Ni para el árbitro. Los ingresos en taquilla son cada vez menores y los equipos no pueden ni pagar los 1.400 euros del trío arbitral. :: VICENTE VICENS / AGM
LORCA

La Segunda B, en los huesos

Esta temporada los equipos de Segunda B no cuentan con subvenciones y su único apoyo es una taquilla que no cubre ni el 20% del presupuesto. El dinero de las instituciones está en el aire y las entradas son raquíticas: la crisis deja a los equipos al borde del precipicio

PPLL

Domingo, 12 de diciembre 2010, 13:39

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Los gestores del Lorca Atlético se frotaban las manos ante la visita del Real Murcia el pasado domingo. Esperaban la llegada masiva de aficionados del equipo grana. Por eso, en un primer momento, enviaron a Murcia hasta 1.200 entradas con el objetivo de tener que ceder más en caso necesario. También esperaban el despertar definitivo de la afición lorquina, que de momento había dado la espalda al equipo de Benigno Sánchez. Y eso que el conjunto blanquiazul es el mejor de la Región después del equipo que preside Jesús Samper.

Pero no se produjo ninguna de las dos circunstancias. Era la taquilla del año y se quedo sólo en una buena entrada. Ni la ausencia de televisión en directo empujó a los aficionados. La visita del Real Murcia es el 'chollo' con el que todos los equipos murcianos cuentan para ajustar el ejercicio. Pero esta temporada parece que ni el morbo de ver al equipo de Iñaki Alonso es apetecible para los aficionados. Es una categoría en la que nada es rentable. En la que a veces se pagan sueldos astronómicos y en la que gestionar y apostar por el equipo de tu ciudad puede costarle la salud y sus propiedades a más de uno. Es el fútbol para osados, sin 'glamour' y sin ingresos.

«Esperaba el doble de aficionados, fue un desastre. Yo pongo todos los meses 45.000 euros de mi bolsillo, espero que la gente reaccione», comenta Cristóbal Arcas, presidente blanquiazul. Y es que un club como el Lorca antes recibía ayudas de Comunidad, Ayuntamiento y una entidad bancaria que por sí sola aportaba 190.000 euros. Ahora todo sale del bolsillo de su presidente. Domingo Aroca, presidente del Jumilla, lo analiza con más profundidad: «No hay ingresos suficientes. La estructura de los grupos no es buena, hay muchos kilómetros y gastos de desplazamiento que luego no se compensan con las taquillas. Además, el reparto del fútbol no es proporcionado entre Primera, Segunda y Segunda B. Tenemos gastos de árbitros, jugadores o seguros que no están acordes con las taquillas que se hacen».

Pepe Murcia, responsable de la parcela deportiva del Caravaca, tiene un plan: «Ahora mismo el fútbol de Segunda B es deficitario. Sólo se podría estabilizar si la Federación Española hace una aportación económica más importante y si exige a los presidentes que se hacen cargo de los equipos que avalen con sus propiedades el pago de las posibles deudas». Juan Carlos Piñero, director deportivo del Yeclano, hace autocrítica: «Muchas veces los equipos pagan por encima de sus posibilidades y cuentan con ingresos que están en el aire y que no tienen la certeza de que vayan a llegar. Hay equipos que con entradas de 150 o 200 personas no pueden ni siquiera pagar al árbitro que cobra 1.400 euros».

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En el retrovisor

El fútbol de Segunda B deja cada temporada toda clase de anécdotas protagonizadas por empresarios que buscan en esta categoría notoriedad y, a veces, publicidad para sus empresas. Sólo son una pequeña parte los que de verdad apuestan por el fútbol de su localidad con proyectos a largo plazo. El último en pasar por la categoría fue Evedasto Lifante. Conocido por el voleibol y por sus pinitos con Quique Pina desembarcó en Tercera para comprar el Lorquí y llevarlo a Segunda B. Una vez en esta categoría deambuló por algunas localidades con su equipo a cuestas como Alcantarilla, Las Torres de Cotillas o Totana, pero no consiguió asentar su proyecto.

Además, protagonizó escándalos como cuando ante el plante de sus jugadores llegó a un entrenamiento con la escritura de su casa y las llaves de su Maserati para dejárselas a sus jugadores como garantía de pago de sueldos atrasados. Acabó saliendo de Segunda B por la puerta de atrás tras no poder asumir una deuda de 700.000 euros de la que se hizo cargo el Almería B. Muñoz Carrillo también apareció en el panorama futbolístico lorquino para salir meses más tarde por la puerta de atrás y abucheado tras hundir al Lorca Deportiva y no cumplir ninguna de las promesas que hizo.

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Como Antonio Vicente, que llegó a Águilas con un proyecto para ascender a Segunda y se marchó dejando al Águilas arruinado y al borde de la desaparición. Aunque no todos han buscado hacer negocios con el fútbol. Un grupo de empresarios de San Javier liderados por Paco Villaescusa intentó durante más de una década el ascenso y asentamiento del Mar Menor en Segunda B. Villaescusa, Samper o Carrasco gastaron millones de euros en plantillas de alto nivel como la que formó Juan Ignacio, ahora entrenador del Cartagena, y en la que estaban Mariano Sánchez o Cañadas, entre otros. ¿Qué tendrá este fútbol para que cada año empresarios de prestigio se estrellen contra la realidad?

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