Se nos va agosto, un mes que yo aprovecho para hacer algo que puede parecer contradictorio y no lo es: el turismo de 'kilómetro cero'. ... Todos asociamos turismo con viaje. En nuestro imaginario es una actividad que necesita distancia. A nadie se le ocurre que pueda hacerse a la vuelta de la esquina, pero es así y agosto es el mes por excelencia para ello, siempre que no sea a la una de la tarde, claro, con las aceras en estado de ebullición y el asfalto desdoblándose a lo lejos por efecto de la calorina. Pero a las ocho de la tarde, por ejemplo, ya es otra cosa. Te pones en plan deportivo y te lanzas a zancadear en plan dickensiano, a fijarte en aquel edificio que siempre estuvo y nunca miraste, en aquella planta extraña que empenacha aquella terraza y que siempre lució ahí, pero nunca viste, en aquel tipo que pasa a tu lado y en el que nunca reparaste. Todo tiene una calidad distinta, como más nítida, porque la ciudad está enmudecida, no hay gente y se respira una calma difícil de encontrar el resto del año. Eso te hace fijarte más en las cosas, estar más presente. Dicen los psicólogos que uno de los males que carían nuestro tiempo es el de la desubicación (la palabra es mía): siempre parece que estemos en otra parte.
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Desde la llegada del móvil a nuestras vidas, yo no sé si somos más o menos dichosos, pero lo que nadie me va a discutir es que parece que estemos en otro lado. Bien mirado, es otra forma de hacer turismo, pero sin viajar. Hay un mundo y está ahí fuera, claro, pero también hay otro y está ahí dentro, en el móvil, y es muy difícil sustraerse a ello. Por supuesto, yo salgo de casa con el teléfono en el bolsillo. Hoy en día vamos más desnudos con él que si estuviéramos en bolas.
Eso sí, ya hay quien va dando la voz de alarma por los problemas que conlleva: la concentración de nuestros días es una concentración exprés, porque dura cinco minutos; todo nos parece interminable y aquello que no está a la voz de ya nos genera una insatisfacción insufrible. Es el problema de tener tanto a un clic, que ha convertido la inmediatez, algo que se daba de vez en cuando, en algo a todas horas. Lo que podría ser una virtud ya es como una droga.
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