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Una intervención de urgencia salva de la ruina unas salinas de origen medieval en la Región
La antigua explotación industrial de Sangonera la Seca, protegida como bien cultural, afronta su recuperación a la espera de decidir los posibles usos
Las Salinas Reales, en la pedanía murciana de Sangonera la Seca, una explotación que hunde sus orígenes en el siglo XIII, esquivan de momento la ruina. Una intervención ya en marcha permitirá frenar el deterioro en este conjunto industrial que desde hace tres años está catalogado como Bien de Interés Cultural (BIC) –la máxima protección legal– con la categoría de lugar de interés etnográfico.
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Los trabajos de recuperación se centran estos días en las construcciones principales del enclave: los alfolís (las naves donde se almacenaba la sal) y la casona con porte de palacete, del siglo XIX, que sirvió de alojamiento a los trabajadores y a una pequeña guarnición que protegía el enclave. Además, albergó las oficinas administrativas y la tienda donde se vendía la sal. En las próximas semanas también se actuará para consolidar el molino salinero de la explotación, que presenta derrumbes. Es el único de sus características conocido en la Región de Murcia y uno de los pocos conservados en salinas de la Península Ibérica. Adaptado con el paso del tiempo para su uso como palomar, la fachada de la torre aún mantiene un reloj de sol. En el enclave también existen ocho balsas o recocederos donde se calentaba el agua, procedente de la vecina rambla del Pino y transportada a través de una canalización, para concentrar la salmuera.
Los trabajos en las también llamadas salinas del rey han necesitado el visto bueno de los técnicos del servicio regional de Patrimonio Histórico debido a su catalogación. De hecho, al poco tiempo de obtener la protección como BIC, la Consejería de Cultura requirió a los dueños para que acometieran las obras necesarias a fin de garantizar la integridad de los inmuebles vinculados a este lugar de interés etnográfico. Ya en el decreto que hacía oficial la declaración de bien de interés (publicado en el boletín oficial en abril de 2019) se advertía de que era urgente «tomar medidas de protección» ante el avance del deterioro. El expediente de catalogación se inició a raíz de una solicitud de la Guardia Civil, dentro de una campaña del Seprona para la defensa del patrimonio, y con el empuje de colectivos como Legado de Alcantarilla y Huermur. En varias ocasiones estas dos asociaciones habían pedido actuar para poner freno a los daños.
Las obras permitirán conservar los principales elementos del enclave, como los alfolís y un molino único en la Región
Después del verano
La inversión corre a cargo de Agrifusa, del grupo Fuertes, como propietaria de la finca de cítricos donde se encuentra esta histórica fábrica de sal. Su director general, José Miguel Cánovas, espera que las obras, encargadas a una empresa especializada en restauraciones, estén acabadas después del próximo verano. En declaraciones a LA VERDAD, explica que los trabajos abarcan, principalmente, la limpieza y estabilización de estructuras y cubiertas. Para ello se recurre a técnicas tradicionales y se aprovechan al máximo los materiales originales, como tejas y vigas de madera. Desde el grupo Fuertes destacan que el proyecto en marcha «preservará este bien de interés, contribuyendo así a la conservación cultural del patrimonio de la Región».
Cánovas, no obstante, señala que solo es una primera fase. Porque tras los trabajos de consolidación habrá que seguir adelante con la puesta en valor del complejo, de la mano de la Consejería de Cultura y del Ayuntamiento de Murcia. «Sería una pena que, una vez acondicionado, los ciudadanos no puedan disfrutar de este enclave con tanta historia», remarca. Los contactos con la Administración ya parecen haberse iniciado, aunque no hay ninguna decisión tomada.
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«Esperamos que sea visitable como mínimo los cuatro días al mes obligatorio que establece la ley para los bienes de interés cultural. Podía concebirse como algún tipo de centro para la interpretación de la antigua industria salinera de interior», sugiere Sergio Pacheco, presidente de Huermur. Esta asociación pedirá al Consistorio la aprobación sin más demoras del plan especial que debe fijar los usos y la conservación del conjunto protegido.
Un conjunto cargado de historia en un entorno de alto valor paisajístico
Las salinas de interior de Sangonera la Seca se localizan a 14 kilómetros de la capital murciana en un entorno de alto valor paisajístico que forma parte del inventario de humedales. Bajo monopolio de la Corona, de ahí su nombre, las Salinas Reales se convirtieron en una de las principales fuentes de ingresos del Reino de Murcia ya en la época de Alfonso X. Según recoge el expediente de protección del conjunto, el monarca estableció la entrega de una cantidad mínima de sal a todos los vecinos de la ciudad «con un coste fijado». Cuando en el siglo XV pasaron a manos del Concejo, la recaudación se destinó a la reparación de la muralla medieval. La fábrica de sal de Sangonera llegó a contar con 200 eras para explotar este recurso natural, muy apreciado, por ejemplo, para el secado de jamones. Estuvo en funcionamiento hasta los años 70 del siglo XX. La caída de los precios llevó a su abandono.
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