Nuestra Tierra

La grajilla, también en peligro

El 'Libro rojo de las aves de España' acaba de incluir a nuestro más pequeño córvido en la categoría de riesgo muy alto de extinción, al tiempo que se le sigue considerando una especie cinegética

Lunes, 30 de mayo 2022, 22:38

No son buenos tiempos para volar en libertad. Al menos si eres un pájaro. Más de la mitad de las especies de aves con presencia ... en España sufren dificultades de conservación y una de cada cuatro está en riesgo de extinción. Entre ellas se encuentra desde ahora el más pequeño de nuestros córvidos: la grajilla ('Corvus monedula'). Desde finales de 2021 este muy sociable animalito aparece en naranja (a un paso del rojo) en el afamado 'Libro rojo de las aves de España'. La edición que la Sociedad Española de Ornitología (SEO Birdlife) acaba de actualizar (tras 17 años), con el apoyo del Ministerio para la Transición Ecológica, le sitúa en la misma categoría de «riesgo muy alto de extinción en estado silvestre» que el águila calzada ('Hieraaetus pennatus'), el autillo europeo ('Otus scops'), el búho real ('Bubo bubo') y el buitre leonado ('Gyps Fulvus').

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Tras un minucioso censo nacional, coordinado por el investigador Guillermo Blanco, del Museo Nacional de Ciencias Naturales (dependiente del Centro Superior de Investigaciones Científicas, CSIC), ahora se conoce que en la Región de Murcia hay al menos 5.531 grajillas en ocho dormideros, lo que equivale a alrededor del 5% del número de ejemplares localizados en todo el país, cuya cifra precisa aún no se ha publicado, a la espera de ultimar el informe. El dato murciano lo adelanta el experto del grupo de anillamiento de la Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE) José Manuel Zamora, coordinador para la Región este censo invernal, que realizado el pasado diciembre.

  • Control biológico Las grajillas comen invertebrados, sobre todo en la época de reproducción, con lo que contribuyen a combatir plagas agrícolas.

  • Albañil natural Son capaces de construir unos agujeros para anidar que, cuando abandonan, son aprovechados por otras especies de importancia en nuestros agroecosistemas que, por su parte, no son capaces de hacerlos, como la carraca, el cernícalo vulgar y el mochuelo.

  • Enlace tierra y mar Favorece el intercambio de nutriente entre los ecosistemas terrestres, donde se alimenta, y acuáticos, donde forma dormideros invernales.

En contraste, la Consejería de Medio Ambiente estima una población de más de 90.000 grajillas, según los datos que ha facilitado para este reportaje, en los que se alude al 'Mapa Cinegético de la Región de Murcia 2021', elaborado sobre la base de los recorridos de muestreos y observaciones de los agentes medioambientales. Los responsables del censo nacional se sorprenden de un número tan alto, que califican de «nada realista y una auténtica barbaridad». Admiten que en su estudio se les pueden haber escapado ejemplares y algún dormidero, pero aun así no creen que el número total pudiera sobrepasar las 8.000.

Los coordinadores del censo nacional calculan 5.500 y creen muy exagerada la cifra de 90.000 que estima la Consejería

Dormideros en humedales

Los ocho dormideros invernales localizados en el estudio nacional están en todos los casos «formados en humedales, como es habitual», explica Zamora, antes de añadir que no se ha detectado la especie en otros cuatro humedales donde en años previos sí tenían formado sus dormideros. «La tendencia general de la especie en España es claramente regresiva», e incluso «en algunas provincias ha experimentado un declive superior al 50% en las últimas décadas». Los datos previos no son del todo precisos, dado que antes del censo de diciembre hacía ya siete años que no se había realizado otro igual, y en aquella ocasión (2015) la cobertura fue «notablemente menor». La Consejería cita además los datos de un estudio de la SEO referidos al periodo 1998- 2006 en el que ya se mostraba «una tendencia decreciente».

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En todos los casos, los resultados obtenidos «llaman a la acción en pos de su conservación», sentencia Zamora. Y esa acción pasa «en primer lugar», añade, por su «retirada de las órdenes de veda, al menos en todas las Comunidades Autónomas donde sigue su declive, aunque idealmente debería ser prohibida su caza dada la falta de argumentos científicos que justifiquen su control».

La tendencia general de la 'Corvus monedula' aquí es regresiva, coinciden todas las fuentes

Si bien nuestra legislación considera a la grajilla una especie cinegética, al igual que la corneja ('Corvus corone'), en ocasiones, como ocurrió en la temporada 2017/2018, se les excluye de la orden de vedas, «para no afectar a otras especies de córvidos más amenazados y por ser especies de poco interés cinegético», de acuerdo con la información facilitada por la Dirección General del Medio Natural. Para José Manuel Zamora, este hecho conforma «un claro ejemplo de la falta de criterios científicos para la gestión cinegética en nuestra Región». El coordinador del último censo de grajillas en la Comunidad Autónoma realizado por el CSIC observa que incluso en temporadas en las que la administración regional ha vetado la caza de la especie las estadísticas de la propia Comunidad reflejan ejemplares cazados en distintos cotos, «por lo que no sé muy bien bajo qué amparo legal se abatieron», lamenta.

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La Consejería concluye que «no se estima necesario tomar ninguna medida para salvaguardar la supervivencia de esta especie». La población atribuida y el escaso número de ejemplares abatidos avalan su postura, según justifica. En la temporada 2020/2021, por ejemplo, los cazadores de 914 cotos de la Comunidad (en total son 1.130, pero no todos cumplimentaron este requisito) han declarado haber abatido 102 grajillas. Sin embargo, la nueva edición del 'Libro Rojo de las Aves de España' considera que «las amenazas derivadas de la presión cinegética, unida a determinadas actividades consideradas como caza ilegal», están perjudicando especialmente a la grajilla, a la que cita entre «las especies amenazadas más afectadas» por estas prácticas, junto a la perdiz roja, la codorniz común, la perdiz moruna, el milano real y la cerceta carretona. El documento apunta además que «las prácticas cinegéticas pueden provocar de manera indirecta graves molestias» para especies que no se están cazando, y añade el peligro que supone «la contaminación por plomo en los ecosistemas».

Normativa especial

Zamora igualmente recoge la conveniencia de establecer algún tipo de normativa especial sobre los humedales donde la especie forma sus dormideros invernales, «que impida quemas o podas en el sustrato (carrizal, cañaveral, etc.) donde se forman esos dormideros». En realidad, muchos de estos espacios se ubican en humedales protegidos, aclara, pero otros se forman en acequias o humedales periurbanos sin protección, y cita el caso de uno de los más importantes dormideros, que se situaba en la Senda de Granada, junto a la ciudad de Murcia, pero que ha acabado desapareciendo por una «gestión inapropiada de la vegetación».

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Zamora reconoce que, pese al reciente esfuerzo para obtener más datos, «respecto a la población de grajilla en la Región de Murcia, está casi todo por descubrir». De momento, precisa, «solo sabemos qué zonas ocupa durante la reproducción y la invernada, pero quedan muchos aspectos interesantes por ser abordados». La Consejería recuerda por su parte que este mes de mayo «se ha iniciado el contrato con la Fundación Artemisan para el seguimiento biológico de las especies cinegéticas de la Región de Murcia por un importe de 381.333,34 euros para los próximos 44 meses, que se podría prorrogar a 56 meses». De este modo, concluye la fuente oficial «tendremos datos más detallados de la grajilla», nuestro córvido más pequeño, al que se sigue abatiendo como pieza de caza al tiempo que acaba de entrar en el funesto club de especies con «un riesgo muy alto de extinción».

Gusto por el sur

La mayoría de grajillas murcianas se reproducen en ramblas de la mitad sur de la Región, ante todo en las estribaciones de las grand sierras (Espuña, Carrascoy), y también de zonas con matorral mediterráneo y paisajes erosivos como Campos del Río, Gebas, Corvera y Sucina, entre muchas otras. También ocupa canteras abandonadas o activas, como ocurre en el Cabezo Gordo. Dada su dieta omnívora, interacona con las plantas de tratamiento de residuos a cielo abierto (vertederos, por ejemplo el de Cañada Hermosa), donde puede acceder a una fuente de alimento de origen humano, detalla el experto José Manuel Zamora, con el peligro a una «exposición a determinados químicos presentes en estos alimentos de baja calidad».

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