Saber estar es saber irse

Desde casi el inicio, un empresario debe tener su sucesión preparada

Miércoles, 3 de julio 2024, 01:01

La soberbia, ese gran pecado capital que a todos nos afecta y a algunos los secuestra. Ese enorme defecto que impide merecer felicitaciones porque uno ... mismo se aclama. Ese muro transparente que pretende ocultar tu normalidad con una supuesta divinidad...

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Y es la soberbia de creerse imprescindible la que hace que muchos líderes no trabajen en uno de sus principales cometidos: asegurar una sucesión que permita continuar la labor de la institución que lideran.

Desde casi el inicio de su periodo al frente de la compañía, un empresario debe tener su sucesión preparada. Debe pensar en el día después de su marcha, la cual puede producirse por múltiples causas, de forma ordenada o abrupta, natural o forzada. Y quiero resaltar un momento inusual, pero de gran talla personal, y es el que se produce cuando el líder percibe que otro puede hacerlo mejor. Que ha llegado el momento de irse, aunque no fuera lo previsto en ninguno de los planes.

El relevo debe tratarse de forma natural y estar listo pronto por si el cambio se produce antes de lo esperado. Significa la humildad de reconocerse finito e incluye el compromiso de buscar a alguien que te sustituya y lo haga mejor que tú. Porque he visto sucesiones realizadas para echar de menos al sucedido.

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Cuando el empresario es dueño y líder de su compañía, su compromiso es consigo mismo, con sus trabajadores y con todos los grupos interesados en su buen fin. No obstante, como dueño, puede hacer o deshacer a su antojo, aunque sea moralmente reprobable.

Pero cuando se lidera una asociación, este compromiso va mucho más allá. Los asociados han confiado en ti para que dirijas la asociación durante un tiempo determinado y, al final de tu periodo, debes comprometerte con lo que pasará después. No puedes dejar al azar lo que pudiera ocurrir, pues sería irresponsable permitir que oportunistas aprovechen las inercias para destruir el buen trabajo realizado.

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Y el sucesor, ¿qué compromisos tiene? Su compromiso absoluto es con la institución, con el legado recibido y consigo mismo. No se debe a su antecesor, sino a la historia de la institución, al propósito común y, por supuesto, debe cuanto antes empezar a considerar esa nueva sucesión en su trabajo.

Humildad para buscar, generosidad para escuchar y compartir, serenidad para evitar precipitaciones, acierto para seleccionar y respeto para aunar buenas voluntades. La única exigencia al sucesor es la entrega y la honradez, sin derechos ganados ni favores debidos.

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Qué bueno cuando esto sucede y qué gran legado se deja.

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