He veraneado y pasado largas temporadas durante toda mi vida en Santiago de la Ribera, San Javier, y me considero buen conocedor y enamorado de ... esta villa por su urbanismo, su clima y hasta por sus gentes. En consecuencia me siento ampliamente capacitado para opinar sobre sus pros y sus contras o, como dirían ahora los cursis modernos, sus fortalezas y debilidades.
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Siempre he admirado y considerado modélico el urbanismo de Santiago de la Ribera, en la parte de su Ensanche, no en la parte de lo que llamamos 'el Pueblo', que es tan horroroso como Lo Pagán. En los años sesenta del siglo pasado se había colmatado con edificaciones la primera línea frente al mar y empezaban a construirse las segundas líneas sin plan de ordenación urbana alguno. Conscientes de ello, no sé muy bien si el alcalde o la influyente alta clase social, ricos comerciantes y aristócratas que construyeron sus residencias de verano en la localidad, la entonces Diputación Provincial de Murcia encargó a sus ingenieros la redacción de un plan de ordenación urbana que denominó Proyecto de Urbanización y Ensanche de Santiago de la Ribera.
¡Y acertó! El Ingeniero CCP encargado debió de echar mano de manual y el manual no era otro que el conocido y afamado Plan de Ensanche de Barcelona que redactó Ildefonso Cerdá a finales del s. XIX. Siguiendo sus enseñanzas, se proyectó una cuadrícula de calles ortogonales de ocho, doce y veinte metros con dos grandes zonas verdes en su parte central y, lo que fue su mayor acierto, unas normas urbanísticas u ordenanzas de edificación aislada que dejaban espacio libre a las parcelas para su ajardinamiento. El Plan era deliciosamente disparatado en su extensión, pues sus dimensiones eran muy superiores a las necesidades de crecimiento de la Villa a corto y medio plazo, pero el tiempo y desarrollo del turismo le han dado la razón y vigencia hasta nuestros días.
El plan urbanístico de La Ribera es con seguridad el mejor de toda la costa murciana y alicantina
El Plan se cumplió en su generalidad, aunque con algunas excepciones, las torres. Había llegado el desarrollismo turístico y el modelo La Manga y al amparo de una figura alegal (los edificios singulares) se construyeron torres en altura hasta quince plantas sin ninguna limitación urbanística. En un principio las torres disponían en compensación a su excepcionalidad de grandes espacios libres privados y alejadas de la primera fila, pero este modelo duro poco y llegó la 'pajera abierta'. De tres torres con jardín se pasó a cinco torres en primera fila sin espacio libre y sin aparcamientos en su mayoría. No digo yo que las torres sean malas por naturaleza, porque son un signo de identidad de la Villa y personalizan el paisaje urbano con su silueta lejana, que rompe la monotonía urbana. Lo que sí critico es el abuso y la corrupción de aquellos tiempos al autorizar torres en primera fila con ocupación total de la parcela y en contra de la normativa urbanística.
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El plan urbanístico de La Ribera es casi con toda seguridad el mejor plan urbano de toda la costa murciana y alicantina próxima que conocemos. Basta con echar un vistazo a las fotografías aéreas que proporciona Google Maps para constatar cómo Santiago de la Ribera, junto a la Ciudad del Aire, que no olvidemos que es también un gran plan urbanístico, son un oasis de ordenación y vegetación asociada, en comparación con entornos más o menos próximos como pueden ser Lo Pagán y San Pedro del Ladrillar.
No obstante hay otras cosas que deben ser mencionadas a este respecto, con el solo ánimo de mejorar y evitar despropósitos como el recientemente denunciado caso de la casa junto al faro de El Estacio. En La Ribera se están demoliendo chalets con jardines para dar paso a bloques de apartamentos y el caso que más me indigna es la demolición de la casa de Florit y toda su masa arbolada de palmeras y pinos. No han dejado ni un árbol y donde había una magnífica vegetación se sustituirá por cemento, y en este caso el Ayuntamiento no puede decir que no puede hacer nada porque se cumplen las normas como en El Estacio, pero sí puede hacer algo de su parte para proteger la vegetación singular que existía ¿por qué no se hizo?
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Todo es mejorable si se tiene interés en ello, no es de recibo clamar ¡más turismo! y tener las playas echas una mierda. La Ribera tiene más de quinientos metros de playa inutilizable sin arena y con cieno, por lo que los usuarios tienen que concentrarse en dos o tres pequeñas playas que podrían considerarse aptas para el baño. El paseo marítimo es manifiestamente mejorable si se desalicatan todos los alcorques de las palmeras y taráis que se secaron y se plantan de nuevo. Y su prolongación en el tramo de la Ciudad del Aire interrumpida por los balnearios y clubs de aviación, ya no tiene excusa porque son instalaciones civiles a las que se dota de privilegios que ya no tienen justificación.
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