«Busco el dibujo en el aire»
Mariano González Beltrán presenta en el Casino de Murcia su exposición 'Memoria del viento', trece esculturas de canasteras y maternidades
PEDRO SOLER
Lunes, 23 de mayo 2016, 09:59
Maternidades y canasteras integran la exposición de Mariano González Beltrán (Javalí Nuevo, Murcia, 1948), que responde a recuerdos que el artista conserva desde su niñez, «cuando, todavía muy pequeño, observaba y me llamaban la atención las mujeres embarazadas que pasaban ante mis ojos, o también cuando lo hacían con sus hijos en brazos. Me asombraba el volumen de sus cuerpos». Otras veces, el motivo de su asombro eran los cestos que veía realizar a familias de gitanos, cuando él iba a bañarse al río. «Los volúmenes enormes de aquellos cestos me llamaban mucho la atención, y tampoco he podido olvidarlos. Los he conservado en mi memoria, hasta que llegó el momento en que pude transformar aquellos recuerdos en estas esculturas».
Publicidad
-
Qué.
-
'Memoria del viento', de Mariano González Beltrán.
-
-
Dónde.
-
Casino de Murcia (Trapería, 18).
-
Cuándo.
-
Hasta el 12 de junio. De 10.30 a 19.00, previo pago de entrada; de 19.00 a 20.00, gratis.
Son trece piezas las que conforman la exposición que acaba de inaugurar en la sala central del Casino de Murcia, espacio que supone para González Beltrán una satisfacción añadida, porque considera que «no es normal que un artista pueda exponer su obra en un espacio a cubierto de las inclemencias del tiempo, pero que siempre está iluminado con luz natural. Es una exposición que, desde que pensé en realizarla, me ilusionó, porque mi idea era aprovechar lo que fue, antes de que se construyera el edificio del Casino, una calle de Murcia. Solo hay maternidades y canasteras, que evocan mis recuerdos de niño, y que son esculturas que parecen transitar por la calle y acogen como un golpe de viento». De estos recuerdos e imágenes surge el título de la exposición: 'Memoria del viento'.
Pese a la limitación a solo dos temáticas, González Beltrán asegura que «ahora mismo, tengo disponibles más de setenta bronces, incluso de mayor tamaño que las obras expuestas, pero, al tratarse de un espacio relativamente pequeño, he tenido que limitarme a presentar únicamente maternidades y canasteras. No he querido atiborrar el espacio, ni ocupar otros. Solo deseaba que las esculturas ocupasen la nave central, para lo que bastaba con las trece obras presentes». ¿Nuevas o conservadas en el tiempo? «Algunas están realizadas en los últimos años, pero también hay otras más recientes. De hecho, una pieza está en resina, porque no me ha dado tiempo a pasarla a bronce. Puedo decir que están las últimas y las primeras maternidades y canasteras». ¿Desde cuándo las realiza? «Desde siempre. Son temas que no abandono nunca, aunque, a veces, pueden pasar dos años sin que me ocupe de ellos, porque estoy dedicado a otro tipo de esculturas; pero posteriormente los retomo. Me sucede como con los ícaros, otra temática que no puedo olvidar, aunque pasen muchos meses sin poder dedicarme a ellos. Además, pienso que, en ocasiones, es preciso dejar descansar argumentos tan insistentes en la trayectoria de un artista. Posiblemente, es la mejor manera de evitar que se amaneren, y se facilita que sean recuperados con más fuerza. Es conveniente dejar que la mente se serene en unas temáticas».
Esculturas de muy aparente corte figurativo, el autor prefiere destacar que siempre busca en ellas «un volumen armonioso. Quien está viendo estas obras no tiene por qué interpretar nada más que lo que contempla. Tendrán sus toques figurativos, pero, si se observan de cerca, se verá que también hay grandes huecos, que no parecen propios de la lógica que imponen el arte figurativo o el realismo. Por esto, si se contemplan los vestidos, esos trapos que cubren los cuerpos de las figuras, se sabe dónde terminan, pero no hay ninguno en el que se pueda captar donde empieza. Unas veces es en el cuello y otras, en la cintura. A mí no me preocupa, ante estas esculturas mías, realizar mangas, ni limitar esos trapos, que forman parte del volumen total de la armonía que yo busco y de los ritmos que debe tener cada una de las piezas que salen de mis manos. Creo que es el mejor modo de que expresen un sentimiento. La espaldas quedan abiertas, pero no porque yo lo pretenda, sino porque voy girando la pieza y la voy dibujando. Y al hacerlo, una vez que tengo el volumen dibujado, considero que no hay por qué tapar o modificar nada».
«Un realismo distinto»
«Busco el dibujo en el aire», añade el escultor, «algo que suelo resolver con mucha rapidez, porque lo que yo quiero es que queden dibujados unos volúmenes en los que, como he dicho antes, no se advierte la lógica del realismo. Hay que tener en cuenta que cada época marca un realismo distinto. Hace cien años era impensable que yo hubiera acabado los volúmenes como hago ahora».
Publicidad
González Beltrán también habló de la fundación que lleva su nombre, «que siempre hemos querido que sea una fundación modelo, en la que nadie pueda hacer algo sin la debida autorización. Una fundación pública, para que las obras en ella depositadas no vayan de mano en mano, sino que siempre exista un elemento, que sea el que controle, para que las piezas nunca puedan sufrir ataques ni tampoco abandono».
Prueba LA VERDAD+: Un mes gratis
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión