Borrar
El director Joshua Oppenheimer y el actor Adi Rukum en Venecia.
El recuerdo del genocidio de Indonesia sacude la Mostra de Venecia

El recuerdo del genocidio de Indonesia sacude la Mostra de Venecia

El cineasta Joshua Oppenheimer pone cara a cara a asesinos y sobrevivientes, víctimas y verdugos sin mostrar sangre ni violencia en el documental inédito 'The Look of Silence'

colpisa / afp

Jueves, 28 de agosto 2014, 18:46

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

El horror del genocidio de los años 60 en Indonesia ha llegado al festival de cine de Venecia de la mano de Joshua Oppenheimer, quien pone cara a cara a asesinos y sobrevivientes, víctimas y verdugos. Sin mostrar una sola gota de sangre, ni gestos o actos violentos, el inédito documental del cineasta estadounidense radicado en Dinamarca, que lleva por título 'The Look of Silence' (La mirada del silencio), estremece por su terrible actualidad.

En 98 minutos, los simples testimonios de los familiares de las víctimas y de sus verdugos, interrogados por un oculista de 44 años cuyo hermano fue asesinado por escuadrones de la muerte, dejan atónito al espectador y suscitan interrogantes sobre la imposibilidad de perdón y de reconciliación en sociedades que han vivido devastadoras guerras civiles. "Ni yo ni mi familia vamos a curarnos con este filme, porque no hay reparación para lo que ocurrió. Pero creo que va a ayudar a mis hijos y a las nuevas generaciones", declaró en Venecia Adi Rukun, protagonista del documental, quien entrevista a los asesinos de su hermano.

Oppenheimer, autor del premiado "The act of Killing" (El acto de matar) en 2012 con testimonios de los autores de las masacres y purgas comunistas cometidas por antiguos integrantes de los escuadrones de la muerte de Indonesia, que gracias a una edad más que provecta recrearon con orgullo los crímenes y aberraciones que cometieron tras la llegada al poder del general Suharto en 1965, habla ahora con las víctimas que sufrieron por décadas "el terror del silencio". "Mi filme es una poesía sobre el silencio generado por el terror, una poesía sobre la necesidad de romper ese silencio, pero también sobre el trauma que suscita romperlo", sostiene Oppenheimer.

Tras dejar hablar en su primer filme a los autores de la masacre, considerados aún héroes en su país, Oppenheimer completa su investigación al reunir a los verdugos y a los sobrevivientes de una familia que descubrió, a través de su documental anterior, quienes fueron los ejecutores de la muerte de su hermano: vecinos, casi parientes, que vivían a pocos metros de distancia. "Rezo todas las noches para que los asesinos de mi hijo sufran tanto como los nuestros", dice la madre, que no perdona tanto ensañamiento contra su hijo, masacrado primero a golpes y ajusticiado con la amputación del pene.

Impotencia y remordimiento

Los interrogantes, la rabia de la madre anciana impotente ante el horror, la falta de remordimiento de los asesinos que se justifican como personas que obedecían órdenes, la voluntad de no querer saber la verdad, la mentira y el odio representados a través de conversaciones filmadas no pretenden ni piden castigo para un régimen que arrasó con un millón de opositores "comunistas", uno de los mayores genocidios del siglo XX.

El documental, pese a su delicada elegancia al estar ambientado en un dulce clima tropical, es en realidad una contundente acta de acusación contra este mundo por su aterradora vigencia, si se piensa en las guerras y masacres que la prensa describe a diario en todo el planeta. La película, que compite por el León de Oro, se vislumbra desde el inicio de la Mostra veneciana como una de las favoritas, según la revista Ciak del festival, que considera el prestigioso premio como una recompensa debida a un trabajo intachable después de no haber obtenido el Oscar por The act of Killing.

Producido por Werner Herzog y Errol Morris, ha contado con la colaboración de una interminable lista de personas anónimas que trabajaron con el cineasta texano en Indonesia. "Recibo todo el tiempo amenazas. No soy un tipo valiente, siento miedo", ha confesado el cineasta, de 39 años. "Tomo precauciones. El equipo técnico es danés y rodé siempre con guardaespaldas", ha contado Oppenheimer, cuyo filme fue aplaudido generosamente durante la proyección para la prensa.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios