Las Semanas Santas

Murcia barroca, Cartagena militar y Lorca guerrera. Qué suerte que se manifieste la pasión de Cristo y el sufrimiento de su madre de esas tres formas

Digo las Semanas Santas porque en la Región de Murcia la tradicional celebración de los últimos días de la vida de Cristo se encuentra fuertemente ... enraizada en la conciencia de sus habitantes. Independientemente de sus creencias y pese a la constitucional aconfesionalidad del Estado español, los murcianos viven estas fechas pendientes de la exhibición de cuantas manifestaciones vienen a recrear aquellos acontecimientos, centrados siempre en el propio Cristo, personaje histórico al margen de lo que significa para nuestra religión mayoritaria, y de su madre, la Virgen María.

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Pero lo que realmente sorprende es el fenómeno consistente en las distintas formas de concebir esa exposición, la plasmación de la Pasión, en cada ciudad de la Región, siendo de destacar en este sentido las manifestaciones llevadas a cabo en las tres urbes más habitadas, Murcia, Cartagena y Lorca.

Resulta admirable observar cómo la Historia condiciona la forma de procesionar en estas tres ciudades, siendo tal diversidad fruto de la idiosincrasia de cada una de ellas.

Los lorquinos somos blancos o azules desde antes de nacer y hasta que desaparecemos

Comienzo por Murcia. Esta ciudad es, sobre todo, barroca y huertana, y ambas características parecen aflorar en cada una de las procesiones que los distintos pasos sacan a la calle en estas fechas. En todas ellas, las vestimentas de los nazarenos y demás artífices, sus colores, sus capirotes y hasta la forma de desfilar nos muestran a una población que lleva en su sangre la huerta. El barroco del mejor imaginero que ha tenido el país, Salzillo, se combina con el barroquismo de quienes portan sus creaciones y, en suma, Murcia, siempre generosa, se encuentra cada día de la semana con sus orígenes, con sus creencias y con su forma de destacar el valor de todo esto, de agradar a sus conciudadanos y de mantener la más arraigada de sus tradisciones. Por eso ser cofrade en esta ciudad es algo muy importante y por eso lucir artísticamente las representaciones de la Pasión se traspasa de generación en generación. Podrá modernizarse Murcia hasta la saciedad, pero su Semana Santa permanecerá siempre en el arcano de quienes habitan en el centro urbano y de quienes viven en la huerta.

De otro lado, la ciudad fundada por los mesenios hace tres mil años, la marinera Cartagena, tiene una identidad verdaderamente apabullante, dada la suma de singularidades que allí se dan cita. Y, cómo no, sus procesiones reflejan de una forma fiel el sentir de los cartageneros y su pasado y presente eminentemente militar. Es igualmente curioso detectar el parecido entre sus formas de procesionar y su larga convivencia con los militares. El rigor, la puntualidad, la seriedad y el orden son enormemente considerados allí, precisamente por la carga histórica de estos valores, por la influencia secular del fenómeno castrense. Ese esplendor y la belleza de sus imágenes pasionales nacen de la conservación y recreación de esos valores, envueltos en la brisa de la mar, y en la devoción de sus gentes. Y es que la ciudad se recrea en sí misma en esos días y muestra lo mejor de su personalidad, sin olvidar nunca su sentir marinero, su puerto, único en el Mediterráneo, y su pasado cultural.

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Finalmente, Lorca, mi pueblo. Esta ciudad fue fronteriza con los musulmanes durante dos siglos y sus pobladores estaban bien acostumbrados a que el repique de unas campanas o el sonido de una corneta los sacase de su casa y los emplazara inmediatamente en el campo de batalla, de ahí, entre otras consecuencias, la serie de castillos y torretas que se despliegan hacia Al Andalus desde su fortaleza alfonsina, pues eran las señales de humo las que de unas a otras avisaban de las acometidas de los enemigos de entonces.

Esa larga y constante confrontación condiciona el carácter belicoso de los lorquinos. Somos blancos o azules desde antes de nacer y hasta que desaparecemos.

Se citan en los desfiles bíblico-pasionales la historia, con figurantes de las civilizaciones precristianas y coetáneas a Cristo, también el arte, plasmado en los bordados con los que se atavían los distintos personajes, el singular discurrir por la 'Carrera' de enganches de varios caballos y los jinetes y amazonas montando los mejores ejemplares de ese bello animal.

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Pero sobre todo hay algo imprescindible y, a la vez, soporte de todo ese tinglado: la rivalidad entre dos pasos. La necesidad de vencer cada año al contrario, con los himnos, con las banderas y con el despliegue de 'fuerzas'. Locura colectiva.

Murcia barroca, Cartagena militar y Lorca guerrera. Qué suerte que en esta tierra se manifieste la pasión de Cristo y el sufrimiento de su madre de esas tres formas tan distintas, tan hermosas y tan apegadas al carácter esencial de cada una de las tres ciudades, ello sin desmerecer la serie de procesiones que se realizan de forma siempre peculiar y artística en muchas otras ciudades de nuestra Región.

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