Durante varias décadas hemos oído que «ahora todo el mundo quiere estudiar». Generalmente, lo dicen aquellos acomodados que sí o sí, sus hijos tienen que ... ir a la universidad y graduarse en las carreras que previamente les han ido inculcando desde su más tierna infancia. Diría que les molesta que los hijos de los obreros autóctonos e inmigrantes puedan competir con sus vástagos. Aunque no es una competición de igual a igual, pues sabemos que los medios de una familia de escasos recursos económicos siempre van a ser inferiores; bien sea en las comodidades de su cuarto de estudio, desplazamientos a la facultad, imposibilidad en muchos casos de acceder al alquiler de un piso compartido...
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Y quizá lo más importante, la presión que sufren esos estudiantes de familias menos favorecidas, de saber si van a superar los créditos necesarios para obtener la beca y no verse obligados a abandonar sus estudios. Es decir, diferentes obstáculos para una misma meta.
Siempre será mejor que estudien ahora, no como aquellos alumnos que fueron víctimas de los últimos coletazos de la dictadura y algunos tuvieron que retomar sus estudios a una edad adulta, con problemas laborales, hijos de corta edad y padres ya ancianos a su cargo. Por tanto, deberían aprovechar la oportunidad que les brinda nuestro actual Estado de bienestar. .
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