Cataluña en su salsa

El nacionalismo vasco y catalán han utilizado el victimismo histórico para hacer de sus comunidades las más ricas

Jueves, 16 de noviembre 2023, 00:52

Los españoles somos gente muy interesante, supongo que será por eso por lo que nos estudian tanto, sobre todo nuestros enemigos que no caben en ... sí de gozo al vernos destruir lo poco que va quedando de nuestra pasada historia. Historia que tiene su importancia para comprendernos y explicarnos. Pero hace mucho que aprendimos que la historia inspira más cuando viene maquillada o manipulada para que pierda lo que tiene de gloria colectiva y destaque la tragedia, la desdicha, la calamidad y el victimismo, con la que nos encontramos más cómodos, porque la historia es asunto engorroso. Al fin, no conocer la historia real nos aparta de nuestra condición singular para acercarnos a la insignificancia que es el estado en el que España se encuentra ahora. Ya sin presiones externas, sin leyendas negras y con total libertad para situarla cada uno donde mejor le parezca o donde mejor se acomode a su interés ideológico. Porque la historia manipulada ofrece grandes beneficios políticos y económicos y eso lo saben bien los extremos políticos, a izquierda y a derecha, y los nacionalismos que han hecho de la tergiversación y de la interpretación maliciosa su bandera. Este sentimiento antiespañol de ciertas minorías políticas y económicas siempre se ha impuesto, y con facilidad, a la mayoría, reinventando un pasado que nunca existió con el objetivo de obtener ventaja y beneficio.

Publicidad

Por eso me sorprende que nos alarmemos tanto con las medidas que se prevén para limpiar hechos y actitudes delictivas y contrarias al interés general que vienen de la necesidad y no de la virtud. Desde que se inventó la cruzada nacionalista, bien entrado el siglo XIX, y dio lugar a la fantasía novelada de los Elegidos, (mitos y leyendas imaginarias), en cada época de crisis el nacionalismo vasco y catalán han utilizado el victimismo histórico para obtener lucro y hacer de sus comunidades las más ricas y prósperas, las más industriosas y modernas. Ahora el paquete de compensaciones por su deslealtad, su insolidaridad y su odio institucional viene cargado de medidas políticas, judiciales, económicas, sociales y fiscales. Lo de siempre. Por eso, hablar de igualdad, cuando desapareció hace tiempo, y de convivencia cuando son ellos los provocadores no deja de ser una burla. Hablar de odio a Cataluña desde el resto de España es una falacia para intentar justificar el desprecio de unas minorías regionalistas, nacionalistas, racistas y supremacistas de la peor calaña, a todo lo español. En el resto de España hay catalanes y vascos trabajando o disfrutando de su ocio, hay apellidos vascos y catalanes en toda la geografía española e hispana y en ningún sitio he oído que les llamen símiles como maquetos o charnegos. Que el resto de los españoles lo pasemos como curioso o extravagante no quiere decir que seamos tontos de baba. La historia es de todos, no de unos cuantos aprovechados.

Se habla mucho de que la negociación para seguir en el poder a cualquier precio va a suponer la balcanización de España. Me temo que lo que se ha balcanizado es el PSOE, que pierde poder y que se va a limitar a gestionar unas cuantas comunidades a las que va a brear a impuestos en aras a mantener la supuesta igualdad y la deuda descomunal de unos y de otros, y para poder mantener su ritmo de vida frenético (en nada, no quedamos más que los murcianos para hacer frente al despiporre). Es de suponer que los gestores socialistas crean que esta forma de perdón y entrega desactivará los impulsos independentistas, como viene ocurriendo desde hace tiempo, por la pérdida de lo que llaman el relato, y que merece la pena por mantener y aumentar los nichos de votos en las comunidades aventajadas. No digo yo que no, y pudiera ser que así ocurriera, pero el votante socialista –aquel cuya economía y trabajo no depende del silencio ni forma parte de la élite extractora– intuye que su partido se ha convertido al nacionalsocialismo regional, le ha tratado con desconsideración y se ha aprovechado de su confianza para prolongar el poder de un grupo reducido e iluminado.

También se habla de la dignidad nacional perdida, pero esto ha quedado claro que es un concepto funcional de la propaganda fascista o franquista, como aquello de la unidad de destino en lo universal o Fuenteovejuna. Cambiar de opinión es digno y justo, es lo que hay que hacer para salvar a España de la reacción, entrar de una vez en la madurez democrática y en el progreso social, respetando a las minorías históricas y oprimidas, para superar y encauzar conflictos políticos y sociales arraigados. ¡Que así sea!

Publicidad

Solo me queda regocijarme por tener la posibilidad de dar la bienvenida al prófugo, a esta España enfervorecida, y lamentar que tuviera que salir en un maletero, valientemente, por una tontería. Desde luego, el socialismo es libertad.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Prueba LA VERDAD+: Un mes gratis

Publicidad