Salvar la naturaleza es en realidad salvarnos a nosotros mismos

PEDRO LUENGO MICHEL

Martes, 18 de mayo 2021, 22:06

Cada año, al acercarse el 5 de junio, Día Mundial del Medio Ambiente, me sorprendo echando la vista atrás, para «ver la senda que nunca ... se ha de volver a pisar», como reza el famoso poema de Antonio Machado, y analizar nuestra imborrable huella ecológica, y las enormes pérdidas de oportunidad que hemos dejado pasar, un año más.

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No se trata de una mirada nostálgica, sino de la constatación de que nuestro modo de vida nos convierte en el ejército de Atila: por donde pisamos, no vuelve a crecer la hierba. Avanzamos imparables, al son del tambor del progreso y la economía, sin mirar las consecuencias que dejamos atrás, sin mirar al abismo que tenemos delante. Puede parecer exagerado, pero numerosos estudios nos asoman a un futuro bastante oscuro de seguir por esta senda: contaminación, cambio climático, pandemias...

Me asaltan entonces las palabras del jefe de la tribu Suwamish de Seattle, en su carta al presidente de los Estados Unidos. Sorprende su vigencia, más de siglo y medio después. Abruma su clara comprensión de nuestra dependencia de un medio ambiente sano. No precisaron de un Panel Internacional de Expertos para entender que necesitamos a la naturaleza para obtener alimentos, agua y aire, el sustento de la vida.

Avanzamos imparables, al son del tambor del progreso y la economía, sin mirar las consecuencias que dejamos atrás, sin mirar al abismo que tenemos delante

Aterrizando en la Región de Murcia, desespera comprobar que las organizaciones ecologistas repetimos cada año muchas de nuestras reivindicaciones. Y no por ser reivindicaciones utópicas, en realidad muchas son tan 'transgresoras' como pedir que el Gobierno regional cumpla la ley.

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Dichos incumplimientos, que duran décadas, provocan la desprotección de nuestro patrimonio natural, que acaba arrollado por el mal llamado progreso. Y cada año que pasa sin ponerle remedio supone una oportunidad perdida, y un paso más hacia el precipicio. Por ejemplo, la mayoría de especies animales y vegetales amenazadas siguen sin planes de gestión aprobados, tras más de quince años superado el límite legal. O espacios protegidos como el Parque Regional de Cabo Cope y Puntas de Calnegre siguen sin su Plan de Ordenación de los Recursos Naturales (PORN), a pesar de ser declarado hace casi treinta años.

¿Por qué son importantes estos planes? Porque son los que hacen efectiva la protección, poniendo límites y condicionantes a las actividades, para hacerlas compatibles con la preservación de esa naturaleza de la que dependemos.

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Además, un medio ambiente sano y rico en especies no solo nos proporciona los elementos básicos para la vida, también nos presta otros servicios muy importantes. Así, voces reconocidas como la de Fernando Valladares, biólogo del CSIC, nos advierten de la importancia de conservar la biodiversidad para protegernos de zoonosis y pandemias, como la de la Covid-19.

Así que, la próxima vez que nos enfrenten a la falsa dicotomía entre naturaleza o economía, recuerde las palabras del comisario europeo de Medio Ambiente, Janez Potocnik: «Si crees que la economía es más importante que el medio ambiente, intenta aguantar la respiración mientras cuentas tu dinero».

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