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Fotografía: Pepe H. Tipografía: Nacho Rodríguez

280.000 FIRMAS

Una palabra tuya ·

Las familias de Maribel Tellaetxe, que tiene alzhéimer, y de Luis de Marcos, que nos dejó en 2017 tras padecer una esclerosis múltiple, las han entregado en el Congreso para pedir la despenalización de la eutanasia

Lunes, 18 de febrero 2019

Les presento con emoción, lo reconozco, a una mujer en cuya situación, con toda seguridad, no querríamos estar ni usted ni yo. Una mujer normal, querida, a la que sus hijos elogian como una buena madre de cuyo vientre, de ser posible ese sueño imposible, volverían a nacer para de nuevo recibir sus cuidados, enseñanzas y su enorme cariño; y cuyo marido se siente un privilegiado por haberse encontrado con ella en la vida, y por ser el hombre al que ella le dijo «sí, quiero».

Les presento a Maribel Tellaetxe, una mujer vasca, de gran personalidad y 75 años de edad, que, fruto de su historia de amor y existencia en común con Txema Lorente, en tres días memorables dio a luz a David, a Rut y a Danel Aser. Una mujer corriente, una madre y una compañera entregada, y una enferma de alzhéimer, como tantas y tantos otros semejantes condenados por este mal a vivir como sombras, sin memoria de lo vivido y sin más futuro que depender de los demás como frágiles crías en sus nidos. Con suerte, cuidadas y queridas por los suyos amparándose en el deber, la gratitud y el amor. En muchos otros casos, dramáticos, abandonados a su suerte, a la gestión de los Servicios Públicos o a la bienvenida sea generosidad humana.

Maribel Tellaetxe, a la que les presento aunque ella ya no pueda saludarles, habitando como anda en un misterioso mundo, impenetrable y silencioso, lo tuvo claro y expresó su deseo con firmeza. Es fácil imaginarse el dolor con el que lo hizo, es fácil ponerse en el lugar desesperado de su familia. «Si empezara a olvidarme de amar, también quisiera dejar de vivir», dijo. No lo sé, no sé si cuando se pierde la memoria se pierde también el amor que anida dentro; no sé si hay otra memoria que tiene que ver con el alma...; no sé si los recuerdos de las caricias y los besos quedan adheridos a los latidos del corazón...

F

A Txema, David, Rut y Danel Aser les hizo prometer que cumplirían su voluntad, toda vez que ella ya no podría decidir por sí misma, ya que a saber qué espacios infinitos o que vacío estaría transitando su mente. La esposa de su vida, la madre de sus hijos, le pide que no la dejen seguir viviendo cuando la enfermedad le haga perder la cabeza; la madre a la que aman, la madre a la que desearían poder continuar contándole sus penas y tristezas, le pide mirándole a los ojos a uno de sus hijos: «Tenéis que hacerme una promesa: el día que no recuerde uno de vuestros nombres, ese primer día que veáis que os confundo, que no sepa cómo os llamáis, por favor, no esperéis a que me olvide de vosotros, a que no os reconozca como hijos o que no reconozca a aita (papá). Ese día me tienes que ayudar a marchar».

Tengo delante una fotografía de Maribel, junto al piano familiar, con la mirada huida del presente y rodeada con ternura por Txema, David y Rut. Qué misterioso resulta su rostro, qué cantidad de preguntas te surgen, qué trago tan amargo tiene que suponer para los suyos procurar llevar a cabo su voluntad. Perderla. Ya le decía yo a usted que ojalá no tengamos que vernos en una situación ni parecida. El Ayuntamiento de Portugalete se ha solidarizado con ella y con sus familiares y ha aprobado, con la abstención, no con el voto en contra, del único concejal del PP, una declaración institucional en la que solicita la despenalización de la eutanasia, algo ya vigente en Holanda, Bélgica y Luxemburgo.

Precisamente, fue a Holanda donde, desde Australia, voló el científico David Goodall, recién cumplidos los 104 años de caudalosa vida, para someterse a una eutanasia. «Siento que una persona tan anciana como yo debería tener los derechos plenos de un ciudadano, entre ellos el de la muerte voluntaria asistida», declaró antes de abandonar para siempre su tierra y, seguidamente, la Tierra. También miro ahora una fotografía en la que su nieto se despide de él antes de tomar su último vuelo. Te sientes mal, se te encoge el estómago.

Hace unos días, previos a este momento español tan convulso política y judicialmente, dos familias entregaron en el Congreso las 280.000 firmas que han conseguido reunir para pedir la despenalización de la eutanasia; la familia de Maribel, a la que ya conocen, y la de Luis de Marcos, a quien ya no podremos conocer porque nos dejó en 2017 tras padecer una esclerosis múltiple. Él ya no vive, pero sus allegados luchan por lo que creen mas justo: ayudar a evitar el sufrimiento innecesario, respetar la decisión tomada por cada hombre libre, por cada mujer libre. Es un tema espinoso, que requiere ser abordado con serenidad, con humanidad, con enorme respeto, con exquisita cautela, y yo apunto algo más: con caridad cristiana.

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