Universidades

Agentes del cambio

Las instituciones de enseñanza superior debemos marcar el camino

La igualdad de género ha avanzado mucho en las últimas décadas. Hay más mujeres con acceso a la educación, más mujeres en puestos directivos. Los derechos de la mujer han evolucionado notablemente. Pero aún queda camino por recorrer, ya que las mujeres siguen siendo víctimas de la violencia y la discriminación. Y, por término medio, las mujeres ganan salarios más bajos.

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En este contexto, las instituciones de enseñanza superior debemos ser agentes fundamentales del cambio. En los últimos años, el número de estudiantes y el de personal docente e investigador femenino ha aumentado en nuestras universidades.

Las cifras muestran un acercamiento a esa igualdad, pero este progreso no es homogéneo en todas las ramas del saber. Educación, Salud, Ciencias Sociales y Arte y Humanidades son mayoritariamente femeninas, con más del 60% de alumnas, incluso en Económicas y Derecho. Sin embargo, en Ciencias e Ingeniería sigue faltando talento femenino.

En los estudios de grado y máster hay más graduadas que graduados y es en Doctorado donde se iguala el porcentaje. Esto se refleja en la carrera académica. Hay igualdad en el cuerpo de profesorado, si eliminamos la categoría más alta, la de catedrático de Universidad. En cambio, en Arquitectura e Ingeniería seguimos siendo el 24%.

Y este recorrido se refleja en el número de rectoras que gobiernan las universidades públicas españolas: sólo 9 de 50, desde 2019 hasta 2024. Excluyo las universidades privadas en las que el rector no es elegido por sufragio universitario. Siguen existiendo problemas de conciliación, y por qué no decirlo, la 'falta de confianza' que nos impide presentarnos a las elecciones. Hasta 1910, las mujeres estábamos vetadas en muchas carreras. Desde entonces la progresión en el escalafón jerárquico ha sido muy lenta.

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Nuestros futuros ingenieros y arquitectos serán quienes diseñen nuestra tecnología y las ciudades del futuro. En los últimos 35 años, las patentes presentadas por grupos mayoritariamente masculinos están orientadas a cubrir necesidades masculinas. Entre las mujeres, las patentes solicitadas por equipos integrados por mujeres tienen un 35% más de probabilidades de cubrir una invención destinada a resolver problemas femeninos y la cifra se invierte cuando aumenta la presencia de hombres en el grupo.

Como refería al principio, hemos avanzado mucho si nos comparamos con las generaciones que nos preceden, quizás porque siempre nos inculcaron que debíamos luchar por nosotras a través de la educación. Nuestra juventud está sensibilizada en cuestiones de género, gracias a que su entorno más inmediato ha hecho un esfuerzo por educarles en igualdad. Pero en ningún caso debemos dar la tarea por concluida. La historia nos enseña que cualquier conquista social corre el riesgo de involución si no terminan de construirse consensos amplios que impliquen al conjunto de la sociedad.

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