Fotografía: Pepe H. / Tipografía: Nacho Rodríguez
Una palabra tuya

Vaya, el anciano Trump se mofa del anciano Biden

Domingo, 30 de junio 2024, 08:04

Vamos bien: un anciano frente a otro a lo último que están dispuestos es a ayudarse mutuamente, y de paso a pensar, utilizando la razón, ... siendo sensatos, y no con la vanidad dislocada, el bolsillo a reventar y el gusto que ya se le ha cogido a pisotear toda verdad, en el bien de su país. Un anciano de 81 años, que se dice pronto, y el otro, que se pavonea ante su contrincante como si fuese, como mucho, un hombre maduro triunfador en los negocios e irresistible para toda mujer que se precie, tiene 78; pero, eso sí, sabe que una palabra suya, bien dirigida a su público, es capaz de lograr que la Casa Blanca sea asaltada por una panda de disfrazados de vikingos, o de bisontes, poniendo en ridículo todo el historial democrático, y de paso a sus familias y antepasados removiéndose en sus tumbas, de los gloriosos Estados Unidos de América. El anciano de 81 años es Joe Biden, actual presidente de América, y el anciano de 78 es Donald Trump, expresidente que con su primer triunfo ya dejó pasmado a medio mundo civilizado y que, ahora, no tiene más empeño que volver al Despacho Oval, de nuevo con Melania Trump, pero descartados por el momento los vikingos.

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Se vieron las caras en un debate electoral que, cierto, en muchos momentos parecía un programa de humor, una chirigota de Cádiz o un mal sueño; ambos están llamados a dirigir uno de los países más poderosos de la Tierra, si bien sólo uno alcanzará tal honor, honor que veremos a ver cuántos quebraderos de cabeza nos traerá. Biden estuvo torpe, demasiado, y Trump estuvo como es él, o sea que ya podemos imaginarnos el pastel. Aquello fue un despropósito, que no terminó cuando se apagaron los focos, porque al de 78 años no se le ha ocurrido mejor cosa, para mostrar su sentido de Estado, su gran sensibilidad y que desconoce el dicho 'le dijo la sartén al cazo', que burlarse miserablemente de los despistes y tropiezos del de 81, ensañándose con él en uno de esos vídeos que tanto le gusta compartir con los suyos, que deben ser todos, como mínimo, hombres y mujeres con formación sobresaliente en el célebre MIT, Instituto Tecnológico de Massachusetts.

A Biden, hasta la prensa progresista le ha puesto a caldo y le ha pedido que, por lo que más quiera, y con el fin de evitar el desastre, renuncie a su candidatura prestando así, con razón, un último servicio a su patria. El panorama parece pura telerrealidad, pero no lo es. Lo hablé con Moisés Naím, uno de los grandes analistas políticos de la actualidad: tenemos grandes retos por delante y líderes políticos de escasa relevancia; mal momento este para dejar de fumar.

Casi que me atrevería a asegurar que ni el de 81 ni el de 78 años han leído 'El extranjero', la novela que Albert Camus publicó en ¡1942! Incluso, que a lo mejor tampoco lo han hecho dos franceses que andan disputándose el laurel de la victoria en las próximas legislativas, con un Presidente/Macron en horas bajas y con la exprimera dama gala, Carla Bruni, a punto de venirse a Cartagena para acariciar con su encanto y su voz la nueva edición de La Mar de Músicas. Uno de ellos tiene 35 años, Gabriel Attal, actual primer ministro; el otro, al que Attal le parecerá ya incluso un tipo demasiado mayor, tan sólo 28: Jordan Bardella, la gran esperanza, por supuesto blanca y heterosexual, de la extremista, según se entra lo más a la derecha posible, Agrupación Nacional. Se enfrentaron también en un debate: se descalificaron mucho, se escucharon nada. Tampoco en Francia es el momento idóneo para dejar de fumar. O de vapear. Y todavía menos de desentenderse.

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Valores

El protagonista de 'El extranjero', Meursault, mata inexplicablemente a un hombre y, sin intentar siquiera justificarse, se deja condenar a muerte. Esta novela, que transcurre en Argel, es toda una metáfora de la carencia de valores del mundo contemporáneo, en el que las guerras y otras formas de violencia han contribuido al fortalecimiento de la insensibilidad y de la falta de humanidad.

Meursault se siente ajeno a toda moral establecida, y tampoco parece concederle un gran valor a la Ley, aunque es respetuoso con las normas y, en general, no busca conflictos para vivir tranquilo; un día estalló.

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En los debates de los ancianos y de los jóvenes políticos la prioridad no era, ni de coña, hablar de humanidad, ni de sensibilidad, ni de respeto a los Derechos Humanos, ni del necesario rearme de las leyes que persiguen la corrupción, el abuso de poder, el acoso, la difamación, la mentira sistemática, la propagación de bulos, la incitación al odio...; tienen 81, 78, 35 y 28 años. No les veo quedando para irse juntos a jugar al pádel.

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