Dos alumnas consultan sus teléfonos a la salida de clase a las puertas del IES Floridablanca de Murcia, ayer. Nacho García/ AGM

La prohibición de los móviles en el aula relaja las tensiones en los institutos

Directores y docentes coinciden en que la aplicación del veto ha sido positiva: «En el fondo es como si necesitaran que les marcáramos el límite»

Miércoles, 24 de enero 2024, 00:32

«Da la sensación de que los propios estudiantes, aunque no lo reconozcan, necesitaban que alguien les marcara el límite». La apreciación de la presidenta ... de la Asociación de Directivos de Enseñanza Secundaria, Isabel Saturno, es compartida por buena parte de los directores de institutos consultados por LA VERDAD: la prohibición del uso del teléfono móvil en los centros educativos durante toda la jornada escolar, incluso en el recreo y las horas extraescolares, ha encajado en la mayoría de los centros sin apenas conflictos, y ha rebajado las tensiones en las aulas en sus dos primeras semanas de aplicación.

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«Parece que necesitaban el límite», conviene el director del Ramón y Cajal de Murcia, Juan Antonio Gómez. «Los adolescentes necesitan reglas, educar es ponerlas», apuntala Andrés Carlos López, profesor en el IES Infanta Elena de Alcantarilla y uno de especialistas del grupo de expertos conformado por la Consejería de Educación que evaluará el impacto de los móviles en las aulas de la Región.

Los docentes murcianos iniciaron el trimestre tras las vacaciones de Navidad con el estreno de la prohibición, y, en muchos casos, con la tirita puesta antes de que la herida se abriera. En contra de lo previsto por la mayoría, la aplicación del veto ha sido asumida, en general, sin grandes tensiones. «Ha sido muy fluido; lo acordamos en noviembre, con el respaldo del claustro, y ha sido un acierto», se congratula la directora del Politécnico de Cartagena, Rosa Laborda.

La extensión de la medida a los mayores de 18 años es el principal inconveniente que han encontrado en los centros

La adaptación a la norma que ha convertido los centros educativos en lugares libres de interferencias móviles ha sido progresiva en institutos como el Ramón y Cajal: «Los primeros días retirábamos entre 40 y 50 dispositivos cada mañana; ahora no llega a dos o tres», dice el director. En el Juan Carlos I de Murcia, donde a diario una decena de alumnos se quedan sin su dispositivo a lo largo de la jornada por usarlo sin permiso, también valoran la medida: «Ahora está todo más claro por una norma superior; no hay dudas ni margen de discusión con el alumno», destaca Alberto Ortiz, jefe de estudios. La homogeneidad normativa también es percibida como un elemento conciliador en el IES Floridablanca: «Los alumnos entienden que no es un capricho interno del instituto; de hecho se retiran menos que antes», afirma la jefa de estudios adjunta del centro, Nieves Soriano.

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El ambiente en los recreos, que era el momento que antes reservaban muchos estudiantes para revisar las notificaciones en sus teléfonos y darle un repaso a sus redes sociales, ha mejorado, a juicio de la directora del IES Alquibla, Ana Olivares. «Ahora se tienen que relacionar entre ellos, y antes no todos lo hacían. Se acabó lo de estar juntos sentados cada uno mirando a su teléfono».

El principal inconveniente de la medida, coinciden los directores, es la aplicación de la medida a los mayores de 18 años, que abundan en los ciclos de FP. «Son padres, personas con dependientes a su cargo, y es un inconveniente prohibirles el uso del móvil; es una cuestión que debe revisarse, y así lo hemos demandado», reivindica el director del IES Pérez Casas de Lorca, David Torres del Alcázar.

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«Lo consultamos a escondidas, pero menos que antes»

David, alumno de primero de Bachillerato en el instituto Floridablanca, admite sin tapujos su enganche al móvil . «Casi todos estamos enganchados; normalmente paso entre 7 y 8 horas conectado», comenta a las puertas del centro mientras le da el último repaso a sus notificaciones antes de entrar al patio. «La verdad es que a veces los miramos a escondidas», afirma, «pero mucho menos que antes». Dominic reconoce también la dependencia de buena parte de su generación, pero a pesar de que echa de menos la conexión, ha recibido bien la prohibición. «Es mejor para nosotros estar unas horas sin mirarlo», defiende. Sus compañeras Martina y Sara, de primero de Bachillerato, echan de menos la libertad para conectarse y, como otros alumnos, tienen sus trucos para recuperarla furtivamente de cuando en cuando. A Celeste, alumna del Bachillerato Artístico, le cuesta más encajar la prohibición a sus 19 años, pero como mayor de edad puede salir del centro en el recreo y aprovechar la media hora en la calle.

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