El gran atasco chino
La suma de dos fiestas en un puente de ocho días lanza a la carretera a 86 millones de viajeros, provocando embotellamientos sin parangón en la historia
ZIGOR ALDAMA
Miércoles, 3 de octubre 2012, 13:48
Todos los elementos se han confabulado con la Luna llena para provocar la peor 'operación salida' de la historia. Así, lo que tenía que ser motivo de alegría se ha convertido en una gran pesadilla que continuará durante una semana. Porque estos días coinciden en China dos grandes celebraciones: la del Festival de Otoño, una ocasión para celebrar en familia con empachos de 'pasteles de la luna', y la fiesta nacional, que conmemoró ayer el 63 aniversario de la fundación de la República Popular. Estos dos acontecimientos se suman y dan como resultado la nada desdeñable cifra de ocho días de vacaciones.
Y al Gobierno no se le ha ocurrido otra cosa que incentivar el uso del transporte privado decretando la gratuidad de todas las autopistas del país. Son 85.000 kilómetros de asfalto que se pueden recorrer sin desembolsar un solo yuan, pero no han sido suficientes para evitar el caos. Desde el domingo, los chinos se han echado a la carretera para descubrir que se ha convertido en el mayor aparcamiento del planeta. No en vano, las autoridades estiman que de los 740 millones de personas que se van de vacaciones, hasta 86 millones viajan en coche durante este larguísimo puente. Si es que los vehículos consiguen moverse, claro.
Porque, sobre todo a la salida de las grandes ciudades, millones de personas se han visto atrapadas en atascos bíblicos que amenazan con repetirse durante la 'operación retorno'. Tal fue el colapso del domingo que muchos decidieron tomárselo con calma y sacar a sus perros a pasear entre los coches. Fotografías que circulan por Weibo, el Twitter chino, muestran a conductores con alma deportiva haciendo flexiones, parejas jugando al bádminton y grupos montando timbas de cartas.
En la salida de Guangzhou, capital de la provincia sureña de Cantón, las autoridades calcularon que el número de vehículos aumentó en un 80%, y que el atasco alcanzó los cuarenta kilómetros. En la capital, Pekín, más de 17.000 vehículos ya habían cruzado a las seis de la mañana del domingo el primer peaje de la autopista que la une a Shanghái, cuatro veces lo habitual, y poco después tuvieron que instalarse urinarios públicos en el arcén para aliviar a los viajeros. Un internauta de Zhengzhou, en el centro del país, aseguró haberse movido a una velocidad de 200 metros la hora. Le adelantaban los caracoles.
Esta situación extrema ha provocado dos debates. Por un lado, se han levantado voces que piden mayor poder de decisión de los trabajadores sobre su calendario vacacional. «Solo podemos viajar durante las fiestas nacionales, y esto se convierte en un infierno. Además, todo se encarece. Lo mejor es quedarse en casa», comentaba en televisión, desesperado, un conductor. Por el otro lado, es evidente que China, convertida ya en el principal mercado del sector automovilístico, no puede continuar sumando vehículos a la velocidad actual. La infraestructura no da para más.