Los allegados a la política
Muchas veces no sabemos de dónde han salido, pero se arriman al poder o lo toman y no se van
Con motivo de los desplazamientos en Navidad, autorizando a familiares y allegados, se ha producido una controversia de quiénes son los allegados a las familias y, ante la duda, muchas comunidades autónomas han preferido autorizar solo la movilidad de familiares, que afecta, sobre todo, a los hijos e hijas que están en otros países o regiones.
Pero en otros ámbitos también hay allegados y destacan especialmente todos esos allegados a la política, que muchas veces no sabemos de dónde han salido, pero que se arriman al poder o lo toman y no se van. Los allegados a las familias se van cuando termina el motivo del encuentro; los allegados en política no se van, se quedan.
Los allegados en política son aquellos que entienden la política como un trampolín para obtener el poder, para beneficiarse o para conseguir un posicionamiento que les permita lucrarse. Saben que, si quieren tener un buen sitio en las listas electorales o beneficiarse en operaciones de dudosa legalidad, tienen que mostrar fidelidad siempre al líder. Hay que reconocer que algunos allegados son tan espabilados que, aunque se cambie de líder, siempre permanecen. Y, permanecen porque, en muchas ocasiones los nuevos líderes ven en estas personas gente que pueden utilizar para mantenerse en el poder. Los allegados siempre son fieles al poder, esté quien esté.
Estos allegados han ido aumentando en número, lo cual ha dado lugar a un deterioro de la democracia
Estos allegados en política son difíciles de echar, porque saben chantajear, amenazando con que determinados asuntos puedan llegar a la prensa. Si las circunstancias exigen que desaparezcan, hay que indemnizarlos o darles algún cargo importante. De vacío no se van. Incluso, cuando son detenidos y encausados por corrupción exigen que se muevan los hilos oportunos para salir indemnes.
Con el paso de la democracia, estos allegados han ido aumentando en número, lo cual ha dado lugar a un deterioro de la democracia y de la propia definición de la política como un servicio a la ciudadanía para buscar el bien común y promover la dignidad humana en la sociedad, incluida, la economía. Esto ha dado lugar a que mucha gente buena y que trabaja con el pueblo, que son personas populares, porque han trabajado en barrios u organizaciones sociales en beneficio de su comunidad, cuando se les pide que den un paso adelante y se incorporen a una lista electoral, sea del partido que sea, dicen que no, porque no están dispuestos a luchar por el poder y a participar en una forma de hacer política basada en el enfrentamiento, en vez del debate abierto; en descalificaciones en vez de argumentos, o en estrategias de partido para condicionar la opinión pública en vez de provocar el pensamiento crítico y que sea un electorado maduro el que interpele a los líderes y señale sus equivocaciones.
Estos allegados no cuestionan nada, son los que aplauden y dicen a todo que sí y alaban a los que ellos consideran los poderosos. Estos allegados impiden la llegada de otra gente que muestra otras actitudes y comportamientos, entre otros decirle al secretario o secretaria general que se ha equivocado o que así no se hacen las cosas o que está ejerciendo la dirección de una manera despótica. Al hilo de esto, recuerdo que recién ordenado de cura, en una reunión de compañeros de zona con el obispo, se me ocurrió hacer algunas aportaciones y matizaciones a lo que dijo el obispo y cuando terminó la reunión, a mí, que estaba muy orgulloso de haber aportado de una manera constructiva y respetuosa, me dijo un compañero, que llevaba muchos años de cura, lo siguiente: «¿Cómo se te ha ocurrido corregir al obispo, aunque estoy de acuerdo contigo? No sabes lo que has hecho. Empiezas muy mal. Al obispo hay que decirle a todo que sí, sonreírle la gracia y después hacer lo que tú quieras en tu parroquia».
No necesitamos allegados a la política, necesitamos personas que lleguen a la política de una manera provisional a este nivel, máximo ocho años. Personas que lleguen a la política para hacer de su país un espacio donde cada ser humano se considere un hermano o hermana. Personas que lleguen a la política para crear estructuras de humanidad y que sepan conjugar el verbo amar en relación a la política y la economía y buscar el bien de cada persona.
Hay personas que llegan a la política para crear bienestar, fraternidad y amistad social, como dice el Papa Francisco y otras personas, personas que son allegados a la política para enriquecerse y para ser serviles al poder, obteniendo privilegios y beneficios económicos. No caigamos en la defensa de esta clase de oportunistas y vividores, que tanto daño nos hacen.