Los desprendimientos por el deterioro del hotel Don Juan de Santiago de la Ribera preocupan a los vecinos
La Concejalía de Urbanismo ha asegurado los voladizos y advierte del peligro en carteles colocados en el céntrico edificio de la localidad
«Peligro desprendimiento», advierte un cartel en el exterior del viejo hotel Don Juan. Una lluvia de cascotes cayó el pasado mes de marzo sobre ... la acera que bordea en céntrico edificio de los años 70 del municipio, y lo sacó del olvido, a pesar de que se encuentra en el enclave más transitado de Santiago de la Ribera, en plena rotonda de la Puerta del Mar. Todo turista y residente que baja a la localidad costera se encuentra de frente con este paisaje de desidia y algo tenebroso.
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Los vecinos de la zona tuvieron que recoger los escombros caídos para evitar accidentes, pero su queja va más allá, porque ya están hartos de las molestias que les genera el viejo hotel, cerrado desde hace más de 20 años. Abandonado por sus propietarios, el establecimiento que colgaba el cartel de «todo completo» durante los veranos, y celebraba verbenas en su jardín, es ahora un foco de insalubridad y peligro.
La suciedad y los roedores que habitan el recinto se unen a los ruidos que generan los 'okupas' que entran a dormir, algunos ocasionalmente y otros más o menos fijos, según comentan los vecinos. Una botella vacía de licor sostiene una de las persianas desportilladas. Toldos ajados, cristales rotos, pintadas en la fachada y maleza son ahora la cara del viejo hostal. «Viene una pareja y se pelean, gritan y tiran cosas», se queja una vecina, cansada de que le roben la ropa que tiende en su terraza. Asegura que la Guardia Civil ha ido varias veces a inspeccionar el inmueble, pero los 'okupas' vuelven en cuanto los agentes se van.
«Se meten 'okupas', arman jaleo y nos roban la ropa tendida», se queja una residente cercana al inmueble abandonado
Con el aviso que dieron los vecinos por los últimos desprendimientos, el Ayuntamiento de San Javier envió a los técnicos, que entraron con una autorización judicial y advirtieron en un informe sobre la necesidad de «tomar medidas urgentes y acordonar la zona». Declaró una intervención de emergencia y los operarios picaron y sanearon los puntos con riesgo de derrumbe de forma subsidiaria, ya que los propietarios no han respondido a ninguna de las 18 notificaciones de disciplina urbanística que el Consistorio les ha enviado desde 2022, según informa el concejal de Urbanismo, Antonio Martínez. De hecho, el edificio tiene abiertos tres expedientes «en curso», uno por cada año desde 2022, «para que restituyan el orden urbanístico de la propiedad», que se traduce en la seguridad, salubridad y ornato.
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En el informe consta el desprendimiento de las bovedillas del balcón de la tercera planta y avisa del riesgo que supone que los cascotes caigan de una altura de más de 9 metros, reboten y caigan en la vía pública. «En el mismo estado de degradación se encuentran la mayoría de los balcones, porque la estructura es metálica y se encuentra en avanzado estado de oxidación», precisa el informe municipal. El técnico advirtió de que «el más deficiente y peligroso es el estado de las viguetas de los voladizos» y recomienda «requerir a la Policía municipal para que vigile periódicamente el mantenimiento de las vallas y señales de precinto.
El hotel, uno de los pioneros en el turismo del Mar Menor, está registrado a nombre de tres hermanos. Según fuentes municipales, el servicio de Recaudación emite tres recibos al cobro del Impuesto de Bienes Inmuebles a partes iguales para los tres propietarios. Dos de ellos pagan religiosamente, pero el tercero acumula ya una deuda de más de 9.000 euros».
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Impagos y abandono
El Ayuntamiento ha tenido constancia de los embargos que le ha impuesto ya la Agencia Tributaria. El concejal asegura que «hay que sumar las liquidaciones que ha hecho el Ayuntamiento de los trabajos de refuerzo del edificio y de la limpieza». Pero sigue sin haber respuesta en una situación de 'punto muerto', que dificulta cualquier proyecto de futuro en la céntrica parcela.
De momento, el concejal de Urbanismo asegura que «el edificio no está declarado en ruina», por lo que el Ayuntamiento no puede demolerlo de forma subsidiaria, como hizo con el edificio Lagoymar de La Manga. Es, sin embargo, cuestión de tiempo.
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En el informe, el arquitecto municipal avisa de que «se hace evidente a simple vista que la falta de mantenimiento está elevando el grado de deterioro que sufre el inmueble», por eso, el concejal prevé que «el Ayuntamiento lo tendrá que declarar en ruina».
Casonas históricas a la espera de rehabilitación
Del esplendor de principios del siglo XX queda solo una pequeña parte. La Ribera fue desde el principio el lugar de veraneo, con villa señorial, de la alta burguesía murciana, pero la pala, la nula protección y la falta de criterio histórico y arquitectónico –tanto de las administraciones como de los propietarios e inversores– han acabado con un valioso patrimonio identitario. «José María Barnuevo parceló La Ribera para que hicieran esas casonas», explica la cronista de San Javier, María Griñán.
Pocas han tenido la suerte de la villa del Conde de Campillo, recién restaurada por un empresario murciano. La primera finca de La Ribera, levantada por José María Barnuevo y Teresa Sandoval hacia 1905, languidece por falta de mantenimiento y la explotación ocasional hostelera. Otra casona, en plena avenida Sandoval, duerme abandonada su camino al deterioro total. Talaron todos sus pinos y palmeras, las dos especies que reverdercían en su día la localidad, y la dejaron desnuda y en perpetuo silencio. Según los planos históricos, la finca fue construida en los años 40 y permanece como la última casona de la avenida, antes bordeada de villas señoriales con pinos y jardines. Cuando llegue a la ruina, será sustituida por un edificio de cemento y acero, como el resto de las parcelas desheredadas.
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