Cuídate

¿Para qué demonios me tienen que decir que me cuide? ¿Acaso tengo pinta de no cuidarme?

No sé ustedes; yo no paro de oír, de un tiempo a esta parte, un «cuídate» cuando me encuentro con alguna amistad en plena calle ... y, tras somero intercambio de pareceres, nos despedimos. «Cuídate», me dicen. Incluso en los mensajes por WhatsApp, tan frecuentes en los tiempos que estamos, si propones una cita, informas de algo que puede interesar a nuestro interlocutor, le recuerdas alguna cosa, suele terminar con un gracias y «cuídate», acompañado, a veces, por el correspondiente emoticono. Es el pan nuestro de cada día. Tengo para mí que la insistencia de estos «cuídate» es cosa de la modernidad. No recuerdo que lo dijeran, o lo oyera, en otras personas hace algunos años. Tampoco es que el tema me quite el sueño, pero me llama la atención. Quizás se pusiera de moda en años recientes como consecuencia de la pandemia. Años en los que íbamos amordazados con mascarillas, en los que procurábamos no pararnos con nadie por la calle, no sea que...; años en los que sí que había que cuidarse no sólo para no contagiarse de la enfermedad, sino por no contagiarla. Quizás entonces, se pusiera de moda de manera espontánea eso de «cuídate», como señal amistosa de que no cayeras en brazos del covid. Es una explicación posible.

Publicidad

Si escarbamos en los porqués de tanto «cuídate», además de la explicación que acabo de darme, me temo que haya otras de no tan razonable procedencia. Debía resistirme a confesarla, pero voy a hacer de tripas corazón y echar 'pa'lante'. Me estoy refiriendo a la percepción interior que nos queda, cuando alguien, después del encuentro casual callejero que antes describí, alguien, con buena intención más que otra cosa, nos ve mayores, grandes dicen los mexicanos, nos ve viejos que decimos por aquí; de manera que cuando se despiden con un «cuídate» es fácil que nos quedemos pensando: ¿Cuídate? ¿Eso es que me habrá visto entrado en años? ¿Eso es que la última vez que hablamos estaba más joven que hoy? ¿Eso es que habrá advertido alguna arruga de más? ¿Eso es que...? ¡Dios! ¡Qué mal cuerpo te dejan esos «cuídate», aunque nos lo digan con mejor intención que la que le doy!

Otra cosa es la relativa simpleza de encierra la expresión «cuídate», con perdón para los que la digan. Porque, ¿para qué demonios me tienen que decir que me cuide? ¿Acaso tengo pinta de no cuidarme? ¿Soy tan tonto que, en determinada edad, me voy de juerga cada noche, engullo todos los dulces de la confitería, cruzo las calles corriendo con el semáforo en rojo, o salgo en camiseta cuando llueve? ¿Lo parezco? Lo debo de parecer porque si no, no me dirían tantas veces que me cuide. La verdad es que toda esta tontería quizás nos pase sólo a los que vivimos el tercer acto de nuestra existencia. Como dijo Truman Capote: «La vida es una obra de teatro con el tercer acto mal escrito». Es lo que digo yo. Por eso me dicen que me cuide. Todo esto, no me importa confesarlo, da la razón a George Orwell cuando decía que «a la vejez se acorta el dormir y se alarga el gruñir». A lo mejor es eso, una especie de gruñido, de pataleta, sobre lo que no merece tanto la pena quejarse.

Y es que de pronto se ponen de moda expresiones que cuando menos resultan extrañas. Forman parte del argot de la modernidad. Lo de «cuídate» no es la única. Hay otros ejemplos de expresiones que se oyen a diario, que demuestran el interés y curiosidad de nuestros interlocutores. Demasiado interés. Por ejemplo, la pregunta de «¿Estás bien?». Si «cuídate» sirve para terminar una conversación, «estás bien»sirve para empezarla. También me pone de los nervios. Porque, cuando te vas de esa breve plática callejera con amigo o amiga, te quedas dándole vueltas a por qué me habrá dicho si estoy bien. ¿Me habrá visto mala cara? Le debí preguntar si es eso o si es otra cosa. ¿Estás bien? ¡Qué barbaridad! ¿Por qué no voy a estar bien? ¿Le habrá dicho alguien que acabo de ir al médico? Voy al médico no por estar mal, sino porque, a determinadas edades, hay que ir al médico, narices. La próxima que vea a ese, si me pregunta si estoy bien, le diré que mejor que él.

Publicidad

Dejo aquí estas sesudas reflexiones, con la seguridad de que mis amigos, cuando me vean, me preguntarán cómo estoy y se despedirán con un «cuídate».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Prueba LA VERDAD+: Un mes gratis

Publicidad