La infección cutánea que se dispara en verano: «Se ha contagiado toda la familia»
El impétigo no suele causar complicaciones graves, pero se transmite con mucha facilidad entre los niños más pequeños
Al hijo mayor de María, de 6 años, le apareció una pequeña marca en la muñeca hace algo más de una semana, mientras la familia ... pasaba unos días en el Mar Menor. Parecía el picotazo de un mosquito. «No se paraba de rascar y se le hizo herida», recuerda su madre. Empezaron a aplicarle pomadas para aliviar el picor.
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La familia se trasladó a Galicia para continuar sus vacaciones, y lo que en principio era una pequeña herida en la muñeca que no terminaba de cicatrizar se convirtió en una sucesión de ampollas y posteriormente costras por el tobillo y la cara. El niño sufría fuertes picores. Terminaron en Urgencias, y ni la enfermera que los atendió en el triaje ni el médico dudaron nada más verlo. «Eso es impétigo», concluyeron. Es un término que resultará familiar a muchos padres con hijos pequeños, porque se trata de una infección bacteriana en la piel muy común durante el verano.
Cuando la bacteria entra en contacto con cualquier pequeña herida, la infección se va extendiendo fácilmente por la epidermis. Sobre todo, porque el picor lleva a los niños a rascarse y a transmitir la bacteria a través de las uñas. «El impétigo es muy contagioso, cada año vemos muchísimos casos, especialmente en estas fechas», subraya Juan Antonio Carmona, presidente de la Asociación de Pediatría Extrahospitalaria y de Atención Primaria (Apermap).
María da fe de esta capacidad de contagio. Tras su hijo mayor se infectó su hija menor, de 4 años. Y también el padre. «Me he pasado una semana de enfermera, con toda la familia contagiada», resume con estoicismo.
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Eso sí, una vez diagnosticado el impétigo, el tratamiento antibiótico aplicado de forma tópica resulta habitualmente muy eficaz.
El principal problema es la dificultad para atajar los contagios, porque suele diagnosticarse cuando ya han aparecido las ampollas o costras. Lo sabe bien otro padre de Murcia que se topó con el impétigo en casa en Semana Santa. «Mi hijo de nueve años empezó con marcas roja en las manos, pero luego se extendió por todo el cuerpo», explica. Al principio, el médico lo achacó a los problemas de dermatitis atópica que el niño suele presentar. Después, las lesiones «empezaron a irritarse y a supurar». No fue el único caso. «Luego nos enteramos de que se habían contagiado más niños en el colegio», explica el padre.
El pediatra Juan Antonio Carmona recuerda que el contagio se suele dar por contacto directo, y también por compartir toallas o sábanas. «La higiene y el aislamiento» son por tanto las mejores formas de prevenir el contagio, pero no son medidas fáciles de aplicar en los más pequeños, admite el experto.
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El verano es un momento propicio para el impétigo. «Los niños pasan mucho tiempo en el agua de la piscina, o en la playa. Si aparece una pequeña herida, suele tardar más en cicatrizar, y eso favorece la infección». Pero no siempre tiene por qué haber una lesión. Simplemente el contacto con una persona infectada puede ser suficiente para contraer impétigo.
La enfermedad puede presentarse de dos formas. O bien aparecen pústulas o llagas que forman costras, o se desarrollan ampollas que, al romperse, dejan también costras amarillentas. Es el conocido como impétigo bulloso.
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La infección se trata habitualmente con crema antibióticas de uso tópico, y es importante mantener limpias las lesiones con agua y jabón. En ocasiones «hay que recurrir a antibióticos por vía oral, pero no es lo común», explica Juan Antonio Carmona, el presidente de Apermap.
También es importante, en la prevención, una correcta hidratación de la piel. Aunque es difícil poner coto al impétigo, conocer sus síntomas puede ayudar a reaccionar antes, lo que evitará picores y molestias.
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