Una de las milenarias mezquitas de Malí fotografiada en 2003, antes de los devastadores ataques de los yihadistas.

Justicia contra la barbarie cultural

El yihadista juzgado en La Haya por destruir el patrimonio de Tombuctú se declara culpable y pide perdón

MIGUEL LORENCI

Martes, 23 de agosto 2016, 00:55

El yihadista maliense juzgado en la Corte Penal Internacional (CPI) por la destrucción de varias mezquitas y mausoleos en Tombuctú, catalogados por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad, se declaró ayer culpable y pidió perdón. Ahmad al Faqi al Mahdi, alias Abu Turab, pidió además a los musulmanes del mundo que no imiten sus actos «diabólicos». Los expertos esperan que el juicio contra Abu Turab, el primero contra un yihadista y por el conflicto en Malí y la destrucción de su patrimonio, envíe un «mensaje contundente» sobre el pillaje y la destrucción patrimonial en todo el mundo.

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  • Budas de Bamiyán.

  • Estatuas gigantes de Afganistán dinamitadas sin piedad en 2001 por los talibanes.

  • Palmira y Alepo.

  • Al Qaeda prendió fuego a la Gran Mezquita de Alepo y el EI devastó en 2105 Palmira y ejecutó a Jaled al-Asaad, el arqueólogo sirio que la conservaba.

  • Museo de Kabul.

  • Saqueado por los islamistas, que destrozaron a martillazos más de 2.500 piezas.

  • Irak.

  • Cuna de las civilizaciones de Mesopotamia, Sumeria, Asiria, Babilonia o Persia, se saquea su patrimonio desde la caída de Sadam.

«Lamento decir que todo lo que he escuchado hasta ahora es verídico y refleja los hechos», declaró Al Mahdi, tras la lectura de los cargos. Era la primera vez que un acusado se declaraba culpable ante el Tribunal Internacional de La Haya, que juzga crímenes de genocidio, de guerra y de lesa humanidad.

En Tombuctú la barbarie yihadista destrozó la puerta de la mezquita de Sidi Yahya, del siglo XV, y los mausoleos de Sidi Mohamed y Sidi Moctac, arrasados por extremistas armados del grupo Ansar al Din, que considera estos enterramientos contrarios al islam. Ardieron 4.000 manuscritos antiguos de inmenso valor, aunque los habitantes de la ciudad salvaron otros 30.000 ocultándolos.

«Me declaro culpable de crimen de guerra», dijo el acusado que pidió perdón al pueblo de Malí por la destrucción de mausoleos, mezquitas, manuscritos y documentos. «Solicito su perdón y pido que me consideren como un hijo que erró el camino», reclamó.

«Atacar y destruir enclaves y símbolos culturales es una agresión a su historia», afirmó a AFP la fiscal jefe la CPI, Fatou Bensouda, antes del juicio. La acusación pedirá una pena de entre 9 y 11 años de cárcel, afirmó un miembro de la oficina de la fiscalía.

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El acusado se comprometió a no apelar si la pena se «mantiene en esa escala», dijo por su parte Jean-Louis Gilissen, uno de sus abogados, aunque si se suman otras condenas, podría afrontar una pena de hasta 30 años. «Me presento ante ustedes lleno de remordimientos y de cargos de conciencia», declaró el acusado. «Estoy muy arrepentido de mis actos y de todos los prejuicios contra mis hermanos y mi madre patria, Malí, que estos desencadenaron», agregó. «Este error será el primero y el último», prometió.

Entregado por Níger en 2015, Abu Turab compareció ante la corte con un sobrio traje gris, camisa a rayas, corbata a juego y sus gafas de miope. Nacido en 1975, está acusado de ser miembro de Ansar al Din, grupo vinculado a Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) que controló el norte de Malí durante casi diez meses en 2012 antes de que una intervención internacional impulsada por Francia los expulsara de la mayor parte del territorio. Como jefe de la brigada islámica de la moral, habría ordenado y participado en los ataques contra los mausoleos, mezquitas y bibliotecas destruidos a golpe de pico, azada y punzón.

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Tombuctú, conocida como 'la ciudad de los 333 santos' venera a una serie de personajes considerados como los protectores de la ciudad. Los creyentes se encomiendan a ellos en sus bodas, imploran lluvia o piden sanar de sus enfermedades.

Estos ritos chocan con la visión fundamentalista del Islam, cuyos seguidores intentaron erradicarlos antes de destruir los mausoleos, según la acusación. «Estos edificios formaban parte de la herencia histórica de Tombuctú y de la historia de Malí y del mundo, y su destrucción es un crimen que afecta a los valores universales que todos debemos proteger», dijo en la audiencia la fiscal Fatou Bensouda. «Lo que pasó en Tombuctú es una página negra de la historia», afirmó la fiscal.

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Las destrucciones se convirtieron en «una táctica de guerra para sembrar el miedo y el odio», ha escrito la directora general de la Unesco, Irina Bokova, en la revista 'International Criminal Justice Today'. Estos ataques «buscan hacer trizas el propio tejido de la sociedad», añadió Bokova, para quien es «esencial» que estos crímenes no queden impunes. El juicio a Abu Turab durará al menos una semana y podría sentar un precedente en el mundo, máxime cuando la lista de sitios en peligro no deja de aumentar. Una de las acciones más brutales y dolorosas fue la reciente destrucción por el EI de la milenaria ciudad de Palmira.

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