Dos expertos sostienen que la contaminación de la Sierra Minera sí afecta a la salud

Los suelos contaminados por metales pesados, como el plomo y el cadmio, inciden negativamente en la salud de los vecinos de las localidades de la Sierra Minera de Cartagena y La Unión. En esa conclusión coincidieron ayer el especialista en cáncer pediátrico Juan Antonio Ortega y el geólogo José Matías Peñas durante sus comparecencias en la Comisión de Política Territorial, Medio Ambiente, Agricultura y Agua de la Asamblea Regional para analizar las repercusiones socioeconómicas de la contaminación minera en localidades como Llano del Beal, Portmán y La Unión.

«El riesgo existe y es real. Están viviendo sobre suelos contaminados. Y minimizarlo no es acertado, aunque la situación tampoco está para sacar ambulancias y poner hospitales», destacó Ortega, que es jefe de la Unidad de Pediatría Ambiental del hospital de La Arrixaca. El médico ofreció a los diputados información sobre el programa centinela que elabora su unidad desde hace un año. Hasta el momento han estudiado a 182 voluntarios, residentes en Llano del Beal, Portmán, La Unión y otras poblaciones cercanas como El Algar, para buscar metales pesados en sus organismos. En diez casos, los valores de plomo en sangre eran iguales o mayores a 5 microgramos por decilitro: tres eran niños y otros tres ancianos. También había una mujer embarazada.

Esos resultados contrastan con las conclusiones preliminares del estudio epidemiológico 'Emblema', encargado por la Comunidad Autónoma con los mismos objetivos y presentado la semana pasada. Niños y adultos de las mismas poblaciones tienen niveles de plomo y cadmio en el organismo «muy por debajo» de los niveles establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como referencia para adoptar medidas preventivas. Además, los valores de escolares y madres son similares a los de otras poblaciones de la comarca. «Vivir en la zona minera no conlleva un riesgo superior al de vivir en la zona no minera», concluyeron los epidemiólogos de la Consejería de Salud.

Ortega no quiso valorar los resultados del estudio 'Emblema', pero sí destacó que el trabajo de su unidad arroja conclusiones distintas. Detalló que los afectados por altas concentraciones de plomo en sangre se localizaron entre residentes en la zonas del estudio 0 (Llano del Beal y Portmán) y 1 (La Unión) respecto a la 2 (El Algar y trabajadores del área que residen fuera). «Hay más exposición a medida que te aproximas al foco» de contaminación, destacó. En las áreas 0 y 1 de la Sierra Minera se da la mayor concentración de pantanos desecados y terreras.

En una intervención muy didáctica, Ortega defendió que lo mejor para la salud es no tener plomo en la sangre, especialmente cuando se trata de niños. Cualquier nivel es tóxico, subrayó, y los daños son «permanentes» al sistema nervioso central y a los órganos renales, lo que repercute en una disminución del coeficiente intelectual y el desarrollo cognitivo de los afectados.

No obstante, apostó por adoptar medidas para contrarrestarlo, como evitar el tabaco, aumentar la ingesta de frutas ricas en vitamina C y verduras, así como adoptar una serie de medidas para evitar la exposición al polvo ambiental, como airear bien las viviendas «o pasar la mopa con mayor asiduidad».

El experto también reclamó «normalizar todo lo relacionado con la toxicología, especialmente con los niveles de plomo» en el tratamiento clínico de la población de la Sierra Minera, con especial atención a los grupos más vulnerables. Lo recomendable, dijo, sería monitorizar la exposición al plomo y otros metales de los pacientes que se someten a análisis periódicos de sangre en consultorios y centros de salud de la zona.

«Tenemos en La Arrixaca una Unidad de Pediatría Ambiental que desarrolla una línea de trabajo que forma parte de la solución del problema. Hay que alejarse del alarmismo y del sensacionalismo, pero también del negacionismo y del 'tranquilismo'», pidió Ortega a la hora de abordar este problema. Ante los diputados regionales defendió la «oportunidad histórica» de «desarrollar un modelo de innovación social».

Por su parte, el geólogo y edafólogo José Matías Peñas, quien alertó por primera vez hace dos años de niveles anómalos de metales pesados en la sangre de vecinos del Llano, criticó las restauraciones ambientales hechas hasta ahora en aquella zona. Principalmente, la de la antigua balsa Yenny, cuyos residuos siguen llegando al Mar Menor a través de acuíferos y ramblas, así como a los cultivos intensivos de verduras y hortalizas para grandes hipermercados que se extienden entre Los Nietos y Playa Honda.

También denunció que los propietarios de los suelos contaminados han creado una sociedad con un capital de 3.000 euros para no hacer frente al pago del coste de limpieza. Peñas sospecha que buscarán repercutir ese gasto a la Comunidad Autónoma.