La policía nacional Brígida junto al pequeño Revy, de 5 años, tres días después de recibir el alta médica, en San Pedro del Pinatar. Javier Carrión / AGM

La policía que salvó a un niño de 5 años en una piscina de San Pedro del Pinatar: «Cada bocanada era un paso por vivir»

La agente Brígida asiste a un menor de 5 años que no respiraba y consigue devolverle el pulso hasta la llegada de los sanitarios

Lunes, 11 de agosto 2025, 22:21

Brígida aún recuerda con exactitud el momento en que escuchó los gritos. Eran cerca de las doce del mediodía del 31 de julio. Estaba en ... la terraza de su casa, en San Pedro del Pinatar, disfrutando de la mañana junto a su marido. Al principio, pensó que serían niños jugando en alguna piscina cercana, pero la voz de una mujer, primero nerviosa y después desgarrada, cambió el tono de todo. Aquel «police, police» que se coló por la calle le dejó claro que algo grave ocurría.

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La policía nacional destinada en la Oficina de Denuncias de la comisaría de distrito del Carmen, en Murcia, estaba fuera de servicio. Pero no lo pensó. «Un policía corre hacia el peligro», dice.

Se puso una camiseta y salió corriendo. Varios vecinos miraban con nerviosismo hacia un chalet cercano. La puerta estaba abierta y, al entrar, la escena fue desgarradora. Junto a la piscina, un niño pequeño yacía inerte, empapado, con los labios y los dedos morados.

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A su lado, dos hombres —el padre y el abuelo— intentaban reanimarlo como podían, zarandeándolo y dándole palmadas. Nadie sabía qué hacer. Brígida tomó el control. Se identificó en inglés como agente de Policía Nacional, apartó sutilmente a los familiares y pidió a los vecinos que llamaran al 112, avisando de que iba a iniciar la reanimación cardiopulmonar (RCP). El niño, de apenas cinco años recién cumplidos (dos días antes había sido su cumpleaños), no respondía a ningún estímulo. Brígida comenzó las compresiones torácicas, treinta seguidas de dos insuflaciones que el padre realizaba de forma no muy adecuada, siguiendo sus indicaciones. «Lo importante son las compresiones», repetía ella para sí.

En la segunda serie, el pequeño expulsó agua y comenzó a dar bocanadas irregulares, luchando por volver a respirar. Lo colocó en posición lateral de seguridad, pero al ver que su respiración seguía siendo agónica, retomó las compresiones.

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Poco a poco, el color de la piel y los labios dejó de ser morado para tornarse rosado. «Era una batalla, cada bocanada era un paso por vivir. Y, cuando ves que va cambiando de color, dices: ¡venga, venga! Es como una lucha, y tú luchas con ese niño para que viva», recuerda. En esos minutos, hubo desesperación, pero también la convicción de que el pequeño saldría adelante. Diez minutos después de comenzar, llegaron los servicios sanitarios y agentes de la Policía Local y de la Guardia Civil.

Una vez dentro de la ambulancia, los sanitarios tardaron entre 40 minutos y una hora en estabilizar al niño. Tuvo que ser trasladado en un primer momento, debido al estado grave en que se encontraba, al hospital de Los Arcos de San Javier para estabilizarlo. Pero allí no tenían los medios adecuados para atenderlo y debía ser trasladado de urgencia al hospital Virgen de la Arrixaca.

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Javier Carrión / AGM

Los médicos advirtieron a la familia de que quizá no llegaría con vida dada la gravedad. Los padres del niño tuvieron que tomar una decisión muy difícil en segundos. Firmar o no una autorización para el traslado, con el riesgo de que el cuerpo del pequeño no aguantase el camino hasta el hospital. Pero firmaron y Revy —así se llama el pequeño— resistió. Ingresó en la UCI, intubado y sedado. Durante tres días estuvo sometido a pruebas para detectar posibles daños cerebrales o pulmonares. El día antes de recibir el alta, los médicos confirmaron que no quedaban secuelas.

La causa del accidente sigue sin estar clara. La familia, de nacionalidad neerlandesa y de vacaciones en la vivienda de los abuelos del pequeño, asegura que todos estaban en la terraza. El abuelo se ausentó apenas un minuto y, al no ver al niño, comenzaron a buscarlo dentro de la casa. Fue al asomarse a la piscina cuando lo vieron en el fondo, boca abajo. No hubo chapoteos ni gritos. Los familiares sospechan que pudo resbalarse en las escaleras o sufrir un desmayo repentino. El diagnóstico fue ahogamiento. Los médicos creen que estuvo menos de dos minutos en el fondo, porque no le quedaron secuelas.

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Para la agente, aquel día quedó grabado como uno de los más intensos de su vida. «Tenía la sensación de que la vida de ese niño estaba en mis manos», afirma. Durante la reanimación, repetía mentalmente «vamos, lucha; vamos, pequeño», mientras observaba algún signo de mejoría. «No es como en las películas, que la persona vomita y se levanta. Él estaba al límite y costaba mantenerlo respirando».

El viernes posterior al accidente, la familia regresó a su casa para darle las gracias. Le llevaron un enorme ramo de flores, una pulsera con un dibujo del niño y la fecha de su acto heroico grabada: 31-07-2025.

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Familiares del menor, con regalos para la agente. Javier Carrión / AGM

La barrera del idioma no impidió que los abrazos y las lágrimas expresaran lo que las palabras no alcanzan. Brígida, por su parte, regaló a la familia, que este martes precisamente vuelan a Países Bajos, una camiseta de la Policía Nacional, un peluche de Spiderman, un colgante del Árbol de la Vida y una tarjeta que pone: 'Crece con amor. Vive con fuerza'.

«Lo volvería a hacer mil veces», asegura. Hoy, la policía nacional, cuando pasa por la calle Almirante Mendizábal y Cortázar, donde vive, sabe que ahí ocurrió algo asombroso. No porque ella se sienta una heroína —«solo hice lo que sabía hacer»—, sino porque un niño al que vio sin vida volvió a respirar. Y porque, como le dijo el abuelo de Revy mientras le mostraba un vídeo del pequeño cantando en el hospital: «Está vivo gracias a ti».

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