Putin hace subir el pan
El sector panadero de la Región da por hecho que el precio se encarecerá en breve, al ser inviable estar en pérdidas, aunque por el momento lo aguantan
Una barra de 200 gramos por la que se paga ahora 90 céntimos en la mayoría de las panaderías tradicionales podría llegar a costar ... en pocas semanas entre cinco o diez céntimos más, arrastrada por las consecuencias directas que deja la guerra desatada por el presidente ruso Vladímir Putin en Ucrania. «Damos por hecho que habrá un encarecimiento», señala el presidente del Gremio de Panaderos de la Región de Murcia, Francisco Javier García Moreno.
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Y es que el bloqueo que sufre el cereal proveniente del Mar Negro como consecuencia del conflicto bélico supone dejar de contar con un tercio de las importaciones que se necesitan para el abastecimiento en virtud de la producción nacional, ya que se compra fuera el 70%. Un hecho que impacta con dureza en la industria harinera al afectar a la materia prima disponible –a corto y medio plazo– y por consiguiente al sector panadero. Sin olvidar a la ganadería, que absorbe la mayor parte del maíz para la alimentación animal.
«Desde septiembre, fruto de la especulación pura y dura que ha habido con el trigo, y sin haber aún guerra, el coste de la harina aumentó hasta un 30%. Además, se han encarecido otros productos, como los huevos, que han pasado de 1 a 1,30 euros en tres meses; y el litro de aceite de girasol, que se ha elevado de 1,10 a 1,60 euros», advierte García Moreno, que regenta el negocio La Madrugada, en la pedanía murciana de Beniaján.
«Tenemos 'stock' para garantizar el suministro entre dos y tres meses», indica Juan Orts, de la harinera Harimsa
Aparte, otros sobrecostes añadidos, como los del gas y la electricidad –cuya tarifa se ha llegado a duplicar en algunos negocios– obligaron a la práctica totalidad de establecimientos murcianos a tener que repercutir ya una primera subida al consumidor final en el último trimestre del pasado año –otros diez céntimos por barra–, tras reducir mucho los márgenes.
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Sin embargo, ante el nuevo contexto, todo apunta a un empeoramiento de la situación, que volverá a afectar de lleno tanto a las materia primas como a la energía, lo que forzará de nuevo la línea inflacionista en este producto básico que sacudirá de lleno el bolsillo de las familias. «Claro que se intenta aguantar ese momento de subir el precio, a la espera de ver exactamente hasta dónde debe incrementarse para evitar pérdidas», puntualiza el representante regional de los panaderos. «Porque sabemos que estamos ante un producto sensible que genera cierta alarma, de ahí que no se quiera subir ahora unos céntimos para tener que hacerlo de nuevo en apenas unas semanas», añade.
En la Región, se contabilizan alrededor de unas 300 panaderías tradicionales, en las que, además de las familias propietarias, se ganan la vida una media de entre cuatro o cinco trabajadores, informan desde el colectivo gremial. Para todos ellos, es imprescindible repercutir los costes, puesto que de otra manera se haría inviable seguir con la actividad
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Desde la industria harinera también son muy conscientes de la situación compleja que hay por delante, más aún si no se buscan soluciones a nivel europeo que garanticen un nuevo reequilibrio del flujo logístico de cereales. «Estamos preocupados», reconoce el gerente de Harimsa, Juan Orts, cuya familia regenta desde el año 1968 esta histórica empresa cartagenera de producción y distribución que se ha convertido en un referente en harinas especiales. «Nosotros tenemos una capacidad de 'stock' para garantizar el suministro a nuestros clientes entre dos y tres meses, pero ya vemos que hay una mayor presión», apunta.
Condicionará los contratos
De hecho, así se constata en los mercados, ya que, si en un marco de normalidad se pagaba la tonelada de trigo a 200 euros, hace apenas unos días se referenciaba sobre 400 euros. Nada menos que el doble. Así que, «si los precios cerrados y comprometidos con anterioridad no se modifican, en cambio a partir de ahora todo cambia y condicionará los contratos».
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Orts sí lanza un mensaje más optimista al afirmar que «no va a faltar cereal», pero habrá que «compensar con envíos desde otros países productores». Por ejemplo, Estados Unidos, los países bálticos, Polonia, entre otros, deberán compensar los ajustes de lo aportado desde el Mar Negro. Con todo, sostiene que «sería muy importante la opción planteada por Ucrania de exportar los cereales en tren, lo que reduciría mucho los costes». Otro factor clave «es la lluvia de estos días en España, que permite ayudar a la cosecha nacional frente a la amenaza de la sequía».
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