Fotografía: Pepe H. Tipografía: Nacho Rodríguez

¿HAY ALGUIEN AHÍ?

No me diga que alguna vez o muchas no ha fantaseado usted con viajar a la Luna

Lunes, 22 de julio 2019, 21:44

No me diga que alguna vez o muchas no ha fantaseado usted con viajar a la Luna y, de paso y de paseo por el espacio, contemplar la Tierra, en toda su belleza y su misterio, desde tan silenciosas y desprovistas de humanos alturas. Me recuerda la astrofísica Eva Villaver que pisamos usted y yo un planeta que se formó hace 4.560 millones de años. Pero, estos días, la Luna y su capacidad para engendrar sueños y encender el deseo de amar y de gozar de las noches engalanadas con sábanas blancas y olor a jazmín, está siendo la estrella informativa, y disparando de nuevo la fascinación que el rico en enigmas espacio exterior ejerce sobre nosotros, tan afortunadamente todavía curiosos y sedientos de conocimiento y de no dar casi nada por imposible.

Publicidad

Escucho a Carlos González, exjefe de Operaciones de la NASA en Madrid, recordar que cuando la Humanidad hizo posible que se pudiese aterrizar en la Luna, y Neil Armstrong dijo aquello de «Houston, aquí Base Tranquilidad, el 'Eagle' ha aterrizado», nada menos que a Fresnedillas de la Oliva llegó la señal 0,4 segundos antes que a Houston. Ha llovido mucho desde entonces; en la Tierra se respira peor, la crisis climática se acentúa, y los despropósitos que tanto nos caracterizan como especie se multiplican, pero nada de eso ha logrado acabar con la enorme felicidad y entusiasmo que nos sigue provocando presenciar una estrella fugaz o saludar embobados a la Estrella Polar en esas noches en las que el cielo parece de veras ofrecerte su cuidado.

Ni que decir tiene que, se lo digo como lo siento y para que no se lleve usted a engaño, no creo que en los próximos años -vamos, ni tampoco en los siguientes- vayamos ambos a poder poner rumbo a la Luna, ni siquiera en plan Astolfo montados en un carro tirado por cuatro caballos de fuego, pero claro que, creo, nos gustaría experimentar un vuelo espacial. De esos que ya se han podido permitir algunos multimillonarios de los que no tienen que verse a mediados de mes haciendo lo mismo que nosotros: además de no olvidarnos de comprar el cupón de la ONCE, venga a hacer cuentas a la vez con los dedos de manos y pies.

Ya lo hizo el millonario estadounidense Charles Simonyi, uno de los primeros turistas espaciales en convertirse en historia y en poner cara de alivio una vez que volvió a comprobar, tras su costosísima aventura, lo maravilloso que es el aire que en tierra respiramos, ese aire que estamos empeñados en que enferme de desinterés, ignorancia y contaminación. ¿Se imagina que alguno de estos ricachones sedientos de jugar a los astronautas, a golpe de talonario, encontrase algunas señales de vida inteligente en el espacio? Que, por cierto, por muy inteligentes que fuesen quienes por allí habiten no creo que pudiesen entender algo que me dijo el amigable y muy buen tipo psiquiatra Luis Rojas Marcos, que «el goce con el sufrimiento ajeno es un rasgo exclusivo de nuestra especie».

Hoy, mientras millones de internautas en todo el mundo están ilusionados y embarcados en la búsqueda de señales extraterrestres inteligentes, por aquí seguimos partiéndonos las piernas -solidariamente, ¡eh!, sin marginar a mujeres y a niños en el reparto- y haciéndonos la puñeta con desenvuelta generosidad. Qué bien: de ambos sexos, y de todas las religiones y razas, empeñados en que cuando suenen las trompetas de Jericó, estas nos pillen en pleno desquicie universal.

Publicidad

Debería revisar sus palabras el investigador Eudald Carbonell cuando asegura que los neanderthales eran organizados e inteligentes como nosotros. Veamos, señor Carbonell: o eran inteligentes o eran ¡como nosotros! Albert Camus, que no era internauta pero sí inteligente, defendía en 'El verano' que «para comprender el mundo es preciso a veces apartarse de él». ¿Cómo de apartados, en el espacio sideral? Ya decía el bruto de Isidore Ducasse que su poesía consistiría, solo, «en atacar por todos los medios al hombre, esa bestia salvaje, y al Creador, que no hubiera debido engendrar semejante basura». ¡Oiga usted, Isidore Ducasse, que Neil Armstrong logró, tan solo con un paso, que la Humanidad diese un gran salto hacia adelante! Otra cosa es que nos encante joderlo todo.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Prueba LA VERDAD+: Un mes gratis

Publicidad