Que el mundo se está infantilizando es una verdad verdadera, empequeñecido por el raudal de opiniones en redes, donde algunos han visto el cielo abierto ... por una razón sencilla, y es que si antes opinaban solo a veces, ahora lo hacen cuando quieren: tienen la barra de bar abierta todo el día. Y como todos opinan y hay opiniones para todo, también surgen polémicas de todo. Polémica, esa es para mí la palabra del año y no polarización. El proceso es bien simple: aparece un tema, el que sea, y enseguida levanta la mano el ofendido de turno. Rápidamente lo secundan dos o tres de la misma cuerda, compañeros de euforia que capitalizan la cuestión. Así queda bendecida la polémica, de forma que un revuelo de dos o tres parece un guirigay de muchos, como las peleas de barrio de las que hablaba García Márquez cuando chico, que eran «de todos contra todos». No, hoy la polémica no necesita el amparo de la masa, le basta con el quiquiriqueo de una minoría. De repente, la mayor estupidez del mundo se dimensiona. Así parecen de Estado cuestiones de medio pelo que en unos días quedan en nada, y te dan ganas de decir lo que dijo Felipe II ya en su lecho de muerte, cuando a sus 71 años, tras ser el hombre más poderoso del planeta y haber reinado sobre un imperio colosal, reunió a los suyos para que lo vieran en la agonía y les dijo: «He querido, hijos míos, que estuvierais presentes para que veáis en qué vienen a parar los reinos y señoríos de este mundo».
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Sí, temas que parecen el no va más y que a la postre se quedan en las raspas, que es lo que son. La pasada Navidad, por poner algunos ejemplos, hemos asistido a varias de estas polémicas sandias: que si en Molina al rey Baltasar no lo representa un negro, enseguida sale fulanita quejándose y, claro, polémica al canto; que si López Miras pasa unos días en la nieve, enseguida sale alguien para decir que ha huido del aire contaminado que estraga Murcia y, claro, polémica al canto. Todo es polémica.
Hablando de nieve. Ahora que acabo de ver 'La sociedad de la nieve', me pregunto qué hubiera pasado en las redes si aquel suceso no fuera de entonces, sino de ayer mismo. ¿Carne humana sí, carne humana no? Menudo revuelo se hubiera montado. Una nueva polémica absurda que solo tiene sentido en el sofá de casa, porque si la alternativa es la muerte, toda carne es comestible y la duda dura lo que todas esas polémicas absurdas que constelan hoy las redes: un pestañeo.
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