Es violación
Ana Botín ha descendido a la tierra que pisamos, desde las alturas del gobierno del Banco Santander, para decir una verdad verdadera, que se agradece, de persona con dos dedos de frente –e infinitamente más ceros en las cifras de su cuenta bancaria–: «El veredicto de 'La Manada' es un retroceso para la seguridad de las mujeres». Y lo es también para nuestra confianza en los jueces, de momento; amargo momento. Con el permiso del fiscal superior de la Región de Murcia, José Luis Díaz Manzanera, otro que no conoce lo que es ser corto de miras, ni de luces, ni de sensibilidad a la hora de ponerse del lado de toda víctima de abusos de cualquier poder que se precie de hacer lo que le venga en gana, yo opino lo mismo que él: que de lo que estamos hablando es de que cinco varones de pelo en pecho –uno de ellos guardia civil y otro, militar, lo que incrementa notablemente la desazón y la vergüenza– rodearon a una joven de 18 años en un portal, alejados de miradas y con la seguridad de que la víctima propiciatoria elegida no tenía posibilidad de defenderse con ningún éxito, y ni que decir tiene que en unas circunstancias de apabullante desigualdad frente a ellos, ¡una manada», y de absoluto desamparo.
Y cuando leo que a Díaz Manzanera le resulta preocupante que uno de los tres magistrados que han juzgado a 'La Manada', y que los han condenado por abuso sexual y no por violación o agresión sexual, considere que «la víctima consintió y que eso fue una bacanal que se montó ahí, con el consentimiento de ella», entiendo que lo que se ha quedado con ganas de decir es, como mínimo, que es alarmante. O sea, pavoroso. Dice sobrio el juez Enrique González, en su voto particular a favor de la absolución (?) de 'La Manada', que la víctima, según pudo ver con sus propios ojos y en su sano juicio –lo cual es casi peor–, en el vídeo grabado mientras se abusaba sexualmente de ella a destajo, ¡dándolo todo 'La Manada'!, no sintió «disgusto, rechazo, asco, sufrimiento, dolor o descontento». Y no añadió que se quedó con ganas de repetir..., no sé por qué.
Vale, señoría, ha dado usted en el clavo al proporcionarnos las palabras que sí que describen lo que su actuación en este juicio nos provoca a tantísimos: disgusto, rechazo, asco... ¿Absolución, pide usted? ¿Ante el modo de operar de 'La Manada'?, ¿ante la forma de jactarse estos pavos de su acción?, ¿ante el aprovechamiento indecente, el abuso manifiesto?; ¿ante la espeluznante falta de sensibilidad, empatía y respeto hacia la víctima?, ¿ante el machismo galopante y el amparo al cobijo facilón y condenable de una visión de la mujer, todavía a día hoy, como ese ser peligroso que en cualquier momento te puede dar a comer de su mano la manzana de la condenación?; ¿ante esa visión de la mujer según la cual no solo tiene una sexualidad al servicio de la del hombre, sino que depende del deseo de éste el ponerla en valor y en estado de excitación, sin que cuente nada lo que ellas piensen, e incluso deseen?
Hay algunos signos que llaman a no desalentarse del todo y a seguir luchando. Ejemplo: el tuit de la Policía Nacional, desde luego controvertido por tratarse de uno de los cuerpos y fuerzas de la Seguridad del Estado, y no de un colectivo de elaboradores de tofu, pero que sin embargo bienvenido sea y que lanzaron nada más conocerse la sentencia: «#NoesNo#NoesNo #NoesNo#NoesNo#NoesNo#NoesNo. Estamos contigo». Ya está bien de esa manía simiesca que consiste en alimentar a toda costa la creencia de que no hay hembra que se precie que no esté deseando enloquecida que acuda un macho cualquiera a ponerle la zarpa encima, incluso sin su previo consentimiento. Ya está bien de que, además de haber sido violadas, las víctimas –la joven presa de 'La Manada' fue encontrada por la Policía en estado de 'shock' y tiritando de espanto–, encima se les cuestione frívolamente por sus comportamientos en los días y más días posteriores al suplicio.
Por si no fuese poca tortura la violación, las víctimas se encuentran con que una parte de la sociedad en su conjunto les 'exige', para ser creídas, que se hayan jugado la vida ostensiblemente haciendo frente a los agresores; cuando, precisamente y con todo el sentido común, la propia Policía les recomienda que no le planten cara a quienes quieren robarles el bolso. Resulta complicado entenderlo, pero es así: hay incluso quienes esperan de ellas que se sientan culpables por no haberse dejado matar para evitar ser violadas, o por no haberles arrancado las córneas, el intestino grueso, el hueso sacro y el aparato reproductor masculino, íntegro, a sus violadores.