Santiago del Álamo junto a un ejemplar de tajinaste rojo.

Santiago del Álamo: «La I+D de la naturaleza nos sobrepasará siempre»

«El antropocentrismo actual deberá sustituirse por una cultura más ecocentrista», afirma el coordinador de proyectos del CEEIC y emprendedor social

G. S. FORTE

MURCIA.

Martes, 8 de junio 2021, 21:54

Tras años ayudando a crear cientos de proyectos de todo tipo en el ámbito de la tecnología en el Centro Europeo de Empresas e Innovación ... de Cartagena (Ceeic), Santiago del Álamo (Cartagena, 1983) se rinde como consumado experto en cultura emprendedora e innovación ante el cimbreo de una palmera de decenas de metros expuesta, sin quebrarse, a un fuerte viento de levante. «Dependemos absolutamente de la I+D de la naturaleza», concluye el también presidente de la organización no gubernamental Creect, volcada en la concienciación medioambiental.

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Históricamente hemos transformado la naturaleza para nuestros fines. ¿Es ahora factible el camino inverso: transformarnos nosotros para salvar a la naturaleza?

–Es un imperativo para la supervivencia del ser humano. Al igual que el renacentismo y el humanismo descolocaron al imperante teocentrismo, la actual cultura del antropocentrismo deberá ser sustituida por otra más ecocentrista, donde el ser humano sea relegado del centro de la diana, y su consumismo descontrolado, el lucro casi enfermizo, sea medido más por su impacto sobre el resto de seres o ecosistemas que por su precio. Es un desafío moral, una concepción de la vida. Se trata de luchar contra un sistema que nos ha llevado a contraer malos vicios y enfermedades como sociedad, al pensar que todo era dominable, que todo era nuestro.

«El consumismo descontrolado debería medirse más por su impacto que por su precio»

Si tras buena parte de los males del planeta está el desarrollo humano, ¿no es una contradicción pensar que la solución está en más I+D?

–Para nada. La I+D ha sido, es y será clave en la historia humana. Lo que es una contradicción es usarla en nuestra contra. Lo acabamos de vivir en Cartagena en una lucha social sobre la instalación de cientos de hectáreas de placas solares en la única parte del Campo de Cartagena que resiste ante la agricultura intensiva y el ladrillo. Nuestro lema era fotovoltaica sí, pero no a cualquier precio. Las energía renovables están destinadas a descarbonizar el planeta, pero no a cualquier precio. No se pueden destrozar ecosistemas para instalar placas. Para eso hay muchos tejados públicos y privados, parkings, carreteras, etcétera, que se pueden cubrir.

¿Cómo compatibiliza su alma de emprendedor con el cuidado medioambiental?

–Ambas cosas son inalienables a la condición humana. Me dedico al mundo de la empresa, y del emprendedor siempre digo que decidimos erguirnos y asumir riesgos para liberar nuestras manos, para ver qué hay más allá de la colina. Tan solo un sistema (incluyo la educación, el sistema laboral, la cultura) donde se imponen miedos y barreras sirven de manera irracional para desconectarnos de esa condición. No compatibilizo nada, simplemente soy consciente de que en mi naturaleza humana ser emprendedor y cuidar del medio ambiente son condiciones inseparables.

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«Para qué destrozar ecosistemas con placas solares, para eso ya hay muchos tejados»

¿Es optimista con los proyectos de economía circular que se impulsan desde Europa?

–Sí. Nunca se había puesto tanto el foco en la política medioambiental como se hace ahora. Viene desde la Cumbre de Roma, el Tratado de París y otros puntos de inflexión que ha habido sobre el medio ambiente en el mundo. Es alentador ver cómo se integran los objetivos de desarrollo sostenible en las corporaciones, en los gobiernos, en las empresas y básicamente en la sociedad. Creo que se va por buen camino, pese a que el reto es imponente. Si bien es cierto que muchas veces iniciativas como la ley de cambio climático, aprobada en mayo, se quedan un poco cortas para llegar a los objetivos planteados desde Europa.

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¿Qué más debemos hacer?

–Las políticas de compensación de C02, por ejemplo pueden ir a más. Creo que la base de todo el problema es un concepto socioeconómico que está basado en la cultura de la que venimos.

¿Cómo podemos cambiar ese concepto socioeconómico?

–Creo que es muy importante empoderar de nuevo al ciudadano. Vuelvo al ejemplo de la liberalización de la energía. Creo que se abre una ilusionante posibilidad para el ciudadano al recobrar su capacidad de generar energía por sí solo, a través de cooperativas y empresas sociales. Desde nuestra asociación estamos planteando la creación de una primera cooperativa de autoconsumo energético, como se señala desde la propia legislación europea. Hemos perdido el poder por estas políticas neoliberales que han cedido todo el control de nuestros servicios básicos a las empresas privadas, lo que ha hecho que el ciudadano realmente esté descapitalizado. Ahora se abre un paréntesis muy interesante para poder recobrar el poder desde lo más bajo, desde el ciudadano. También de cambiar nuestros hábitos en cuanto al cultivo, a la ecología, enseñar fórmulas de consumo de cercanía, con una huella de carbono mínima, por ejemplo. Es un punto de cultura, de economía, de hábitos sociales muy importante. Creo que debemos dejar de consumir tanto. Tenemos que valorar las cosas no solo en precio sino en su huella de carbono. No todo se trata de que puedo comprarlo porque gano 10.000 euros al mes. La provisión que tenemos de materias primas que nos aporta el planeta prácticamente no llega ya ni a la mitad de año. Nos comemos el planeta a crédito todos los años.

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¿Cuánto de I+D tiene un árbol?

–Pues yo creo que la tiene toda. Yo no he aprendido más de ningún libro ni de ninguna teoría, ni de ninguna presentación ni exposición que de la observación de la propia naturaleza. El otro día observaba una palmera, una washingtonia, no sé los metros que tendría realmente, y la veía zarandearse con un levantazo y pensaba: ¿cómo puede ser que no quiebre? Requeriría muchos recursos para el ser humano construir una estructura tan flexible, tan poderosa, que se mantuviera tanto en el tiempo. La I+D de la naturaleza nos sobrepasa y nos sobrepasará siempre.

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