Hilarión Pedauyé Armengol: «Intentamos de alguna manera embotellar el paisaje»
«Nunca habíamos tenido las necesidades básicas tan cubiertas, por eso prestamos más atención al medio ambiente»
Profesionalmente, el alicantino Hilarión Pedauyé (Almoradí, 1982) es agente medioambiental en la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS), del Ministerio para la Transición Ecológica. Pero ante ... todo es un viticultor y enólogo que ha consagrado estudios, ocio y hacienda a practicar «una viticultura de conservación que cuida mucho la fauna y la flora asociadas al agroecosistema».
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–¿Cuál es su cometido concreto como agente medioambiental?
–Soy agente medioambiental en la CHS, adscrito a la Comisaría de Aguas mediante el servicio de policía de aguas y cauces. Nuestra labor comprende la vigilancia del dominio público hidráulico en toda la cuenca hidrográfica del Segura. Yo estoy destinado en la plaza de Orihuela, aunque he realizado también algún trabajo en la Región de Murcia.
«Me encantan las tierras de frontera, la vida al límite y la diversidad que enriquece, como en las tierras altas de Abanilla»
–¿Cree que tenemos bien vigilado nuestro medio ambiente o las alarmas acaban saltando únicamente cuando ya tenemos una emergencia encima?
–Hay muy buenos profesionales con altas capacidades para desarrollar trabajos técnicos dentro del sector. En el servicio de la CHS, encomendado a la Comisaría de Aguas, he encontrado a personas increíblemente capaces de implementar proyectos medioambientales e hidráulicos. Aunque, respecto a la vigilancia quizás el problema se encuentre más relacionado con la falta de personal existente en líneas generales dentro de la Administración pública. No obstante, cuando tenemos la emergencia encima, la capacidad de respuesta es inmediata y los equipos humanos realizan todo el trabajo que sea necesario para sacar a delante esa circunstancia concreta.
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–¿Qué medios precisamos para mantener bien protegida nuestra naturaleza?
–Más que medios diría conciencia. Nuestro entorno más inmediato está siendo vilipendiado por nosotros mismos. Al final, es como el vigilante de carreteras. Él hace su trabajo, pero los que tiran las basuras a las cunetas son los ciudadanos que no están concienciados. Proteger la naturaleza es una cuestión que nos compete como sociedad. Somos todas las personas que vivimos en el entorno que nos rodea las que tenemos la capacidad y obligación de protegerla.
–¿Cree que prestamos más atención ahora como sociedad a estos temas o, de hecho, estamos más despistados?
–Creo que actualmente estamos más preocupados por el medio que nos rodea. Más que nunca. Evidentemente, cuando las necesidades humanas más básicas están cubiertas es cuando comenzaremos a tener una conciencia ambiental, como bien expresa la pirámide de Maslow. Es por tanto cuando las necesidades fisiológicas, de seguridad, afiliación y reconocimiento están cubiertas cuando podemos preocuparnos por el medio ambiente. Nunca hasta ahora habíamos tenido las necesidades básicas tan cubiertas. Por tanto es el momento en el que prestamos más atención a los temas ambientales.
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«No concebimos la innovación sin conocer bien la tradición»
–Usted se ha centrado en la recuperación de viñedos y vinos. ¿En qué consiste?
–Comencé hace muy poco tiempo, en 2018. Mi intención era hacer mi propio vino y elaboré unas 1.200 botellas. Posteriormente conocí a mis actuales socios en el mundo de la viticultura, la enología y la comercialización. Fue entonces cuando montamos una empresa que se llama Sopla Levante, en alusión a una situación atmosférica de llegada de frescor y nuevos aires. Trabajamos en el Sureste peninsular ibérico, en las provincias de Murcia, Alicante y Valencia. Nuestro objetivo es recuperar formas de hacer de antaño con la tecnología enológica actual. No concebimos la innovación sin un conocimiento profundo de la tradición. Nuestra forma de trabajar en la viticultura es manual y muy respetuosa con el medio natural. Practicamos una viticultura de conservación que cuida mucho la fauna y flora asociada al agroecosistema. Plantamos especies autóctonas en los linderos de las viñas para dar vida acogiendo a todo tipo de fauna. No utilizamos productos químicos de síntesis en ninguno de nuestros cultivos. Respetamos la vida asociada a la viña. Lo mismo que hacemos con los vinos siendo una enología de mínima intervención: utilizamos levaduras autóctonas, no filtramos de manera exagerada y no adicionamos ningún tipo de sustancia extraña al vino. Conseguimos así una expresión máxima del terruño. Intentamos de algún modo embotellar el paisaje.
–¿Qué ha descubierto con esta actividad?
–Desde muy joven me sentí atraído por el mundo de los sentidos. Oler y saborear siempre estuvieron en mi elenco de juegos y experimentos. Cuando terminé la carrera, mi primer trabajo fue en una bodega en La Rioja de la mano de Álvaro Palacios. Me vine con la idea de hacer mi propio vino. Diez años después comencé un máster en viticultura y enología en la Universidad Miguel Hernández para poder hacer el vino que tenía pensado. Para mí es muy importante la formación continua, así que no he dejado de hacerlo. Durante el desarrollo de esta actividad lo mejor han sido las personas que he ido conociendo en el trayecto.
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–¿Qué pierde la naturaleza con los viñedos que están desapareciendo en la Región?
–Capacidad de resiliencia. Los viñedos, junto a otros cultivos de secano como los almendros, algarrobos u olivos, son el primer frente de defensa frente a la desertificación y la crisis provocada por la demanda hídrica. Aunque se pueden regar, son cultivos tradicionales donde el espacio sigue siendo aprovechado de forma sostenible y duradera.
–¿Cuál es su rincón natural preferido en la Región de Murcia?
–Las tierras altas de Abanilla, donde crece el cantueso y se habla valenciano en la Región de Murcia. Me encantan las tierras de frontera, la vida al límite y los espacios donde la diversidad acoge un enriquecimiento cultural, administrativo y natural, que pocos espacios como las pedanías de Abanilla mantienen vivos. Me refiero a La Umbría, El Cantón y a La Cañada de la Leña. Son espacios que en su día llegaron a tener una indicación geográfica específica sobre vinos, pero que ahora siguen siendo como lo fueron antaño tierras adscritas a la Denominación de Origen Protegida Alicante.
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