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El submarino asomó este sábado del astillero de Navantia en Cartagena. JM Rodríguez / AGM

S-80: un submarino con sello de la NASA

La puesta a flote del 'Isaac Peral', construido por Navantia mediante procedimientos de la industria aeroespacial americana, mete a España en un selecto grupo de nueve países diseñadores y fabricantes de submarinos. La Princesa de Asturias lo amadrina el jueves en Cartagena

Domingo, 18 de abril 2021

Si los americanos lanzan sus cohetes al espacio, los españoles pondremos submarinos de alta tecnología allí donde históricamente fuimos pioneros y dominadores durante tres siglos: ... en la inmensidad de los mares y océanos. 'A priori', la comparación puede parecer exagerada, salvo si quien la expresa es empleado de Navantia en Cartagena o un militar altamente involucrado en el Programa S-80 Plus. En ese astillero público llevan algunos años trabajando mediante procedimientos más propios de la industria aeroespacial que de la construcción naval convencional. El primer submarino de la historia cien por cien español, el 'Isaac Peral' (S-81), que el jueves será amadrinado por la Princesa de Asturias, saldrá de la factoría cartagenera tras haber tomado como referencia, desde la fase intermedia de su construcción, procedimientos de ingeniería y gestión implantados por la NASA en sus proyectos y nunca antes aplicados en este país. España se prepara para que su mermada flota militar dé un salto de calidad esta década con los cuatro submarinos Clase S-80. También, para vender a otros países un producto altamente tecnológico que ayude a recuperar el balance industrial y algo del brillo de la antigua potencia naval.

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Como en las películas de espías, las miradas de las agencias de inteligencia de varios de los países más avanzados del mundo han estado posadas durante la última década en una gigantesca nave verde a pie de puerto, abrigada de los vientos por el monte Galeras y protegida del temido espionaje industrial por la Oficina Nacional de Seguridad (CNI). Dentro, ha fraguado en poco más de tres lustros el proyecto de construcción naval más complejo al que jamás se ha enfrentado España en toda su historia: el diseño y fabricación de los primeros cuatro submarinos S-80 para la Armada.

«Esta inversión impulsa nuestra economía. Cada euro destinado a la Armada tiene 2,3 de retorno», según el capitán de navío Barrios

Obstáculos desde 2004

Pese a las muchas complicaciones surgidas desde que, en marzo de 2004, el Gobierno dio la orden de ejecución de estos buques, el Programa S-80 permite ahora a España situarse en un selecto grupo de nueve naciones capaces de diseñar, fabricar y vender el arma más determinante en la guerra naval.

La obra corresponde a Navantia, pero la idea proviene de los especialistas de la Armada que, desde mediados de los años noventa del pasado siglo, trabajaron en la búsqueda de relevo a los ya entonces veteranos submarinos de las clases S-60 y S-70. Diferentes vicisitudes económicas, políticas y técnicas ralentizaron ese proceso, hasta el punto de tener que pasar en menos de dos décadas de ocho naves operativas a las dos actuales: el 'Galerna' (S-71) y el 'Tramontana' (S-74), cuyos ciclos de vida están, a la fuerza, ampliamente superados. La Armada flirtea desde hace años con la amenaza de perder su capacidad submarina por falta de buques y de dotaciones bien adiestradas en misiones reales. Demasiado riesgo para un país con gran dependencia naval y con una posición geoestratégica esencial en el acceso al Mediterráneo por el Estrecho de Gibraltar y frente al inestable Magreb. Mientras, sus vecinos se refuerzan: Argelia dispone de seis sumergibles, uno de ellos con la alta capacidad de atacar objetivos en tierra, y Marruecos prepara la adquisición a Francia del primero de una futura flota, dentro de un plan de fuerte rearme.

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Los nuevos buques permiten al astillero, a la Marina y a compañías auxiliares acelerar procesos de Industria 4.0

Asesoramiento americano

El Programa S-80 pasó momentos críticos en 2012. Aquel año, Navantia comunicó a la Armada una desviación en el control de pesos del prototipo y la falta de soluciones para conseguir un sistema de propulsión independiente de aire, el llamado AIP (por sus siglas en inglés) acorde con las necesidades especificadas por la Armada para alargar hasta tres semanas los periodos de inmersión. Fue el momento en el que entraron en escena los asesores de la US Navy y los tecnólogos de General Dynamics Electric Boat.

Los expertos americanos descubrieron que no solo hacía falta un ajuste técnico en la fabricación para reequilibrar pesos, sino también una reestructuración técnica, organizativa, de procesos y de aprovechamiento de las nuevas tecnologías por parte del constructor. Navantia alargó en casi diez metros el casco del barco (de ahí el apellido Plus al programa) para que pudiera navegar adecuadamente, pero también introdujo novedades determinantes en el proceso de fabricación: una nueva metodología basada en el Manual de Ingeniería de Sistemas de la NASA estadounidense. El capitán de navío Enrique Barrios Bueno, jefe del departamento ICO (Ingeniería, Construcciones y Obras) del Arsenal de Cartagena sitúa al mismo nivel la construcción de un transbordador espacial y un submarino de propulsión nuclear, «por complejidad».

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Los cambios técnicos han implicado también una desviación presupuestaria importante. El coste de los cuatro barcos ha pasado de los 1.800 millones de euros iniciales a los casi 4.000 actuales. Además, las entregas llevan quince años de retraso. El cronograma actualizado es: 'Isaac Peral', en febrero de 2023; 'Narciso Monturiol' (S-82), en diciembre de 2024; 'Cosme García' (S-83), en octubre de 2026; y 'Mateo García de los Reyes (S-84), en febrero de 2028.

El 'Isaac Peral', que no es nuclear pero sí el convencional más avanzado del mercado, saldrá del astillero de Cartagena con la invisible firma en su casco resistente de unos diez mil profesionales de la Armada, Navantia y la industria auxiliar que a lo largo de los últimos veinte años han puesto en él lo mejor de su trabajo para que ahora sea una realidad. «Los S-80 dan trabajo a 2.000 profesionales, pero, además, el empleo inducido puede llegar a los 7.000. Es el 4,5% del PIB industrial de la Región y el 10% del empleo industrial», destaca el director de la factoría naval y también responsable del Programa, Agustín Álvarez Blanco.

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La transformación metodológica derivada de este proyecto no solo afecta al astillero. También a la Marina, que ha dado un salto tecnológico enmarcado en la nueva revolución industrial 4.0. «La Armada está aplicando su Plan de Transformación Digital de cuerdo con el modelo de organización establecido en el documento Visión Armada 4.0», según el capitán de navío Barrios.

Al respecto, el jefe de la ICO recuerda que la inversión en estos submarinos no solo se traduce en «seguridad, bienestar y prosperidad para los españoles». «Esa inversión supone un impulso para la economía española por su contribución a la industrial nacional, la innovación tecnológica, la investigación y la creación de empleo especialmente cualificado. Como dato a reseñar, cada euro invertido en la Armada supone un retorno de 2,3 euros».

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La Princesa de Asturias amadrinará el primer buque ante los Reyes

Aunque no será una botadura como tal, puesto que la maniobra de puesta a flote del 'Isaac Peral' está prevista para días más tarde, el astillero de Cartagena vivirá el jueves un acto de amadrinamiento 18 años más tarde del último a un barco español (el del cazaminas 'Tajo', en 2004). La Infanta Leonor de Borbón, Princesa de Asturias, hará los honores como es tradición, estrellando una botella de cava contra el casco del S-81. Serán testigos del acontecimiento los Reyes Felipe y Letizia, así como la Infanta Sofía. Les acompañará en representación del Gobierno la ministra de Defensa, Margarita Robles.

Cien años del B-1

Álvarez, por su parte, añade a las ventajas la transformación tecnológica y de conocimiento de la cada vez más especializada industria auxiliar: «En un proyecto como este es esencial tener un ecosistema industrial que te acompañe». Al respecto, Navantia y la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Naval y Oceánica de la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT) pondrán en marcha el próximo curso un máster para formar profesionales en tecnología submarina.

Con esos nuevos estudios, astillero y Universidad refuerzan su apuesta por una industria bien enraizada en Cartagena. Hace justo cien años que la Sociedad Española de Construcción Naval, antecedente de la actual Navantia, construyó en Cartagena su primer submarino: el B-1, basado en el modelo estadounidense Holland, de la Electric Boat. Aunque los últimos que salieron del astillero, a principios de siglo, fueron los dos Scorpene para Chile y Malasia construidos bajo licencia gala parcialmente en Cartagena. Poco después Navantia rompió su alianza con la francesa DCN, la actual Naval Group, y asumió el reto de diseñar y construir sus propias naves con asesoramiento de la marina estadounidense y, de nuevo, con Electric Boat, siguiendo las especificaciones técnicas y tecnologicas de la Armada.

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El resultado es el submarino convencional oceánico más moderno del mundo, llamado a convertirse en un producto tecnológico atractivo y estratégico para España, si la pruebas de navegación son satisfactorias. Marinas de guerra de varios países siguen de cerca los avances del proyecto: unas, para comprobar si el producto se ajusta a sus necesidades futuras; otras, para conocer qué avances incorpora respecto a los modelos que ya hay en el mercado. Esta industria calcula que moverá unos 40.000 millones de dólares en pedidos durante la próxima década y España aspira a llevarse su parte.

La Clase S-80 irrumpe con un elemento diferenciador, que es el sistema de propulsión independiente y que irá equipado ya en el S-83. Pero también con su sistema de combate de tecnología americana con altas prestaciones: capacidades de obtención de inteligencia, reconocimiento y vigilancia; antisubmarina y antibuque; de operaciones especiales y evacuación, integración en un grupo de combate y, como gran novedad, la posibilidad de disponer de misiles de ataque a objetivos en tierra, si el Gobierno lo autoriza.

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De tripular el S-81 se encargará una dotación formada por una treintena de marinos y marineros que llevan semanas de adiestramiento en los simuladores de la Escuela de Submarinos. Pronto comenzarán también las obras de adaptación de los muelles del Arsenal a los nuevos barcos. Para todos los componentes de la flotilla ha comenzado una nueva etapa que ya no tiene vuelta atrás.

«La fase crítica está superada; no esperamos más problemas»

«No esperamos que durante las pruebas de puerto y mar surjan problemas de envergadura», dice el director del astillero de Cartagena, Ángel Álvarez. No obstante, advierte de que antes de la entrega del 'Isaac Peral' a la Armada, prevista para febrero de 2023, quedan dos años intensos de puesta a punto en el prototipo. A partir de la puesta a flote, durante la última semana de abril y hasta entonces, tiene que superar varios hitos de seguridad. El primero es el de las pruebas de puerto, que incluyen el primer embarque de gasoil, la primera carga de baterías y las comprobaciones de amarras. En enero de 2022, empezarán las pruebas de mar, con la primera navegación en superficie al inicio de ese periodo y la inmersión a cota máxima operativa como último gran reto antes de encarar la recta final en el astillero. Durante los próximos 22 meses, trabajarán codo con codo los miembros de la dotación de quilla del barco, con el capitán de corbeta Manuel Corral Iranzo al frente, y los ingenieros y técnicos de Navantia y las empresas proveedoras de equipos tecnológicos.

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