Eudald Carbonell, María Josefa García, Juan Luis Arsuaga y José María Bermúdez de Castro, ayer, en Atapuerca.

Atapuerca acaba de empezar 40 años después

Restos craneales humanos de hace 430.000 años y la apertura de un nuevo yacimiento, lo mejor de la campaña de este verano

R. C.

Jueves, 23 de julio 2015, 01:05

«Hay trabajo para aburrir», auguró ayer José María Bermúdez de Castro en la rueda de prensa de cierre de la campaña de excavaciones en Atapuerca. «Aunque llevemos 40 años trabajando, esto acaba de empezar», coincidía Eudald Carbonell, para quien hay tarea para «varias generaciones de científicos». A falta de un gran hallazgo, los codirectores del que sin duda es el conjunto de yacimientos prehistóricos más importante de Europa -abarca más de un millón de años- destacaron el enorme potencial arqueológico de la sierra burgalesa.

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Juan Luis Arsuaga, el tercero de los responsables del proyecto, calificó la campaña de «magnífica» e «histórica» en el caso de la Sima de los Huesos, una cavidad de la que ya se han extraído 7.000 fósiles humanos pertenecientes a un mínimo de 28 individuos de una especie antecesora de los neandertales. Este año se ha terminado de excavar el área donde se encontraron los cráneos 5 (Miguelón) y 4 (Agamenón), y se han recuperado restos craneales de unos 430.000 años, uno de los cuales no corresponde con ninguno de los 17 cráneos ya reconstruidos.

En cualquier otro yacimiento, las piezas que ayer presentaron Arsuaga, Bermúdez de Castro y Carbonell serían hallazgos extraordinarios, pero no en Atapuerca. Y es que, desde los años 90, se han desenterrado en la sierra burgalesa huesos de una nueva especie de 900.000 años ('Homo antecessor'), un fémur de más de 400.000 con el ADN humano más antiguo, una pelvis completa de la misma antigüedad y miles de restos de preneandertales en un depósito, la Sima de los Huesos, único en el mundo.

Además de los yacimientos ya abiertos, este verano se han hecho prospecciones en la Cueva Fantasma que han revelado que los estratos superiores datan de hace unos 300.000 años. Como el depósito tiene una profundidad de once metros, los investigadores calculaban ayer que, cuando se excave, podría llegar a ofrecer pruebas de asentamientos humanos de hace 1,8 millones de años, más de medio millón de años anteriores que los más antiguos conocidos en la sierra burgalesa, si bien de momento es solo una sospecha.

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