«Preparo las piezas que me piden vecinos y amigos»

La calle Amapola se ha convertido en epicentro de la música en el municipio de La Unión. Allí vive el niño de 11 años José David Rosique, que sale todos los días a su balcón, a las doce del mediodía, desde el 15 de marzo, animado por sus padres, José Gabriel y Leticia, a tocar la trompa a sus vecinos.

En los primeros días del confinamiento, la familia vio en televisión y redes sociales que había músicos que salían a amenizar el aislamiento domiciliario y decidieron probar. En concreto, siguieron la iniciativa a través de una profesora del Conservatorio de Cartagena, Verónica Martínez García, que se había unido al proyecto de la Confederación de Asociaciones de Educación Musical (Coaem), #musicaviral.

Y así, como el que no quiere la cosa, tocar la trompa a los vecinos hoy ya es un ritual. José David empezó con partituras que tenía a mano de las lecciones con su banda, la agrupación musical de La Unión, a la que pertenece desde los 4 años, y del Conservatorio Profesional de Música de Cartagena, en el que cursa cuarto de Elemental en la especialidad de trompa.

Luego, desde #musicaviral, todas las noches comenzaron a subir las partituras de una composición conocida para distintos instrumentos con el objetivo de que se preparara para tocarla al día siguiente. José David siguió esta pauta, pero lo cierto es que ahora, además se trabaja otra pieza, a solicitud de los propios vecinos, familiares, amigos o del propio repertorio de la agrupación musical y el conservatorio. Algunas de estas piezas las busca en Internet y adapta las partituras.

José David explica que las piezas de cada día las termina de preparar por la mañana a primera hora. Compagina el trabajo con los deberes del colegio, con el fin de que a las doce «estén listas» para salir a tocar al balcón. Allí, pese al tiempo transcurrido, sigue teniendo un público fiel.