La endocrina María Victoria García mide el perímetro abdominal de Marcelino Huete, esta semana en La Arrixaca. Guillermo Carrión / AGM

La revolución antiobesidad: «Como la mitad que antes»

La aparición del Ozempic fue solo el preludio de un cambio de paradigma que no debe hacer olvidar la prevención

Lunes, 11 de agosto 2025, 07:24

Marcelino Huete lleva dos meses tomando Ryvelsus, un medicamento muy similar al Ozempic con el que comparte principio activo, la semaglutida. «He perdido ocho kilos ... en este tiempo. Como la mitad que antes, porque me sacio y ya no tengo hambre», cuenta en La Arrixaca, donde esta semana ha tenido cita con su endocrino, María Victoria García Zafra. La explicación de Marcelino resume la clave del éxito tanto del Ozempic como del Ryvelsus: se trata de fármacos que actúan sobre los mecanismos que controlan el apetito y la sensación de saciedad.

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Marcelino, carnicero de 54 años, toma Ryvelsus porque padece diabetes y ha sufrido varias complicaciones, entre ellas pie diabético. Ni este fármaco ni el Ozempic están indicados como tratamiento antiobesidad, aunque su uso se popularizó para este fin ante su eficacia a la hora de reducir peso. «He llegado a pesar 120 kilos», confiesa Marcelino, que ahora se sitúa en 101.

«El Ozempic representó el inicio de un cambio de paradigma, pero lo que realmente ha representado una revolución es la aparición de fármacos indicados para el tratamiento de la obesidad, sin necesidad de que el paciente presente diabetes», explica la endocrino María Victoria García, responsable de la Unidad de Obesidad de La Arrixaca.

Los medicamentos

  • Ozempic Está indicado no para el tratamiento de la obesidad, sino de la diabetes, aunque se ha utilizado para ese fin fuera de ficha técnica por su eficacia en la pérdida de peso. El principio activo es la semaglutida, un agonista del receptor de GLP-1. Muy similar al Ozempic es el Ryvelsus, que se administra por vía oral.

  • Wegovy A diferencia del Ozempic, Wegovy sí es un fármaco antiobesidad. El principio es también semaglutida, aunque a diferente dosis.

  • Mounjaro El principio es tirzepatida. A la molécula que imita al GLP-1 se añade un análogo del GIP, otra hormona gástrica.

En los últimos años ha irrumpido Wegovy como medicamento antiobesidad. Está comercializado por Novo Nordisk, la misma compañía que lanzó Ozempic. «Cuando comemos y el bolo alimenticio va pasando por el intestino, se desencadena la liberación de unos péptidos (hormonas) que tienen efecto en diferentes órganos, y entre ellos en el sistema nervioso central, regulando el apetito», detalla María Victoria García. Estos fármacos 'imitan' a estas hormonas, provocando esa sensación de saciedad.

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A Wegovy le ha salido un competidor: Mounjaro, una apuesta de la compañía Eli Lilly cuyo principio es la tirzepatida. Si Wegovy se basa en una molécula que imita al péptido GLP-1, la tirzepatida añade un análogo de GIP, otra hormona gástrica que juega un papel importante en la reducción del azúcar en sangre.

Los resultados de todos estos nuevos tratamientos antiobesidad parecen incontestables: la tirzepatida ha conseguido una pérdida de peso media de un 20% en 72 semanas en los ensayos clínicos. Sin embargo, el Sistema Nacional de Salud todavía no los financia. Solo se cubre el tratamiento con análogos del GLP-1 a quienes además de obesidad padecen diabetes. En la Región de Murcia son casi 9.500 pacientes, según datos de la Consejería de Salud.

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El Ministerio de Sanidad lleva cerca de un año negociando la incorporación de Wegovy, que se convertiría así en el primer fármaco antiobesidad financiado. Mientras se llega a un acuerdo, a los pacientes no les queda otro remedio que pagarse el tratamiento por entero, si es que pueden (los precios oscilan entre los 180 y los 292 euros al mes).

Marcelino Huete padece diabetes y toma Ryvelsus desde hace dos meses: «He perdido ocho kilos en este tiempo»

«Muchos pacientes de la Unidad toman Wegovy, pagándolo de su bolsillo. Esto representa un problema, porque son tratamientos crónicos. ¿Qué pasa cuando se abandonan? Lo normal es recuperar peso», lamenta García Zafra.

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Solo el principio

Los endocrinos confían en que pronto haya alternativas financiadas, porque esta revolución no ha hecho más que empezar. Pero quedan aún retos para la ciencia. «En este momento, trabajamos por ensayo y error. No sabemos exactamente a qué va a responder el paciente. Administramos un fármaco, vemos si responde y, si no es así, cambiamos a otro. Debemos evolucionar hacia un tratamiento personalizado, y para eso tenemos que clasificar bien a los pacientes, yendo más allá del peso y el índice de masa corporal, que es un análisis simplista que ya no es suficiente», reflexiona la endocrina María Victoria García.

«La obesidad es una enfermedad crónica multifactorial que se caracteriza por un acúmulo de grasa, de tejido adiposo en algunas zonas, lo que produce complicaciones metabólicas», recuerda. «Hay que analizar la composición corporal de los pacientes para ver qué cantidad de grasa hay, dónde se acumula, y cuál es la masa muscular», apunta.

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El riesgo de banalizar

La irrupción de los fármacos está teniendo otro efecto positivo. «Estamos empezando a mirar la obesidad de otra forma. Venimos de muchos años de decirle a la gente que tiene obesidad porque come mal y no hace ejercicio. Son dos aspectos fundamentales, pero estamos ante una enfermedad crónica multifactorial. Esto permite reducir el estigma que sufren estos pacientes», reflexiona la experta. Pero hay también riesgos, empezando por el de la banalización. «Desgraciadamente, a veces estos fármacos se usan con fines estéticos, como una forma de llegar al peso deseado». Pero, como cualquier medicamento, hay efectos secundarios (problemas gastrointestinales, por ejemplo) y deben utilizarse bajo prescripción médica y cuando están realmente indicados.

Hay, además, otro aspecto clave. «Estos fármacos son una ayuda muy importante, pero no representan la solución al problema de la obesidad. En la Región de Murcia tenemos una prevalencia en adultos del 20%, y si hablamos de sobrepeso, del 40%», recuerda García Zafra. Hay que trabajar la prevención y los hábitos de vida saludable, y hacerlo además con una perspectiva social, porque la obesidad está en muchos casos ligada a la pobreza, o a un menor nivel socioeconómico. «No nos podemos desviar del abordaje integral de la obesidad -avisa la experta-; necesitamos políticas sociales que garanticen una alimentación saludable, especialmente en los niños, y necesitamos implicar a los colegios, a las familias y a los médicos de Primaria, con los que ya estamos trabajando».

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