Vista aérea del antiguo CIM, y anteriormente presidio, antes de ser rehabilitado. :: A. GIL / AGM
EL TÍO DEL SACO

El cuartel de presidiarios y esclavos

El edificio se construyó por la ausencia de un local destinado a albergar a los reclusos que cumplían condena de trabajos forzados en el Arsenal

JOSÉ SÁNCHEZ CONESA

Miércoles, 11 de septiembre 2013, 11:49

La UPCT edita un magnífico libro titulado 'La Casa Negra. El cuartel de Presidiarios y Esclavos de Cartagena', profusamente ilustrado con fotografías y planos. La autoría corresponde al arquitecto José Manuel Chacón Bulnes, quien ha realizado también los trabajos de rehabilitación y renovación del antiguo cuartel, hoy día Facultad de la Empresa de nuestra universidad. En realidad se trata de su tesis doctoral, presentada en ese mismo edificio tras un trabajo de minuciosa investigación que viene a resultar una gran aportación a la bibliografía penitenciaria en España.

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La construcción del imponente edificio fue debida a la ausencia de un local destinado a albergar a la población reclusa y esclava que cumplía condena de trabajos forzados en el Arsenal. Hasta ese momento, tras la finalización de su jornada laboral, eran alojados en cuatro galeras y un jabeque, fondeados en el puerto. Diversos sucesos revelaron el peligro que esto suponía para la seguridad del Arsenal como acaeció en un frustrado intento de incendio de una de las embarcaciones organizado por los presos.

El ingeniero militar Mateo Vodopich preparó el proyecto y llevó a cabo la dirección de las obras para posibilitar que en el año 1787 ya estuviese funcionando. Durante 160 años fue por tanto presidio, ya que la pena de galeras y los trabajos forzados en las minas de azogue fueron abolidos, limitándose a penas de presidio y trabajos públicos y en arsenales. Chacón recoge testimonios de las duras condiciones a las que eran sometidos los forzados a pena de galeras, cuando el teniente gritaba: «¡Fuera ropas!» y sobre las espaldas de los galeotes dejaban los látigos sangrientas huellas, arrancándoles la piel entre rugidos de dolor. Eran años en los que se produce el debate de la humanización de las prisiones con el inglés John Howard a la cabeza, con la reinserción a través del trabajo y la supresión de los castigos corporales.

El penal de Cartagena fue el primero de Europa en hacinamiento de población reclusa, triste record con más de 2.000 moradores en el establecimiento. En 1786 se encontraban confinados 2.530 y en ese mismo documento se nos relata datos relevantes sobre las ocupaciones de todos ellos: 690 viran bombas, 286 se emplean en la limpieza del Arsenal, 151 en la fábrica de jarcia, 151 en cordelería, etc. Los alpargateros de la ciudad se quejan ante las autoridades porque desde la institución penal se les hace la competencia pues los presos elaboran alpargatas. Otras labores singulares llevadas a cabo por éstos fue la participación en la edificación de la plaza de toros de Cartagena en 1853 y la realización de piezas de orfebrería en hierro y bronce como lámparas o fuentes en los talleres de fundición, corriendo el año 1883. Algunas de estas lámparas se pueden apreciar en la Base de Submarinos del Arsenal. El autor incluye fotografías de 1913 en las que vemos un abarrotado taller de zapatería, la carpintería o la alpargatería.

En 1909 Tomás Maestre, director del Instituto de Medicina Legal de Madrid, expuso en el Senado que el presidio de Cartagena es una ignominia para la justicia española y un baldón para aquella ciudad por las condiciones de habitabilidad, similares de las mazmorras de la Edad Media. A lo largo de su historia fueron muchos los episodios de plagas sufridas por la población penal y civil cartagenera, como la plaga de morbo asiático que causó muchas pérdidas humanas en 1885, unas 1.200 personas. A propósito de esta trágica epidemia, he oído una nueva versión de por qué la bebida emblemática de Cartagena lleva el nombre de asiático. Los primeros que la elaboraron comentaban que lo único que puede joder a una asiática es un asiático, confiando así en los poderes sanadores de la bebida alcohólica. Para evitar el hacinamiento y el contagio se trasladaron presos a la isla de Escombreras, alojándose en barracas levantadas a tal efecto.

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Durante la guerra cantonal de 1873 Antonete Galvez decretó la libertad de los reclusos, quienes pasaron a defender con gallardía la plaza del asedio a que la sometían las tropas centralistas. Deseaban antes la muerte que el regreso a la prisión.

Reclusos ilustres

Se produjeron numerosas reyertas, motines y fugas debido a la enorme cantidad de reclusos, dándose cuenta en la obra de José Manuel Chacón de la muerte de 'El Cabrero', apaleado por los vigilantes. Precisamente el afamado cantaor El Cabrero, muchos años después, interpreta una letra de cartagenera que hace alusión al penal de Cartagena y la crueldad albergada allí.

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Hay episodios más gratos en esta historia como la escuela, que mejoró el nivel de alfabetización de los reclusos, el elevado número de préstamos de libros de su biblioteca, un total de 7.405 en 1913. Se organizaban concursos de conocimiento y se constituyó una banda de música con 50 componentes y un orfeón integrado por 100 miembros.

Quizá los presos más celebres fueron los cuatro dirigentes del comité de huelga de 1917, los socialistas Julián Besteiro, Francisco Largo Caballero, Andrés Saborit y Daniel Anguiano, quienes fueron saludados efusivamente por el oficial de prisiones Machado, hermano de los poetas Antonio y Manuel. Estuvo también preso José Pérez Pino, el asesino que disparó tres tiros y mató a Francisco Montes en el Campo de Níjar (Almería) en 1928 y que inspiró a García Lorca para escribir 'Bodas de sangre'.

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Y por continuar con la literatura, el propio Federico García Lorca, en una conferencia pronunciada en 1922 sobre cante jondo, habla que la plañidera es cante característico del penal cartagenero y lo ilustra con esta letra: «El penal de Cartagena. / Cementerio de hombres vivos. / El penal de Cartagena, / muchos hombres sin motivo / entierran allí sus penas, / y mueren en el olvido».

No queda al margen la etapa destinada a ser Cuartel de Instrucción de Marinería, el popular CIM, de 1946 hasta 1998. El último periodo del enorme edifico corresponde a su uso universitario y Museo Naval, durante el curso académico 2009-2010, siendo rector de la UPCT Félix Faura Mateu. Un buen final para la 'Casa Negra', llamada así por el color de sus muros exteriores y por el destino trágico de sus habitantes.

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