¿Cuándo acabará México de perdonar a los españoles?
En un momento dulce para los inversores, el enfrentamiento entre los dos países se podría solventar en la próxima Cumbre Iberoamericana
Las 435 obras vinieron de México en tiempo récord, para ocupar cuatro grandes espacios culturales españoles, como el Museo Arqueológico Nacional o el Instituto Cervantes. ... Por orden expresa de la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, la exposición 'La mitad del mundo. La mujer en el México indígena' llegaba al país que, según ella, debía pedir perdón por las tropelías cometidas durante la conquista americana. Era un momento tenso, que se extendía desde que López Obrador escribió al Rey, pidiendo que «admita su responsabilidad histórica por esas ofensas y ofrezca las disculpas o resarcimientos políticos que convengan».
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Era el año 2019. La Casa Real no respondió al envite. Tampoco el Gobierno, hasta el viernes de la semana pasada cuando se inauguró la macroexhibición y el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, tomó la palabra. Allí reconoció, por primera vez en más de 500 años, que sí, que en la ocupación española en América se produjeron actos que causaron «dolor». «Como toda historia humana, (la conquista) tuvo claroscuros. Ha habido dolor e injusticia hacia los pueblos originarios. Hubo injusticia, justo es reconocerlo. Esa es parte de nuestra historia compartida, no podemos negarla ni olvidarla», dijo.
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Se refería Albares, sin mencionarlo explícitamente, al «acontecimiento (…) tremendamente violento, doloroso y transgresor», donde hubo «innumerables crímenes y atropellos». En aquella misiva, López Obrador las había desgranado: imposición del catolicismo y el castellano, usurpación de tierras, esclavitud y saqueo de riquezas naturales. Aquella posición del mandatario mexicano seguía lastrando las relaciones entre los dos Estados, al sucederle su discípula, que alargaba su posicionamiento acusatorio por «ilegalidades y crímenes» y condicionaba la «reconciliación histórica». ¿El Gobierno español cedió hace diez días ante la presión para reconocer esos «agravios» causados a los mexicanos?
El pronunciamiento del Gobierno ha contentado a medias las exigencias mexicanas
«El tema está muy polarizado», advierte Rogelio Núñez, investigador para América Latina del Real Instituto Elcano. «Hay tantos extremismos en España que, cuando se habla de su papel en América Latina durante la conquista, surgen los que lo ven todo bueno y perfecto frente a los que creen que fue un imperio destructor que acabó unas civilizaciones desarrolladas. Por otra parte, los modos y maneras del gobierno mexicano han sido muy de cara a su electorado, para agradar a ese voto antihispanista que ha existido tradicionalmente en México. Se ha embarrado mucho el terreno, con cruces de declaraciones que dificultan que se llegue a acuerdos dentro de las relaciones diplomáticas, sin politizar ni hacer nacionalismo».
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Rebajar la tensión
La idea de Sheimbaum de traer a España una exposición de arte prehispánico femenino se puede entender como una forma de trazar puentes nuevos, sin renunciar al enunciado ideológico de su mentor. Es decir, sin dejar de exigir perdón a la nación conquistadora y sin modificar el ideario de que la identidad mexicana se sustenta en el pasado indígena, sobre todo azteca. «Aunque el mensaje se mantiene duro en la exigencia de disculpas, el envío de una enorme cantidad de piezas en un proceso muy acelerado e inusual para las instituciones españolas que las acogieron, se muestra como un intento de distensión», analiza Jorge Volpi, escritor mexicano con residencia en España y actual director artístico de Conde Duque (Madrid), que estuvo en el acto en el que Albares pronunció su polémica frase.
«Finalmente, el Gobierno de Sánchez, que había estado muy reacio a cualquier tipo de entendimiento debido a las presiones internas, junto a las del PP, Vox y la Corona, tomó la mano tendida y reconoció que durante el proceso de conquista hubo una enorme cantidad de injusticias hacia las poblaciones indígenas originarias. Pero Albares no pidió disculpas, simplemente reconoció un hecho histórico», afirma Volpi.
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Las tensiones previas, que requirieron de un apaciguamiento recíproco, se podrían haber producido por un clima político y diplomático que instigó el primer movimiento de López Obrador, seguido por Sheinbaum como en una partida de ajedrez. «El Ministerio de Exteriores no había hecho bien su trabajo. Cuando se plantea una cuestión tan delicada y tan históricamente falsa como que España pida perdón, se está ignorando cuál fue la labor de España en México, que nace como nación después de la labor civilizadora de Hernán Cortés, y el primer mestizo es Martín Cortés, su hijo con Malinche», señala Juan Manuel García-Margallo, exministro de Asuntos Exteriores entre 2011 y 2016. «Es la realidad histórica que nosotros afirmamos con el consentimiento de las cancillerías y de la presidencia mexicana, y que ahora se ha invertido, es decir, se ha negado. Sacar viejas heridas con una interpretación rigurosamente ahistórica, no creo que ayude en absoluto».
El siguiente movimiento en este baile entre México y España podría suceder en un contexto más amplio, Latinoamericano, en el marco de las Cumbres Iberoamericanas. «Sería un buen momento para zanjar este tema de una vez por todas», aventura como hipótesis Núñez. «Si tras una amplia y larga puesta en común entre España y los diferentes países latinoamericanos se pusiera negro sobre blanco alguna declaración que tenga, por una parte, que España lamenta las injusticias y los excesos, y por otra, que también se ha construido una comunidad iberoamericana con raíces históricas, fuertes pilares actuales y, sobre todo, proyección de futuro». La próxima cita de este tipo será el año que viene en Madrid. «Podría ser un buen momento», comenta Núñez.
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Sin embargo, tal vez no haya llegado el momento de esa gran conciliación. «Las cumbres Iberoamericanas que se han celebrado bajo el período de Sánchez no han sido óptimas, siendo el punto más bajo la cumbre de Ecuador del año pasado, a la que no asistió ningún presidente iberoamericano excepción hecha del anfitrión. Es decir, el rey se reunió consigo mismo», asegura Margallo, que cita a Alfonso Reyes y Octavio Paz para demostrar la existencia de ese otro sentimiento mexicano, más cercano a España.
De la ficción a la realidad
Las interpretaciones de los hechos se tiñen de una amplia gama de grises y hace recurrente la exigencia latinoamericana de pedirle a España disculpas por los acontecimientos ocurridos hace cientos de años. «La historia no está en el pasado, la leemos desde el presente y, por lo tanto, siempre ha tenido usos políticos, además de culturales», razona Volpi. «Las lecturas actuales no tienen que ver directamente con los hechos, sino con la interpretación y el relato que de esos hechos se hacen en el presente por razones políticas. No hay dos relatos enfrentados, el mexicano y el español, sino muchos distintos, porque las sociedades, latinoamericanas y española, son muy complejas. En México está la ficción nacionalista de que todos somos directamente herederos, no del México prehispánico, sino directamente solo de los mexicas».
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«Pensar que todos los mexicanos somos herederos directos de Moctezuma y de Cuauhtémoc también es una fabulación histórico-política y, por lo tanto, que la exigencia de disculpa sea basada en ese momento también es cuestionable», prosigue Volpi. «Sí hubo actos de brutalidad enormes que no deben de ser silenciados, y que deben ser reconocidos, pero también se creó una cultura híbrida y mestiza que, después de las independencias, sometió y sigue sometiendo a una injusticia ancestral a las comunidades indígenas originarias».
Con ese primer pronunciamiento del Gobierno, exagerado para unos e insuficiente para otros, que contentó a medias las exigencias mexicanas (Sheinbaum dijo que era un «primer paso muy importante»), ¿existe la posibilidad de un efecto contagio a otros países americanos? «Ya se está viendo esa búsqueda del paraíso perdido», responde García-Margallo. «Es algo que se ha extendido en algunas otras naciones iberoamericanas. Eso habría que corregirlo con una muy intensa labor de aproximación, de reafirmación de los lazos que nos unen, de la importancia que tiene el legado hispánico».
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Ahora bien, aunque se extienda, otros países de la región carecen de la fuerza que tiene México. Por una parte, el español es una de las grandes potencias lingüísticas por la aportación mexicana, unos 130 millones de habitantes, una buena parte en Estados Unidos, recuerda Núñez. «Y además de los valores culturales e históricos están las inversiones españolas en México y, algo que se olvida, sobre todo las mexicanas en España. Hay vínculos económicos bidireccionales muy importantes. Uno de los mayores inversores extranjeros en España son las empresas mexicanas. No es como en los noventa, cuando España invertía de forma unidireccional. En esta realidad, hay que tratar que el pasado no sea un lastre».
Las «ficciones», como las llama Volpi, construidas a partir de la Historia suelen trastocar la vida de las personas de carne y hueso. «Alteran la realidad», dice el ensayista mexicano. «Siempre pasan a la vida real». Allí están tantas quiebras y tantas guerras para atestiguarlo.
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