María Cuartero: el talento vuelve a casa

Desde niña ya era de mente muy curiosa y le apasionaban las ciencias, aunque fue a raíz de una charla que dio un catedrático en su colegio –el de Nuestra Señora de la Consolación– cuando supo que quería ser química.

Tras licenciarse en esta especialidad, hizo un máster de Química Avanzada y se doctoró en sensores químicos. Después, hizo su estancia posdoctoral en el grupo del profesor Eric Bakker, uno de los científicos más importantes en el campo de los sensores químicos a nivel mundial, en la Universidad de Ginebra (Suiza). «Cuando estaba haciendo el doctorado, le dije de broma a mi tutor que haría el postdoc con Bakker porque conocía mucho de su trabajo y, al final, lo hice. Fue una motivación excepcional». No obstante, su periplo no quedó ahí.

Solicitó una beca del programa Marie Curie y se fue a Suecia, al KTH Real Instituto de Tecnología, donde estuvo trabajando cinco años. Primero, como becaria y después, como profesora adjunta tras conseguir uno de los proyectos ERC Starting valorado en 1,6 millones. «Obtener un proyecto así te abre la puerta a ser profesora en muchos centros».

Después de cinco años en Estocolmo, María Cuartero ha visto cumplido uno de sus mayores sueños: volver a España, volver a casa. Hace un año se encontró con Estrella Núñez, vicerrectora de investigación de la UCAM, y le habló de otra quimera: crear un centro de sensores químicos. Por casualidades del destino, su idea casaba a la perfección con la del presidente de la Universidad, que siempre está dispuesto a potenciar la investigación desde la Región. No hizo falta más, el proyecto comenzó a cobrar forma y, a día de hoy, María ya ha vuelto a casa y, junto a su compañero Gastón Crespo, otra eminencia de esta rama de la ciencia, está preparando todo para empezar a investigar cuanto antes.

Los sensores químicos forman parte de la vida de María tanto como de la nuestra. Están en los test antiCovid; son los elementos invisibles a nuestros ojos que dibujan las rayitas de positivo o negativo. Pero también los hay en el aparato de medición de los diabéticos –el glucómetro–, que les permite saber cuáles son sus niveles. Prácticamente, sirven para todo y María Cuartero ha centrado su vida en ellos hasta convertirse en uno de los nombres más prometedores de este campo.

Uno de sus objetivos científicos es poder monitorizar un día el Mar Menor con sus sensores químicos para conocer con todo lujo de detalles su estado, así como el de su regeneración. De esta manera, no sería necesario ir a tomar muestras día tras días porque estos instrumentos –que normalmente tienen la apariencia, más o menos, de un pelo– estarían dentro. Mas ahí no quedan sus metas, pues su entusiasmo es infinito, al igual que sus ganas. También quiere, a raíz de que posiblemente su madre tenga que ponerse una prótesis de rodilla, crear un tipo de sensor químico que pueda implantarse en esta prótesis para saber cómo está funcionando y cuándo hay que volver a cambiarla.

Además, es una firme defensora de la mujer en la ciencia y colabora en varios programas como mentora. Como se puede ver, ideas no le faltan, ni tampoco empeño. Ella es ciencia.