio y evite la movilidad rodada. Medidas para cumplir los objetivos del clima en cada casa y espacio. Apoyar la economía urbana comercio y los servicios de proximidad, acciones todas, que generan empleo y alto beneficio social.
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Esta no es una crítica al partido que ha regentado Murcia los últimos años, pues no tengo noticia de que los grupos de la oposición hayan propuesto otra estrategia o modelo diferente. No se trata de confrontar la ciudad, pedanías y huerta. El reto más urgente de todos los grupos políticos que regentan el municipio, gobierno y oposición, es replantear el tipo y el paradigma de ciudad, revisar la gobernanza en toda su dimensión, asumiendo que el consenso y una democracia más fuerte deben presidir el proceso.
Urge innovar las políticas públicas, identificar debilidades e integrar las iniciativas ciudadanas. No basta con la participación dirigida, contemplativa y formal de hoy. Los ciudadanos han de inspirar y ser protagonistas de la recuperación. Ellos arriesgan invirtiendo en sus viviendas y negocios, ellos padecen las carencias y merecen beneficiarse del buen gobierno.
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