Entre Paco Rabal y un alcalde franquista

Una de las últimas polémicas a cuenta del cambio de nombre de una casa de cultura se desató en Lorca. Ubicado en pleno centro de la ciudad y abierto sin nombre desde mediados de la década de los 80, el centro cultural de Lorca pasó a denominarse en 2018 'Alcalde José María Campoy Camacho' como tributo póstumo al exregidor preconstitucional (de 1973 a 1975), fallecido un año antes. La decisión de dar su nombre al principal centro cultural no estuvo exenta de polémica. La iniciativa, que propuso el PP –entonces en la alcaldía–, creó una encendida división en el Pleno municipal. De hecho, el PP fue el único grupo en respaldarla, ya que PSOE y Cs se abstuvieron en aquel debate, celebrado hace casi tres años, mientras el Grupo Municipal de IU-V votó en contra. Ante la discrepancia de los grupos municipales, el secretario general del Pleno tuvo que elaborar un informe para determinar si la vinculación del nombre de Campoy Camacho a un edificio o espacio público contravenía la Ley de Memoria Histórica.

Pero, según el informe del secretario, la propuesta municipal no colisionaba con la Ley de Memoria Histórica, ya que hacía referencia «a distintos aspectos y facetas de la persona a la que se propone la distinción» y no la circunscribía a su labor como primer edil. Campoy Camacho fue un reconocido abogado, profesor de instituto y editor de libros. Las instalaciones que llevan su nombre albergan dos concejalías, una sala de exposiciones, un salón de actos, una sala de estudio y la biblioteca infantil.

Además de la de Albudeite y la de Águilas, la casa de la cultura de Villanueva del Río Segura también está dedicada expresamente al ilustre actor aguileño desde 2016. El resto de centros culturales del Valle de Ricote mencionan a profesores (como el de Blanca, que lleva el nombre de Miguel Ángel Fernández), a sacerdotes (el de Ojós rinde homenaje a Tomás López de Pobeda y Molina y cuenta con un presupuesto de 3.000 euros) o a figuras ilustres de hace más de 200 años. Este es el caso de la Casa de la Cultura 'Sancho de Llamas y Molina', magistrado y rector de la Universidad de Alcalá de Henares nombrado por Carlos III en 1774, y que dispone de un presupuesto anual de 6.000 euros. Ulea, por ejemplo, no tiene apellidos para su centro cultural. En Abarán, el edificio CIMA (Centro Integrado Multifuncional Abarán), alberga la biblioteca pública y la sala Adolfo Suárez, que sirve para todo tipo de actos culturales. Más de 2.000 personas visitan al año este edificio.

Es verdad que Paco Rabal es uno de los murcianos más célebres, aunque las posibilidades que ofrece el talento de esta tierra a la hora de elegir un nombre que dé lustre al centro cultural de turno son prácticamente infinitas. Menos conocido que Rabal es el escritor y pintor Asensio Sáez, pero él también tiene placa en un centro cívico: el de La Unión. Otro conocido artista, Pedro Serna, rotula la Casa de la Cultura de Las Torres de Cotillas. Por su parte, el Ayuntamiento de Caravaca de la Cruz optó en su día por rendir tributo a través de la casa de la cultura a Emilio Sáez, un historiador medievalista de la localidad que llegó a ser vicepresidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) entre 1978 y 1980.

No son pocos los municipios que han elegido a políticos de diferentes épocas e ideologías para bautizar su mascarón de proa cultural. Además del caso de Lorca y su alcalde franquista, Cieza y Jumilla también han optado por esta línea, aunque con importantes matices. La casa de la cultura de Cieza debe su nombre al dueño de la vivienda donde se ubican las instalaciones, Diego Marín Barnuevo. Se trata de un político del siglo XIX perteneciente a la alta burguesía de la época. El edificio alberga en su interior el Conservatorio de Música José Gómez Villa y la sala de audiciones Carmelo Gómez Templado, ambos músicos locales. La ciudad cuenta también con un auditorio dedicado al poeta local ya desaparecido Aurelio Guirao, y que actualmente está en desuso. Otro político, José Yagüe, da nombre a la Casa Municipal de Cultura de Jumilla, cuyo consistorio optó por el primer alcalde de la democracia para poner apellidos al edificio.

Luego están los centros culturales con nombres más o menos alternativos al personaje ilustre de turno. Imponente sobre un cerro en Totana brilla en tonos azules el Centro Sociocultural La Cárcel, un edificio que data del año 1894 y que se construyó para acoger a los entonces penitenciarios del partido judicial de las localidades de Aledo, Alhama, Totana, Librilla y Mazarrón. De ahí su nombre. En la actualidad, alberga la Concejalía de Cultura, una biblioteca por la que pasan más de 17.000 personas al año y una sala de estudio con más de 7.000 usuarios. También llama la atención por su denominación la Casa de los Duendes, en Puerto Lumbreras, ubicada en el edificio del mismo nombre, y donde se localizan una sala de exposiciones temporales, un espacio para talleres, sala de proyecciones y conferencias, y además sirve como sede de la colección museográfica de grafología Augusto Vels. Pese a todo, son mayoría las casas de cultura que no tienen nombre alguno... salvo el de 'casa de la cultura'. Desde Alhama de Murcia a Calasparra pasando por Campos del Río y Molina de Segura.

Algo así ocurre en la nutrida red de centros culturales que puebla la capital de la Región, que cuenta prácticamente con una de estas instalaciones en cada barrio y en cada pedanía del término municipal. Son destacables el centro cultural Puertas de Castilla y el Cuartel de Artillería. Pero, más allá de estos dos emplazamientos de referencia en Murcia, el resto de centros culturales no tienen apellido alguno, aunque albergan un buen puñado de actividades.

Por el contrario, el centro cultural de Cartagena lleva el nombre del pintor Ramón Alonso Luzzy. Con unos 100.000 euros al año de presupuesto, ejerce de corazón de la divulgación literaria y cinematográfica y brinda a los cartageneros dos espacios expositivos. En el centro hay una treintena de actividades por trimestre, entre presentaciones de libros, conferencias y charlas, sin contar las proyecciones semanales de la filmoteca del Festival Internacional de Cine de Cartagena. En el centro Ramón Alonso Luzzy se encuentran la biblioteca Josefina Soria (poeta) y la biblioteca de literatura infantil Doña Centenito en recuerdo a uno de los gatos de la escritora cartagenera Carmen Conde.

Con información de I. Ruiz, J. Yelo, P. Espadas, S. Sánchez, J. F. Robles, C. Caballero, M.C. Cañete y E. Ribelles.