Educación inclusiva que fomenta la igualdad de oportunidades

La educación es un derecho de todos los niños y jóvenes. Formarse en las aulas bajo programas adaptados a sus edades y aprender junto a sus compañeros es fundamental para su futuro, pues es en este tiempo donde adquieren conocimiento y valores imprescindibles para la vida adulta. Esta etapa escolar, feliz y trascendental para muchos de ellos, se convierte para otros, sin embargo, en un camino arduo debido a la dificultad de adaptarse a un entorno educativo demasiado rígido, con pocas opciones para aquellos con necesidades concretas. Este sistema educativo rígido es muchas veces un problema para las personas que padecen TEA (Trastorno del Espectro Autista), un trastorno del neurodesarrollo que tiene como rasgos comunes problemas en el lenguaje y la comunicación social y conductas repetitivas o estereotipias, aunque se desarrolla de forma diferente en cada persona.

Ayudarles, facilitarles los recursos que necesitan a lo largo de toda su vida y favorecer su formación e incorporación al mercado laborar son algunos de los objetivos de Asteamur, una asociación fundada en 2011 por 23 familias «que tenían a sus hijos diagnosticados de TEA y estaban en una lista de espera de otra entidad para recibir servicio, por lo que decidieron conocerse y formar su propia asociación», explica la directora técnica de Asteamur, Noelia Férez. Este impulso ha creado una asociación que diez años después cuenta con 264 usuarios, a los que presta servicios de intervención educativa, domiciliaria e individual y lleva a cabo una escuela de padres y talleres de ocio y respiro familiar, entre otros servicios.

Uno de los principales obstáculos de estos alumnos se da en la etapa educativa. La falta de planes formativos adaptados a ellos dificulta su avance en las aulas, especialmente tras la Educación Secundaria Obligatoria. Esta realidad ha sido un muro con el que se han chocado muchas de estas familias, por lo que han unido fuerzas con los profesionales de Asteamur para revertir la situación.

Para ello, a principios del pasado noviembre, la entidad abrió las puertas de 'Unidades integradas en la comunidad', un proyecto de promoción de la autonomía personal destinado a mayores de 16 años. «Vimos que la intervención que se hace con niños con autismo cuando alcanzan cierta edad se quedaba obsoleta más allá de la estimulación cognitiva. Detectamos que lo que necesitan cubrir estas personas en edades adultas está más enfocado a su autonomía personal, a su independencia psicológica y a la búsqueda de empleo. Eso es lo que nos incitó a poner en marcha este proyecto», resume la coordinadora técnica de la entidad, Vanesa Higueras. Su carácter innovador ha sido una de las cualidades que llamó la atención de Fundación 'la Caixa', que lo ha seleccionado este año en su programa de ayuda a proyectos de iniciativas sociales, dotándolo con 23.990 euros.

En la actualidad, el programa, que lleva un mes de funcionamiento, cuenta con siete usuarios. Estos jóvenes asisten todas las mañanas, de 9 a 14 horas, a las aulas del antiguo colegio Villalba-Los Llanos, donde distintos profesionales les dan clase en cuatro áreas diferenciadas: autonomía e independencia, competencias laborales, habilidades sociales e integración en la comunidad. Para complementar este aprendizaje, 'Unidades integradas en la comunidad' incluye también un programa formativo de informática, un área que ha sido elegida por estos jóvenes. Este programa no tiene planes de estudio cerrados, sino que se adaptan a la evolución de este grupo. «Entre todos nos coordinamos, detectamos las necesidades que van surgiendo y analizamos cómo podemos abordarlas de la mejor manera. Exploramos sus gustos y sus preferencias», indica Higueras. Además de este trabajo grupal, los alumnos también reciben apoyo individualizado para esas necesidades que requieren un trabajo más personal.

El proyecto, que está dando muy buenos resultados, ha sido un gran aliciente para Marco, uno de los participantes. Su madre, Nuria Caballero, ve a este joven «seguro, tranquilo y motivado. Son pocos alumnos y son iniciativas que ahondan en lo que a estos chicos a veces les falta». explica. Esta experiencia positiva contrasta con una trayectoria previa en las aulas en la que esta mujer lamenta la poca cantidad de recursos para estos chicos. «La oferta educativa se queda escasa. Después de la Secundaria nos encontramos con que la Formación Profesional, por ejemplo, no está adecuada para ellos. Somos los padres los que nos tenemos que ponernos las pilas y empezar a crear proyectos formativos».

Darle solución a esta poca adaptación curricular pasa, según esta madre, por crear una educación «más individualizada» y ayudar a los profesores en este ámbito. «Me encantaría que el sistema enseñara al profesorado para que estuviera capacitado para esa diversidad que hay en las aulas, tanto en la Primaria como en la Secundaria», solicita.

La escasez de planes adaptados no es el único problema al que se enfrentan estas familias. Los miembros de Asteamur reclaman «el cumplimiento básico de los derechos de las personas con discapacidad», indica su presidenta. Noelia Férez pide, además, el reconocimiento de la discapacidad vinculada al autismo. «Son muy pocos los chavales con TEA que tienen asociada una discapacidad intelectual y esa es la reconocida. Sin embargo, el resto tienen una social muy incapacitante que no les permite desarrollarse ni profesional ni laboralmente de una forma normal. Todavía esta no es reconocida. Esto no es justo, porque las priva de derechos que les pertenecen», sentencia.

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