Felizmente, ha pasado ya la fiebre anual de Halloween. Qué descanso y que frustración. Y es que resulta deleznable que un país como España, que ... cuenta con una enorme tradición para celebrar los días de todos los santos y de las ánimas en estas fechas, esto es de homenajear a los muertos, se pliegue tan rotundamente al imperio americano y acoja una fiesta que en modo alguno es característica de nuestra historia. Es preocupante que esa aceptación de lo ajeno conlleve la pérdida progresiva de lo nuestro. Y es que, cuando los ciudadanos del hoy considerado el país más poderoso de la Tierra, los EE UU, estaban todavía lanzándose flechas entre ellos, en España se realizaban manifestaciones literarias de índole varia, sobre todo representaciones teatrales, dignas de una cultura ya entonces consolidada y de alto nivel cultural. El Tenorio es el fenómeno más evidente de esa costumbre y, sin embargo, ahora cualquier joven desconoce qué es el Tenorio y quién lo escribió. Eso sí, hay que destinar cada año una semana a aquella fiesta pagana, totalmente espuria para nosotros, han de vestirse todos con ridículos ropajes y repetir cierta admonición a quienes con ellos se cruzan.
Publicidad
Es verdad que siempre los poderosos han llevado su cultura, y sobre todo sus tradiciones, a los pueblos que conquistaban, siendo el mayor referente sin duda cuanto trasladaban a esos territorios las legiones de Roma, pero de ahí a postrarse a algo que en América es tradicional, pero en modo alguno aquí, me parece una exposición del complejo que respecto de aquella nación se tiene, no solo en España, sino, quizás, en muchos países europeos. Además, nosotros no hemos sido conquistados por ellos.
Se dice que la fiesta de Halloween procede del culto a los muertos que practicaban los celtas y se sostiene igualmente que un reflejo de esta tradición viene constituida por la evocación de las meigas en Galicia, región española de algún origen celta, pero ambos fenómenos son bien distintos. Y, desde luego, esas singulares brujas son fruto de la imaginación de los gallegos, sin plasmación alguna en el resto de la península e islas que conforman España.
Qué desgracia, cuando los Reyes Magos sean definitivamente reemplazados por Papá Noel
Veo absolutamente inaceptable que en los colegios, incluso en los públicos, se interrumpan las clases para que el alumnado 'disfrute' de la parafernalia hallowiana, con aulas y pasillos cubiertos de signos de esa antiestética costumbre mortuoria. Y, sin embargo, la realidad me contradice cada año más, como si no pudiesen disfrazarse los niños en el Carnaval. Pronto celebraremos todos el día de acción de gracias y nos reuniremos familiares y amigos para presenciar en TV las insulsas películas, todas iguales, sobre un evento que ni va con nosotros ni tiene sentido o encaje en nuestras fiestas, en ninguna de las muchísimas que se celebran en todo el país.
Publicidad
Los romanos portaban cultura, los americanos portan solo celebridades de arraigo anglosajón y en nada coincidente con las hispanas.
Por este camino, se llegará a la supresión, pública y privada, de fiestas tan nuestras como lo son el nacimiento de Jesús o la epifanía, esa bellísima joya de la cristiandad ya de capa caída. Qué desgracia, cuando los Reyes Magos sean definitivamente reemplazados por Papá Noel o alguno de los iconos de sociedades completamente diferentes a la nuestra.
Se me podrá argüir que las celebraciones de Navidad sólo son satisfactorias para los cristianos, y no para los demás, pero, créase o no en la figura de Cristo y en su significación teológica, lo cierto es que representan uno de los basamentos de nuestra cultura y de nuestras tradiciones.
Publicidad
Y en ello hay que apreciar la realidad, pues una cosa es la religión y otra bien distinta es la esencia cultural de los españoles, una vez superado el nefasto nacionalcatolicismo de otra época ya muy pretérita.
Bien sé que, como se escribe en el Quijote, hacer el bien a los villanos es como echar agua a la mar, esto es, asumo que llego tarde ante la fuerte implantación de Halloween en España, pero quiero alinearme firmemente por quienes rechazan que un pueblo históricamente neófito, por su poder y su dinero venga a imponernos sus costumbres, sus fiestas. Que yo sepa, en Nueva York no se hacen corridas de toros. Por qué aquí hemos de asumir los ritos de los americanos, como el que comentamos o el de ciertos viernes del año. Y ello reconociendo que comercialmente ambas producen buenos resultados, mas no es todo el mundo de las finanzas, debiéndose recordar que un país que pierde sus tradiciones, entre ellas sus fiestas, pierde su esencia.
Publicidad
Es mi humilde opinión, pero seguro que algún lector estará conmigo. Espero que en la próxima Navidad se monten belenes en los colegios y en los centros públicos, es decir, se prolongue lo nuestro, venga de la cristiandad o de donde venga.
Prueba LA VERDAD+: Un mes gratis
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión