Alguien voló sobre el nido del cuco
ARTÍCULOS DE OCASIÓN ·
Intentan poner en marcha un Pacto similar al de la Transición basado en globos sonda, sin suscitar el menor entusiasmoLa novela de Kem Kesey convertida después en una de las mejores películas de la historia del cine por Milos Forman, Jack Nicholson y otros, es la mejor alegoría que tengo a mano para hablarles hoy de los nuevos Pactos de la Moncloa que ahora se quieren emular. Todo el simbolismo de ese psicodrama cinematográfico es el espejo paradigmático de la España política actual donde, trasladándolo a la realidad, el manicomio sería España; Mc Murphy, el pueblo español; la malvada enfermera Ratched representaría a los partidos políticos ventajistas y sectarios; y el resto de personajes del reparto, tan variopinto, lo interpretaremos todos los españoles.
Intentar poner en marcha un Pacto similar al de la Transición basado en globos sonda sin suscitar el menor entusiasmo; con socios abiertamente desleales al orden constitucional, sentados en una ampulosa Mesa de Reconstrucción Social es un quimérico despropósito; sin un guion previo, ni objetivos, ni metodología, ni propuestas, pero sí con el propósito de meter en ese paquete gato por liebre, es una locura e irresponsabilidad comparable a la actitud de la enfermera Ratched. En el peor momento de la crisis pandémica, si el intento fracasa, añadiría más angustias colectivas a las sufridas hoy por el pueblo español, que sus hipotéticos beneficios. Sin señalar las líneas rojas infranqueables que impidan que en esa Mesa se propongan y acepten cambios constitucionales inasumibles, el desmembramiento de España, o avanzar en la idea utópica de una República Federal de los Pueblos Ibéricos, por ejemplo, solo conduciría a una traición histórica, y no a «relanzar y reconstruir la economía y el tejido social de nuestro país».
Estamos viviendo un momento de emergencia extrema que afecta a todos los españoles por igual donde el único pacto que se necesita es el de afrontar colectivamente, sin otros añadidos políticos, los principales problemas reales como son el económico social, las desigualdades existentes, la pobreza, el trabajo y el sufrimiento de los más desfavorecidos. Es extemporáneo en esa fantasmal mesa propuesta, incorporar el diálogo sobre el conflicto catalán por la exigencia nacionalista de autodeterminación en sus dos versiones: la recalcitrante chulería de Torra y la sibilina de Ezquerra en sus continuos intentos por destruir la integridad territorial española. Con Podemos sumándose abiertamente desde el mismo gobierno del que forma parte, a debilitar o menospreciar la figura del Jefe del Estado en su afán de implantar una República que aboliera la Monarquía parlamentaria constitucional vigente. En estos gravísimos momentos de crisis pandémica que vivimos, no habría nada más grotesco y vergonzoso que mientras la sociedad española, integrada por todo el entramado de profesionales básicos y voluntarios de todo tipo que nos emocionan con sus muestras de generosidad, solidaridad y sacrificio, jugándose la vida, algunos partidos estuvieran maniobrando para sacar provecho político en beneficio de sus proyectos sectarios.
Esa Mesa y Pedro Sánchez están bajo sospecha. De prosperar solo la mención de esas intenciones de Ezquerra y Bildu en el Pacto que se está empezando a urdir, sería la mayor estafa política, merecedora de la reprobación de la inmensa mayoría de los españoles, que señalarían a un único culpable como instigador. Y ese es el actual PSOE. Esta es una gravísima crisis sanitaria, económica y social, también es una crisis política real. No una crisis artificial permanente como la alimentada machaconamente por los egoísmos territoriales de los nacionalistas catalanes y también por los vociferantes populistas de izquierda y derecha, admiradores de Maduro o Bolsonaro, cuyos regímenes querrían importar a España.
Ahora, cuando ese gran 'Titanic' que es la economía global va directamente hacia el iceberg y ya se palpa el desastre que nos espera, puede ser que los nuevos Pactos de la Moncloa, con esos socios preferentes, nos dirijan a ese manicomio donde nos espera la estricta enfermera Ratched que primero nos dará sesiones de terapia de grupo, después terapia electroconvulsiva y por último puede que también seamos lobotomizados por una pretendida Agencia Única de Noticias bajo el exclusivo control de un gobierno disfrazado de enfermera Ratched.
En estos tiempos de confinamiento que estamos viviendo ahora, abatidos por el miedo, el aislamiento y el sombrío futuro que se avecina, solo existe una fórmula distinta como alternativa a esa indeseable Mesa propuesta por Sánchez para alcanzar un verdadero pacto de Reconstrucción nacional. Para evitar un guirigay bastaría con que PSOE y PP (me refiero a un PP centrista distinto al eco de Vox), los dos grandes partidos mayoritarios durante toda la historia democrática española representativos de la izquierda y la derecha y con mayoría absoluta en el Congreso, asumieran el encargo de elaborar un proyecto de Pacto y después mejorarlo y aprobarlo en «una gran Coalición en la que estén todos los que suman una responsabilidad, un firme compromiso», con el objetivo de beneficiar el interés de todos los españoles sin condicionamientos territoriales, ni populismos de izquierdas y derechas.
Pedro Sánchez y el PSOE han empezado con el paso cambiado constituyendo una indeseada Mesa de Reconstrucción Social, inhabilitando de esa forma un proyecto tan trascendente como emular el espíritu de una nueva edición de los míticos Pactos de la Moncloa que tantos bienes reportaron. Miren la foto de ayer y la de hoy. El popurrí de votos minoritarios y la composición artificial del Congreso de hoy, con este sistema D'Hont arbitrario e injusto, nada representativo de la voluntad mayoritaria del pueblo español.
Dicho queda y firmado. Me está pasando lo que a Saramago, que decía: «Cuanto más viejo, más libre me siento, y cuanto más libre, más radical». Solo por librarme de este manicomio.