El 5 de agosto, el BORM publicaba el cese del director general de Universidades, Christian de la Fe, a petición propia, agradeciéndole los servicios prestados. ... La causa: las discrepancias con la consejera Valle Miguélez, sobre el procedimiento para la autorización a la UCAM del Grado en Veterinaria. La consejera y la universidad privada exigían un proceso exprés en un tiempo exiguo y un informe favorable, lo que sorprende sobremanera, considerando el procedimiento legalmente establecido.
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El exconsejero Juan Ramón Medina ironizaba sobre la mala suerte de la consejera al nombrar director general de Universidades a Christian de la Fe, encargado de resolver el expediente UCAM; por el contrario, creo que es oportuno subrayar la buena suerte para la Consejería, el Gobierno regional y el sistema universitario de haber contado con un profesional que antepone sus principios a la ciega obediencia política, el compromiso y la defensa de los intereses generales a las exigencias e intereses particulares, y la defensa de sus colaboradores frente a las acusaciones sin fundamento y las atosigantes presiones.
El Consejo de Gobierno agradece los servicios prestados al dimitido Christian de la Fe. Es de justicia, ante una impecable hoja de servicios a la Región y al sistema universitario: impulso al CEI Mare Nostrum –la agrupación estratégica de las dos universidades públicas–, la puesta en marcha del sello de calidad 'Murcia. Calidad Universitaria', la gestión de los primeros títulos de formación universitaria dual, el desarrollo de iniciativas para la formación universitaria en las empresas (Encuentros TFM/TFG), la elaboración del Decreto de desarrollo de las competencias de la CARM en los procesos de verificación, implantación y acreditación de títulos y, como colofón, el acuerdo con las universidades públicas de las bases del nuevo plan de financiación, atascado desde 2020.
Todos los que hemos trabajado con Christian de la Fe conocemos su obsesión por cumplir las normas
Todos los que hemos trabajado con Christian de la Fe conocemos su obsesión por el trabajo bien hecho y por el cumplimiento de las normas, en cualquiera de los asuntos que han sido de su competencia. El poco tiempo que ha estado en el cargo, le ha dado la razón. Sorprende, por contra, la actitud de la consejera, al querer darle la vuelta al procedimiento. No valen atajos, ni argumentos políticos, que empañen o vulneren el procedimiento administrativo.
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Durante muchos años he sido responsable del Servicio de Universidades y he participado, junto con el magnífico equipo de profesionales de la Dirección General y sus titulares, en un sinnúmero de expedientes de este tipo, para que el Consejo Interuniversitario los informase, previo a su autorización por el Consejo de Gobierno. Nunca se ha vulnerado el procedimiento, realizándose un trabajo impecable, digno de una Dirección General reconocida como una unidad excelente.
La UCAM disponía ya en octubre del pasado año del informe favorable de Aneca al plan de estudios del Grado en Veterinaria y el de verificación del Consejo de Universidades, y solicitó a la CARM su implantación a mediados del mes de julio, con el verano por medio y con el 15 de septiembre como límite legal para autorizar un nuevo título de grado, habiendo tiempo suficiente para presentar esa solicitud y que el expediente quedase resuelto en tiempo y forma. ¿Por qué tanta premura?
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En estos casos, lo adecuado es dejar trabajar al órgano instructor, comprobar, evaluar y buscar asesoramiento externo, para ello, la propia consejera suscribió un convenio con Aneca en octubre de 2021. No olvidemos que este título pertenece al área de Ciencias de la Salud, tiene carácter profesionalizante, está regulado por una orden ministerial y sometido a una directiva de la Unión Europea.
Lamentablemente, sustituir la política por el procedimiento tiene malas consecuencias, sin que ni la UCAM ni la propia consejera se diesen cuenta del valor añadido que suponía tener como director general de Universidades a un especialista, un reputado profesor e investigador y un evaluador europeo en la materia, al frente de un equipo de profesionales comprometidos con el servicio público, rigurosos y preparados, cuyas observaciones, sugerencias y comentarios hubiesen contribuido, en su caso, a resolver el asunto en las mejores condiciones, puesto que el único propósito era garantizar la legalidad del procedimiento y la calidad del sistema universitario.
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Los árboles no han dejado ver el bosque y, la presión y la sinrazón,obligaron a una persona honesta a presentar su dimisión, pese a sus múltiples intentos de explicar la situación y proponer soluciones en el marco de la legalidad.
Desconozco el resultado final de este embrollo, aunque lo presumo, con conflicto de intereses incluido. Sorprenden también los elocuentes y clamorosos silencios. Todo tiene un precio. Desde estas líneas, mi reconocimiento y gratitud a Christian de la Fe, el servidor público que, en tan poco tiempo, tanto hizo y que dimitió por ser fiel a sus principios. 'Rara avis'. Que cunda el ejemplo.
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