Una ventana abierta al Tercer Sector

Ciudades inclusivas en la Región: ¿estamos a tiempo de repensarlo todo?

Catalina Guerrero y José Luis Morales Pérez

Cátedra de Innovación Social de la UMU

Jueves, 21 de agosto 2025, 00:29

Hablar de ciudades inclusivas es hablar de derechos, de equidad, de educación y de futuro. En la Región de Murcia, repensar el urbanismo desde la ... diversidad no es solo deseable: es urgente. Este artículo propone una mirada comprometida y transformadora hacia la articulación de espacios donde todas las personas puedan vivir, participar y habitar con dignidad.

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Por un urbanismo que no deje a nadie fuera. En los últimos años, conceptos como sostenibilidad, accesibilidad o innovación han poblado los discursos institucionales. Pero ¿qué pasa cuando aterrizamos esos términos en las calles, plazas y barrios de la Región de Murcia? ¿Son realmente accesibles nuestras ciudades para una persona con discapacidad que vive en un municipio rural? ¿Cómo experimenta el transporte público una mujer migrante con niños? ¿Qué oportunidades tienen las personas mayores que viven solas en zonas costeras durante el invierno? Estas preguntas no son anecdóticas: son el punto de partida para pensar en serio una ciudad inclusiva.

Cuando hablar de inclusión es hablar de todo. Construir ciudades inclusivas no es solo colocar rampas o traducir carteles. Implica rediseñar nuestras políticas urbanas desde la base: ¿quién participa en las decisiones?, ¿cómo se reparten los recursos?, ¿qué barreras invisibles siguen excluyendo a los de siempre? La accesibilidad, como bien apunta Mejía Parra (2021), no es solo física: es comunicativa, digital, emocional y social. Y aquí entra un concepto clave: la interseccionalidad. Porque las personas no somos una sola etiqueta. Una persona puede ser migrante, mayor y vivir con discapacidad. Sin este enfoque cruzado, las políticas públicas siguen dejando fuera a los mismos colectivos, una y otra vez.

Lo que dicen los datos (y lo que no se suele decir). Estudios recientes apuntan que en la Región de Murcia hay avances, pero también mucho por hacer. Las zonas rurales y de litoral concentran desigualdades en movilidad, servicios y conectividad. Según el análisis comparado de prácticas europeas y latinoamericanas de Schreiber y Carius (2016), la clave no está en tener más leyes, sino en integrar la inclusión en la planificación urbana, con indicadores medibles, participación real y tecnología al servicio de las personas.

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No obstante, muchas veces los diagnósticos omiten factores clave como el lenguaje, la representación simbólica de las personas con discapacidad o las personas migrantes, o las vivencias emocionales de la exclusión. La obra de Rubiano (2017) aporta una mirada crítica sobre cómo el lenguaje, la arquitectura y la organización urbana continúan excluyendo desde una lógica funcionalista que sigue librando sus batallas terminológicas, lo que tiene implicaciones en el diseño de espacios, en las decisiones presupuestarias y en la forma en que se entienden los derechos ciudadanos y la dignidad humana.

En la Región de Murcia, aunque existen programas municipales en materia de accesibilidad, sigue faltando una estrategia interseccional regional con indicadores claros, mecanismos de seguimiento y participación efectiva de los colectivos afectados. Una ciudad verdaderamente inclusiva se mide en la cotidianeidad: en si se puede acceder a una plaza sin obstáculos, en si hay transporte nocturno en barrios periféricos, o si los espacios digitales están pensados también para personas con dificultades lectoras o de movilidad.

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¿Y si usamos la tecnología para incluir, no para excluir? La digitalización es una oportunidad; pero también un riesgo si no se hace bien. Las ciudades inteligentes inclusivas ya no son una utopía. Desde sensores de accesibilidad hasta aplicaciones que permiten a personas mayores participar en presupuestos participativos, las herramientas existen. Lo que falta, muchas veces, es voluntad y mirada política. Un reciente estudio sobre Ciudades Inteligentes e Inclusivas de Biasin y Delle Foglie (2024) plantea el uso de tecnologías como blockchain para el registro de identidades migrantes, realidad aumentada para codiseñar espacios con personas con discapacidad, o plataformas participativas accesibles y multilingües.

Lo local como motor del cambio global. Ejemplos como Bogotá, Barcelona o Almada nos enseñan que sí se puede. Que hay formas de repensar el urbanismo, la movilidad, la vivienda y la participación desde una lógica de equidad. Pero también que estos cambios requieren alianzas: entre gobiernos, universidades, asociaciones vecinales, tercer sector de acción social y ciudadanía.

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En la Región de Murcia, hay potencial. Existen equipos técnicos, instituciones universitarias con experiencia, tejido asociativo activo y recursos europeos disponibles. Lo que se necesita ahora es una hoja de ruta clara, valiente y comprometida con la idea de que ninguna ciudad es verdaderamente inteligente si no es, primero, profundamente humana.

¿Y ahora qué? Pues sin duda, los firmantes de este articulo y los coordinadores de este espacio opinión abierto al tercer sector (Rosa Cano, Juan Antonio Segura y Pedro López) entendemos que es el momento de crear un Observatorio de Inclusión Urbana con datos abiertos y enfoque interseccional. Revisar el Plan de Ordenación Territorial desde los ODS y los derechos humanos. Invertir en tecnologías accesibles con participación directa de los colectivos afectados. Conectar las políticas urbanas con agendas globales como la Agenda 2030 o la Nueva Agenda Urbana. Fomentar la educación y concienciación ciudadana sobre ciudades inclusivas y educadoras que garanticen condiciones de vida dignas y saludables...

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Porque una ciudad no es verdaderamente inclusiva cuando solo se adapta a unos pocos, sino cuando se transforma desde dentro para que todas las personas, con sus múltiples identidades, culturas y realidades, puedan habitarla con dignidad y, por qué no, felicidad. La Región de Murcia tiene hoy la oportunidad de convertirse en un referente si pone la justicia social, la educación, la diversidad y el derecho al espacio urbano inclusivo en el centro de sus políticas. No es una meta inalcanzable: es un camino que empieza con decisión política, escucha activa y colaboración comunitaria. La transformación está en marcha... y tú también formas parte de ella.

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