Satisfechos. Josela Gil, Middia, Farzana y Leide; detrás, Carmele, Esna y Dieuseul. LA VERDAD

El coronavirus es más en Haití

La religiosa murciana de Jesús María Josela Gil mantiene su misión en Puerto Príncipe, donde la pandemia ha elevado el estado de emergencia, hambre y conflicto del país hasta lo insoportable

Martes, 19 de mayo 2020, 02:47

Ni el hambre, la violencia y el riesgo sanitario al que vive expuesta cada minuto, ni la dolorosa preocupación por su familia en Murcia, son ... razones lo suficientemente poderosas para que la murciana Josela Gil, religiosa de Jesús María, se plantee si quiera abandonar la misión que desarrolla en Haití desde hace tres años. No porque se sienta imprescindible –sabe que la capacidad de resiliencia de los haitianos no tiene límites y que siempre han sobrevivido solos–, ni porque sea de hierro. «Esta es mi casa ahora; y mi trabajo, ayudar en todo lo que pueda».

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Con otras dos religiosas, Farzana y Middia, Josela ha tenido que reconvertir sus objetivos iniciales en Puerto Príncipe –un ambicioso proyecto educativo, el taller de prótesis puesto en marcha por Isa Sola, la clínica móvil...– para hacer cara a la grave crisis, que ya lo era, y que el coronavirus ha multiplicado.

Sin hospitales, agua, medios de transporte, comida suficiente ni respuesta de un gobierno corrupto contra el que el pueblo ya se levantó hace un año, las tres religiosas llevan dos meses volcando sus esfuerzos en el reparto de comida y de agua. En plena curva de ascenso de la pandemia, Josela trata de relatar las dificultades para hacer frente a la urgencia en un país sin redes sanitarias, pobre y con una tasa de paro del 80%. «Un haitiano no va a ir al hospital por tener fiebre... ¡no lo hace por un cáncer! es impensable». Las mascarillas, por descontado, son un objeto de lujo, y el agua está medida por gotas. «Les dices que se laven las manos con frecuencia, pero, ¿cómo lo hacen si no hay agua?».

«Muchos haitianos no van al hospital con un cáncer; ¿cómo les dices que han de hacerlo porque tienen fiebre?»

Después de cerrar el taller de prótesis y los proyectos de apoyo escolar y alimentación de niños, seguimiento familiar y becas, las tres religiosas, con el apoyo de un grupo de haitianos, centran los pocos recursos que les quedan en la urgencia inaplazable del hambre.

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«Con los fondos que teníamos hicimos una primera gran compra, y llenamos esos espacios de comida y de productos higiénicos para hacer frente a esta nueva crisis. Comenzamos un reparto que sigue hasta hoy. Más de 400 familias han recibido ya un 'kit' con dos kilos de harina, arroz, maíz, habichuelas, azúcar y leche en polvo. También espaguetis, queso, pasta de tomate y 3,5 litros de aceite. Y un cubo 'tuneado' con un grifo y jabón. El coste medio es de 30 euros, y con esto viven quince días familias muy numerosas hacinadas en 'casas' de diez metros. Hemos llevado alimentos a la prisión de jóvenes que están en una situación infrahumana, y a otras zonas fuera de la capital», relata como si nada.

Las fuerzas no les fallan, pero los recursos de la misión empiezan a escasear y necesitan ayuda con urgencia, por lo que agradecen cualquier colaboración a nombre de 'Cdad de Puerto Príncipe Covid19' en la cuenta ES53 2100 1901 5522 0046 0077. «Todo lo que llega se invierte en productos de primera necesidad. Y deseamos que no pare porque son muchos los niños que dependen de esto para poder alimentarse», pide Josela, quien, con sus dos compañeras, reza por no necesitar asistencia hospitalaria para ellas.

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La tres religiosas de la comunidad, Farzana, Middia y Josela, mantienen la fuerza para el día a día. «Vamos haciendo el trabajo, con prudencia, tranquilos y contentos de poder hacerlo. También notamos que los días a veces vienen intercalados de emociones, que algunos no son fáciles, que según qué noticias necesitamos otras cosas; en medio de esta pobreza, ya de por sí acuciante, y de la impotencia que nos embarga, nos sentimos unidas en este tiempo incierto y duro que nos ha tocado vivir».

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